Para ser puntos de entrega del comercio online

Los kioscos tienen un plan para renovarse

La caída de venta de las publicaciones periódicas en papel arrastra a los kioscos. El sector no está por conformarse y explora nuevos servicios como el de convertirse en puntos de entrega de artículos adquiridos por internet, para que la gente que no suele estar en casa pueda recogerlos cómodamente.

kiosco prensa
Los kioscos tienen un plan para renovarse

La profunda crisis que padece el sector del kiosco en España y en todo el mundo va emparejada, como no puede ser de otra forma, a la de las publicaciones periódicas en papel, el producto que les hizo nacer y el que en estos últimos años ha estado cavando su fosa. La caída de las ventas de la prensa periódica en papel por la irrupción de los medios digitales está poniendo en peligro a un sector que busca su renovación. Los números son muy claros: en 2012 existían en España 7.839 kioscos, en 2017 la cifra bajó hasta los 6.667, casi un 15% menos en sólo cinco años, según datos de la Asociación Nacional de Distribuidoras de Publicaciones.

La ciudad madrileña de Móstoles tiene poco más de 200.000 habitantes. Hace diez años contaba con 60 kioscos de venta de prensa. A día de hoy, sólo sobreviven 24. “Y estos datos sólo son cifras, lo peor son las personas”, declara a AyE el presidente de la Agrupación Nacional de Vendedores de Publicaciones, Rafael Artacho. Este veterano vendedor recuerda que el trabajo de kioskero “daba para vivir dignamente, mientras que ahora muchos se están viendo obligados a prescindir de empleados, cerrar a mediodía o incluso cerrar el negocio”.

El problema de los avales impide el relevo

La crisis de los periódicos y revistas en papel está propiciando que los avales y las condiciones que exigen las distribuidoras para explotar un puesto de venta en la calle “se hayan endurecido”, afirma el presidente de la Agrupación, quien añade “que han subido los importes de los avales o de las fianzas: ahora incluso cobran por llevarte el producto a los kioscos (entre 600 y 700 euros al mes) y hay hasta comisiones de apertura”.

Para aliviar estos problemas financieros, la Agrupación Nacional de Vendedores de Publicaciones, firmó hace unos días con Cajamar un convenio que les ofrece facilidades de financiación y en el que destacan las dirigidas a la concesión de avales.

Este endurecimiento de las condiciones en las que trabajan ahora los kioscos -menores ventas y peores condiciones financieras- han provocado que pocos quieran seguir por el camino que ellos iniciaron y haya problemas de relevo. Artacho destaca “la escasísima renovación de titulares” de kioscos cuando les llega la edad de jubilación o se retiran por cualquier causa.

Venta de nuevos productos

Por estos motivos, se impone una profunda trasformación del negocio de venta de publicaciones en kiosco. Rafael Artacho utiliza la máxima de “renovarse o morir” y la tienen grabada a fuego todos los kiosqueros de España. El giro para sobrevivir pasa, fundamentalmente, por comercializar otro tipo de productos y convertirse en un punto de venta clave en los barrios.

Pero lo que podría ser la verdadera clave y el futuro de los kioscos está en que las grandes plataformas de venta on-line y sus usuarios confíen en los kioscos como punto de recogida de artículos. Esta función les otorgaría una nueva utilidad, dado que muchos clientes de estas plataformas de venta por internet no suelen estar en casa y necesitan un punto que recoja el producto que han comprado y se lo entregue cómodamente en el momento que quiera. 

Y otra muestra de su voluntad de reinventarse fueron las conversaciones con ciertas entidades financieras para que los kioscos pudieran funcionar también como cajeros automáticos. No pudo ser. No obstante, el sector no se rinde. “Lo que verdaderamente no puede ser es que se pierda la costumbre de ir al kiosco del barrio”, sentencia Rafael Artacho. 

Lo que sí está funcionando son los nuevos productos al margen de las publicaciones como son las tarjetas y bonos para los medios del transporte público en las grandes ciudades, entradas para espectáculos, refrescos o golosinas. Todos buscan un remedio. Depende, eso sí, del ayuntamiento en cuestión. No hay criterios uniformes y lo que autoriza un consistorio puede denegarlo el de al lado. “Se da la paradoja de que productos cuya venta sí está permitida en el epígrafe del Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), no podemos venderlos nosotros porque no lo permite el ayuntamiento de turno”, dice Artacho.

Los vendedores de publicaciones son trabajadores autónomos, individuales o societarios, pero el hecho de que el kiosco esté instalado en suelo público les hace dependientes de los permisos y las ordenanzas municipales.