El filón de la financiación islámica para las pymes exportadoras

El atractivo y las oportunidades de desarrollo de países como Irán o Marruecos apuntalan las ventas de las empresas españolas en los países árabes, que superaron los 27.600 millones de euros en 2016.
El filón de la financiación islámica para las pymes exportadoras

Las pymes se están tomando muy en serio un provebio árabe que dice que “las cosas no valen por el tiempo que duran sino por la huella que dejan”. Las exportaciones españolas a los países de África y Oriente Medio superaron el pasado año los 27.600 millones de euros y supusieron el 8% del total.

Esta tendencia al alza se ha replicado entre enero y abril de 2017. Las ventas a Emiratos Árabes, Israel o Irán se han incrementado un 1,4% y aquellas con destino Marruecos, Libia o Senegal un 7,7%, según se extrae del último Informe mensual de Comercio Exterior elaborado por el Ministerio de Economía y Competitividadd. Ambas regiones suponen un 9,4% sobre el volumen total de exportaciones. Y todo pese al retroceso que se ha producido en destinos como Omán o Egipto.

El éxito tanto de las ventas como de las inverisiones en estas regiones depende en gran medida del conocimiento del mercado. Un aspecto de especial interés es conocer las estructuras de la llama Islamic Finance (Financiación Islámica), que “está atravesando un momento de intenso crecimiento”, según explica Carolina Andérez, Jefa de Unidad de Asesoría Jurídica de la Cuenta del Estado de CESCE (Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación).

La población musulmana supone casi la cuarta parte de la población mundial. Esto, junto a factores como el rápido crecimiento de la riqueza de varios países de Asia y Oriente Medio, la apuesta de muchos gobiernos, inversores y entidades financieras por el Islam y la contracción de algunas fuentes de financiación convencionales, particularmente en el mundo del Project Finance -donde las entidades financieras tienen que enfrentar el recorte de los tipos y unos plazos de amortización cada vez más largos que se demandan en este tipo de proyectos con el contexto de los requisitos de solvencia y capital de las entidades de crédito establecidos en Basilea III- hace que las Finanzas Islámicas estén cada vez más presentes.

De hecho, los datos del Banco de España de octubre de 2016 reflejan que la Financiación Islámica creció a un ritmo del 11,5% entre 2010 y 2015, frente al 3,2% de crecimiento que registró la financiación convencional en el mismo periodo.

En este sentido, la directora de CESCE insiste en que “conocer este tipo de estructuras y estar preparados para participar en ellas, tanto desde el punto de vista de los exportadores, como del de los financiadores y de las Agencias de Crédito a la Exportación, otorga una ventaja competitiva a la hora de competir en mercados musulmanes. Cada vez hay más clientes en estos mercados que solicitan que todo o parte de la financiación sea estructurada mediante algunas de las estructuras de financiación islámica que hemos visto”.

Intereses, incertidumbre y especulación

“La ley islámica es la manifestación de la divina voluntad de Alá expresada en el Corán y la Sunnah (actos dictados y aprobaciones del Profeta). La Sharia o Saría constituye una compilación de los distintos valores, normas y reglas que rigen la vida musulmana (tanto la familiar como la económica). Los principios de la Sharia pueden interpretarse de forma distinta en base a los criterios metodológicos e interpretativos permitidos, lo que conlleva que en ocasiones puede haber distintas opiniones legales (fatawa) sobre el mismo aspecto de la Sharia, hecho que lleva a distintas escuelas de pensamiento (madhabs)”, explica Andérez.

Llevado al ámbito de las Finanzas Islámicas, los principios que deben regirla son la prohibición de la riba (interés); la prohibición de la incertidumbre (gharar); la prohibición de la especulación (maisir) y la prohibición del juego (qimar).

Respecto a la prohibición de la riba “no implica, sin embargo, que la financiación islámica no permita obtener una ganancia o beneficio al financiador, sino que este beneficio no se obtenga de un mero interés prefijado derivado del préstamo de dinero y por el mero transcurso del tiempo, sino que debe provenir un criterio de compartir riesgos y beneficios entre el financiador y el cliente”. Esto significa el mantenimiento del statu quo entre las partes negociadoras.

En busca de financiación externa

Hace pocos días en una jornada sobre España-Países Árabes: balance y futuro, organizada por Casa Árabe, el director de Internacional de la Cámara de España, Alfredo Bonet, y el presidente de la Comisión de CEOE para el Mediterráneo, África y Oriente Medio, Juan Canals, coincidieron en apuntar que estos países son “un mercado” para las empresas españolas, en el que las principales oportunidades se encuentran en las infraestructuras de transporte por el crecimiento que van a experimentar las ciudades, así como en las energías renovables y el agua, como parte de la estrategia de sostenibilidad de los gobiernos.

Además de la “oportunidad que supone la diversificación de las economías de los países árabes y las políticas de apertura económica orientadas a potenciar el sector privado” el presidente de CESCE, Jaime García-Legaz, hizo hincapié en que “la caída del precio del petróleo va a obligar a los países árabes productores a cambiar su planificación financiera. Antes contrataban, pagaban a tocateja, no tenían deuda y acumulaban el ahorro en fondos soberanos. En cambio, ahora les toca tirar de la hucha y tendrán que recurrir a la financiación externa”.

En el caso de España, las relaciones económicas “han estado marcadas por la preeminencia de la contratación pública. Aquí, el Estado ha jugado un papel protagonista aportando las garantías necesarias, a través de CESCE, para que los empresarios puedan desarrollar sus proyectos”. Es el caso de la construcción del AVE a La Meca, el metro de Riad o el de Doha.

La compañía cuenta con 9.000 millones al año en avales para respaldar la financiación de proyectos, “de los que se quedan sin emplear en torno a 6.000 millones”, puntualizó, animando a los embajadores y representantes de los países árabes a utilizarlos como herramientas para abrir las puertas de las entidades financieras.