El realismo de Soledad Fernández vuelve a Madrid

Hasta el próximo 15 de enero la pintora Soledad Fernández expone sus obras más recientes en la sala Puerta de Alcalá de Madrid. Una veintena de cuadros y algunos dibujos fieles al estilo de la artista madrileña, maestra de la figura femenina.

El realismo de Soledad Fernández vuelve a Madrid

Soledad Fernández, que se define como “realista, no hiperrealista”, se ha dedicado “desde siempre” al cuerpo humano, en especial al femenino, si bien el bodegón es otra de sus preferencias. “La figura de la mujer y su desnudo son eternos, existen desde que el arte es arte”, declara a AyE. Añade que, aunque ha dado forma a figuras humanas desde que empezó a pintar siendo casi una niña, fue en los años 80 “al imponerse la moda de los paisajes urbanos hiperrealistas, cuando decidí dedicarme mucho más al cuerpo humano y al desnudo”. De ese modo, se individualizó y logró un estilo propio, hasta el punto que ahora “todo el mundo me conoce por mis figuras, me dicen que son algo mío”. Treinta años después de tomar la decisión de pintar el cuerpo de la mujer desde todos los puntos de vista, la crítica especializada la considera una de las mejores artistas en su género.

En sus cuadros abundan los desnudos femeninos, aunque también pinta a hombres y partes del cuerpo como las manos. Muchos de ellos muestran a mujeres envueltas en telas finísimas, mantones, periódicos e incluso flores. Soledad Fernández afirma que, en el caso de la prensa como elemento del cuadro, quiere representar el presente junto a un tema tan atemporal como el cuerpo.

Colorido

En los últimos tiempos, la artista se ha decantado hacia colores más vivos a través los tradicionales mantones. Estas prendas, “que siempre me han gustado mucho”, sirven para cubrir a las figuras pero también para dotar a sus pinturas de un colorido intenso y fresco. “Soy sobria en los colores pero en esta última época he querido darles protagonismo en los cuadros por medio de los mantones”, explica. Confiesa además que reproducir este tipo de telas con realismo “tiene su dificultad y supone un reto”.

A la pintora madrileña también le gustan los bodegones, otra constante en la historia del arte. En ellos destacan los membrillos, “un objeto principal en este género que nos agrada a los pintores por su forma, por sus distorsiones y por su colorido, en definitiva, porque es un elemento muy pictórico”, explica Soledad. “Al ver esta fruta, siempre dan ganas de pintarla”.