Carmen Andueza hace trajes medievales

La artesana que podría vestir a Isabel la Católica

El segundo fin de semana de septiembre, las calles de Ávila se llenarán de tenderetes por los que pasearán bufones, doncellas, trovadores y campesinos. Muchos de ellos son nativos digitales que vestirán con atuendos propios de la Baja Edad Media. Carmen Andueza es la artesana que desde el mes de mayo lleva cosiendo los diseños medievales que vestirán los participantes de esta fiesta y que no son simples disfraces sino auténticos trajes de la época.

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Dos de los modelos diseñados y cosidos por Carmen Andueza
La artesana que podría vestir a Isabel la Católica

El taller de Carmen Andueza se encuentra ahora en plena ebullición. Cinco costureras bordan los últimos remates que lucirán propios y ajenos en las jornadas medievales que se celebrarán en Ávila el segundo fin de semana de septiembre. Dueña y señora de Dedal, una tienda de arreglos y costura situada muy cerca del centro de la ciudad amurallada, empezó a diseñar trajes medievales en 1995. “Me lo propuso una clienta y pensé ¿por qué no?”.

Desde entonces pasamanerías, brocados y telas de aspecto tan real como recio han ido adueñándose de la planta sótano de su local, donde tiene el taller en el que pasa entre doce y catorce horas cada día. “No trabajamos el disfraz. Nuestros trajes son artesanales, todos los modelos tienen un toque diferente. Los personalizamos”. La realidad es que entre los cerca de 70 briales, túnicas, sayos o faldas de campesinas que cuelgan de los percheros no existe uno igual a otro.

Artesanía que Carmen conjuga con la innovación adaptando la modernidad a la vestimenta del medievo. “Lo más difícil es encontrar tejidos que tengan el aspecto de la vestimenta de la época pero que a la vez sean ligeros y permitan que tanto hombres como mujeres se puedan mover con soltura”. Rollos de tela que, una vez dados forma, han de afiligranar con complementos que “sean también lo más parecidos a los que se llevaban en aquella época”.

Un trabajo de campo para el que recurre a otros artesanos, “principalmente de la zona” y que requiere una labor de documentación exhaustiva. De hecho, desde que decidió especializarse ha aprendido tanto acerca de cómo vestían Isabel la Católica, Beatriz Galindo y sus cohetáneos que hace pocos emprendió una nueva contienda, “formar sobre la Baja Edad Media a través del traje de época”.  Así, el pasado mes de junio, El Episcopio de Ávila, albergó la primera Jornada sobre vestimenta medieval y patronaje. Una idea con la que quiere conquistar territorios que van más allá de las fronteras castellano-leonesas “estoy trabajando para organizar algo similar en Madrid. La idea es, además, acompañarlo con una exposición con algunos de los trajes que he confeccionado”. Carmen, levanta la mirada y sonríe mientras se traslada mentalmente al Matadero de Madrid, “creo que es el lugar idóneo. Encajaría a la perfección”.

La realidad es que no sería de extrañar ver cómo el Parque Lineal del Manzanares se convierte durante unas horas en la antigua villa conquistada por Alfonso VI en 1085. Lo medieval está de moda y no es de extrañar ver a juglares, bufones, doncellas o bardos paseando por las calles de cualquier rincón de las poblaciones de España. Cuellar, Maderuelo, Consuegra o la propia Ávila son ejemplos de cómo se ha recuperado una tradición que supone una importante inyección económica para las arcas municipales. Por ejemplo, la Feira das Marabillas en A Coruña, ha cerrado su vigesimocuarta edición, con unos 140.000 visitantes, que según declaró Adolfo López, presidente de la Asociación de Comerciantes de la Ciudad Vieja, al diario La Opinión de A Coruña, “han contribuido a dinamizar económicamente una zona complicada”. En el caso del Mercado de las Tres Culturas, serán 20 las compañías de diferentes países las que participarán en las 250 actividades que se desarrollarán entre el 7 y el 9 de septiembre, en el interior de la ciudad amurallada.

Un túnel del tiempo en pleno siglo XXI que congregará a decenas de miles de personas y en la que incluso el equipo de gobierno de la ciudad luce los diseños de Carmen. “El apoyo que recibo tanto de la corporación municipal como de otros organismos como la propia Diputación resultan clave para darme a conocer. Que cada año vistan mis trajes me ayuda más que el dinero que pueda proceder de una subvención”. De hecho, la modista relata que ha recibido el respaldo del Ayuntamiento para poner el marcha el premio de diseño de trajes medievales que se celebra desde hace varios años durante el Mercado.

Juego de tronos, castillos y bodas medievales

Diseñar trajes y difundir la cultura medieval no son las únicas actividades que ocupan el tiempo de una mujer que se define como autónoma de toda la vida. Detrás del escaparate de su pequeña tienda se esconden proyectos como la recreación de escenas de la afamada serie Juego de Tronos, que este año celebrará en Ávila su segunda edición, la ruta medieval que está emprendiendo en Madrid o las bodas medievales, de las que hace “unas cuatro al año”.

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La ruta de los castillos madrileños tiene como principal atractivo la cena medieval. Todos los asistentes acuden vestidos de época. Carmen y un par de amigas que colaboran con ella se encargan de proveer de viandas y espectáculos el evento. Eso sí, “en el caso de la cena todos los productos son de la provincia de Ávila. Los pequeños comercios tenemos que apoyarnos los unos a los otros”.  En este punto Andueza, suspira y se duele de “la venta online fulmina al pequeño comercio. Las únicas herramientas que tenemos para competir es la exclusividad, la atención personalizada y la calidad. Es lo que nos mantiene vivos”.

Pese a ello, es consciente de la importancia de tener una tienda virtual y de las redes sociales. “Me ha permitido llegar a clientes tanto de todas partes de España como internacionales”, afirma.

Sin relevo generacional

“¡A veces me pregunto para qué tanto esfuerzo!”, se lamenta Carmen. Ambas nos permitimos un momento silencio. Acto seguido suspira, levanta la cabeza y explica sonriendo “¡porque me apasiona mi trabajo. No sabría qué hacer si lo dejase!”.

No obstante, llegará un momento en el que “me toque plantearme seriamente dejar mi actividad”. Entonces tendrá que afrontar otra barrera, la falta de relevo generacional. En los últimos cinco años unos 150.000 negocios se han perdido por no tener un sucesor, una situación que podría agravarse con el cierre de 30.000 negocios más cada año por la carencia de políticas que favorezcan la sucesión empresarial. “Se necesitan medidas e iniciativas que, partiendo de la conciliación, animen a los jóvenes a emprender en sectores tradicionales, fuera del ámbito tecnológico”.  

Aún así, Carmen Andueza, ve muy su jubilación aún muy lejos y se plantea nuevos retos. El del 2019, teñir sus propias telas para los velos de los trajes “quiero especializarme en tocados”, afirma entre sonrisas.