El galimatías de revalorizar las pensiones de los autónomos

La reforma de las pensiones de 2013 trajo consigo dos nuevas fórmulas que levantaron ampollas entre políticos y pensionistas. Hoy, tanto el Factor de Sostenibilidad como el Índice de Revalorización están en tela de juicio, pero mientras tanto, ¿cómo afectan a la pensión de los autónomos?.
El galimatías de revalorizar las pensiones de los autónomos

El mes de mayo cerró con un total de 1.944.753 pensionistas en el RETA (Régimen General de Trabajadores Autónomos), que perciben una pensión media de 638,17 euros al mes. En el caso de los más de 1,27 millones de jubilados la nómina se eleva hasta los 709,47 euros mensuales.

En la mente de todos ellos, el sempiterno “¿cuánto me va a subir la pensión?”. Pregunta que podría tener en los próximos meses una respuesta distinta a la que se viene dando desde 2013, año en el que se produjo la controvertida ‘Reforma de las Pensiones’ del Gobierno de Mariano Rajoy, cuyo objetivo era ir cerrando el agujero de la Seguridad Social, que este año superará los 18.000 millones de euros. De éstos, sólo el 7% se puede imputar al régimen de autónomos.

De llevarse adelante el acuerdo al que, según afirman fuentes próximas al Pacto de Toledo, se habría producido entre Partido Popular y PSOE, el Gobierno estaría dispuesto a “dulcificar” tanto el Factor de Sostenibilidad como el Índice de Revalorización de las pensiones, y éstas podrían subir en torno al 2% el año próximo. Ahora bien, mientras se dilucida la nueva fórmula, ¿cómo afectan ambos mecanismos a las pensiones de los autónomos?

Índice de Revalorización

 

Hasta el 1 de enero de 2014 las pensiones se actualizaban según el IPC, es decir, subían en el mismo porcentaje que lo hacían los precios. Además, tal y como ya ocurrió en 2010 durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, podían ser “congeladas”. Con la llegada de Mariano Rajoy, se diseña un nuevo mecanismo ligado a la evolución de las cuentas del sistema, es decir, tiene en cuenta tanto el crecimiento de la pensión media como el número de pensiones así como la inflación, los ingresos y los gastos del sistema.

Se establecen así unos topes mínimos y máximos de común aplicación a todos los regímenes y cuyo objetivo es contribuir a la sostenibilidad del sistema. El tope por arriba se calcula en base al IPC más el 0,50%, algo que a todos los efectos resulta razonable. La polémica viene suscitada por el mínimo del 0,25% con el que se pretende garantizar la subida anual de las pensiones. Ahora bien, la fórmula funciona en entornos en los que la inflación sea negativa, o lo que es lo mismo, que caigan los precios, pero desde el momento en el que la economía se recupera y la cesta de la compra empieza a sumar euros, los pensionistas pierden poder adquisitivo.

El mejor ejemplo lo tenemos con los datos del IPC conocidos esta mañana. Éste ha marcado un ritmo de crecimiento del 1,99%, o lo que es lo mismo, 1,74 puntos por encima de la subida de las pensiones.

Factor de sostenibilidad

 

Éste mecanismo que entrará en vigor en 2019 no es ni más ni menos que ajustar la pensión a la esperanza de vida. Esto es, en el momento de cobrar la primera pensión se divide la cuantía total a percibir entre las expectativas de supervivencia. El resultado es que se cobra menos, pero (en teoría) durante más años. Y sólo en teoría, ya que la mayoría no alcanza la edad que establece la esperanza de vida. De hecho algunos expertos apuntan a que en el momento en que se ponga en marcha, la nómina de pensionistas se reducirá un -0,47%.

Por otra parte y para cobrar el 100% de la pensión se exigirá haber cotizado un mínimo de 37 años lo cual, y pese a ampliarse la edad de jubilación hasta los 67 años, se promete complicado dados los índices de paro y la tardía incorporación de los jóvenes al mercado laboral.