Una demanda histórica del colectivo

Las mariscadoras logran por fin que se reconozcan sus dolencias como enfermedad profesional

La  Seguridad Social se ha avenido a reconocer hasta seis dolencias propias de mariscadoras y rederas como enfermedad profesional. Su inclusión en el catálogo facilita la labor de las mutuas y cumple una de las demandas históricas del colectivo.
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Las mariscadoras logran por fin que se reconozcan sus dolencias como enfermedad profesional

A las mariscadoras gallegas, el mar les da tanto como les quita. Estas autónomas (según el censo, el 80% son mujeres de más de 40 años) se enfrentan cada día a una de las actividades más duras y -hasta ahora- desprotegidas en España.  

La mar no perdona, "abundan los casos de reuma, artritis o artrosis. No se tienen en cuenta nuestras enfermedades profesionales. Al igual que a un camarero se le admiten dolencias como la del túnel carpiano por llevar la bandeja, deberían contemplarse las consecuencias de trabajar tantas horas en el mar” denunció hace unos meses a este periódico, Julia Haz, mariscadora y presidenta de la Asociación de Mariscadoras de Río Anllons.

Desde el 21 de marzo -día en el que Diario AyE publicó el artículo "Casi 4.000 mariscadoras dependen del mar para llegar a fin de mes"-, las cosas han cambiado y mucho para el colectivo. La semana pasada, las mariscadoras ganaron una batalla que llevaban décadas librando con la administración: que se reconocieran sus dolencias derivadas del trabajo en el mar como enfermedad profesional, y no como común.

Lo han logrado. La Dirección General de Ordenación de la Seguridad Social reconoció las dolencias propias de estas autónomas del mar como enfermedad derivada del desempeño de su actividad. Lo confirmó hace seis días la propia administración:  "Una de las históricas peticiones de rederas y mariscadoras ha sido la inclusión en el catálogo de enfermedades profesionales de una alusión directa a sus dolencias recurrentes". De este modo, y a partir de ahora, " las Mutuas Colaboradoras disponen de instrucciones específicas para considerar estas afecciones como enfermedad profesional en ambos colectivos".

Las reiteradas demandas del sector para que se dejaran de tratar muchas de sus dolencias como enfermedad común ya habían tenido algún resultado. En 2018, las asociaciones de mariscadoras y rederas lograron que el túnel carpiano se identificara, por primera vez, como afección derivada de su trabajo. Esta vez, han sido hasta seis las dolencias reconocidas como enfermedad profesional.

Son, según explicaron desde la Seguridad Social, "algunas afecciones que surgen de realizar actividades de carácter físico, en el exterior, con posturas forzadas y de movimientos repetitivos. Tener directrices claras ayuda a los profesionales de la salud y facilita su labor."

Nuevas dolencias recogidas como enfermedad profesional

A partir de ahora, se reconocen como enfermedades profesionales de los colectivos de rederas y mariscadoras el siguiente grupo de dolencias:

  • Epicondilitis y epitrocleitis en codos y brazos 
  • Tendinitis del abductor largo y extensor corto del pulgar (T. De Quervain) en muñeca y mano tenosinovitis estenosante digital (dedo en resorte) y del extensor largo del primer dedo 
  • Síndrome de compresión del ciático popliteo externo por compresión del mismo a nivel del cuello del peroné 
  • Parálisis del nervio radial por compresión del mismo 
  • Enfermedades infecciosas y parasitarias causadas por el contacto con la humedad 
  • Enfermedades infecciosas y parasitarias causadas por trabajar en zonas húmedas 

Sin embargo, y a pesar de su satisfacción, desde la Asociación de Mariscadoras de Río Anllons, aclararon que aún quedan enfermedades muy recurrentes por incluir. "En 30 años trabajando el mar, no he conocido a una sola compañera que haya contraído enfermedades infecciosas o parasitarias causadas por trabajar en zonas húmedas. Sin embargo, los casos de artrosis, artritis o dolores de espalda se cuentan por cientos, y esos, aún no se han incluido" explicó Julia Haz, presidenta de la asociación y mariscadora de 62 años. 

Esta autónoma no oculta lo duro que es el mar. "Lo peor es estar tantas horas en el agua. Los huesos acaban desgastándose. No te voy a negar que es un trabajo duro, pero no lo cambiaría por nada” afirmó. Describió el trabajo de oficina como algo parecido a una cárcel, y el marisqueo como algo que engancha, “desde que empiezas a trabajar te notas libre. Creo que somos las únicas autónomas sin estrés” bromeó la presidenta de la asociación de mariscadoras de Anllons.

"Todo lo que tenemos se lo debemos a nuestras abuelas"

Después de años reclamando mejores coberturas, que se reconocieran sus múltiples dolencias y pudieran tener acceso a mejores prestaciones, las mariscadoras han tenido el primer reconocimiento por parte de la administración de la particular dureza de su actividad. Rita Vidal, Vicepatrona mayor de la Cofradía de Carril y, por supuesto, mariscadora, lleva toda una vida viviendo del mar y aseguró haber visto mejoras significativas en el sector.

Eso sí, recordó que “todo lo que tenemos, se lo debemos a nuestras abuelas. Ellas trabajaban sin seguros sociales, no tenían cupos y laboraban a cualquier hora, de día o de noche, para sacar adelante a familias enteras. Ahora, las cosas han cambiado para bien pero, aún así, seguimos muy desamparadas. Aún queda mucho por hacer en este oficio".

El mayor problema del sector sigue siendo la jubilación. ¿Cómo va a retirarse una mariscadora a los 67 años? “A esa edad muchas ya están agonizando cuando se meten al mar” concluyó Vidal.