El nuevo Bentley Continental GT V8

Posiblemente, el mejor Gran Turismo que existe actualmente en el mercado

La inmensa mayoría sabemos que está completamente fuera de nuestras posibilidades. Pero eso no quita para que nos guste apreciar estos coche excesivos en todo los ámbitos, lujosos hasta el paroxismo, enorme, exquisito en sus acabados y montados a mano. Nos referimos al Bentley Continental GT V8 que ofrece una experiencia de conducción casi mística.
Bentley Continental GT V8
Imagen del Bentley Continental GT V8.
Posiblemente, el mejor Gran Turismo que existe actualmente en el mercado

Si alguien nos habla de un coche que desarrolla 550 CV con un motor biturbo de ocho cilindros en V, que acelera de 0 a 100 en 4 segundos y que alcanza una velocidad máxima de 318 kilómetros por hora, lo más probable es que se nos vengan a la cabeza marcas como Ferrari, Lamborghini o Porsche. Pero si añade que puede equipar un equipo de sonido de 2.500 vatios de potencia, que está tapizado con cuero legítimo, el salpicadero es de madera de verdad y que permite realizar largos viajes con la mayor de las comodidades, la cosa ya no está tan clara.

Los Gran Turismo conjugan comodidad, lujo, exquisitez y prestaciones

Los coches que permiten esos usos son los llamados Gran Turismo, coupés deportivos de cuatro plazas o con la configuración llamada 2+2, es decir, dos plazas delanteras cómodas y dos traseras a las que llamaremos plazas por llamarles algo, normalmente útiles apenas para colocar un par de bolsas de viaje o dos niños.

Estos GT suelen ser automóviles grandes, de peso elevado, motor central delantero muy potente y grandes prestaciones. Entre ellos, parece haber un consenso casi total de que el mejor de todos es el Bentley Continental GT V8.

Aunque no lo parece en absoluto por el delicado diseño y equilibrio de sus volúmenes, este Bentley que parece haber sido esculpido por Miguel Ángel por su perfección, mide nada menos que 4,85 metros de largo, con una anchura de 1,95 metros y 1,40 metros de alto. La distancia entre ejes, como también es normal en estos coches, es enorme: nada menos que 2,85 metros y pesa, según ficha técnica 2.164 kilos.  El tamaño es descomunal, pero no lo aparenta.

Su exterior, impactante, tiene el frontal presidido por una enorme calandra enrejillada, típica de Bentley, y unos faros full led que convierten la noche en día. Su lateral es un canto al automóvil, pudiendo disponer de una amplísima gama de pinturas, como el bronce Bentayga, el clásico British Racing Green, tan típico de los Bentley, o el espectacular Moroccan Blue, que según nos dice el catálogo, nos trae reminiscencias de los cielos sobre Marrakech y de las aguas de Essaouira.

El interior es difícilmente superable. Los asientos delanteros puede que sean los más cómodos del mercado y para los viajes largos nos proporcionan calefacción, ventilación, masaje y todos los ajustes eléctricos que seamos capaces de imaginar. Sentados en ellos, después de admirar la exquisitez de ese interior, nos encontramos frente a un salpicadero que podremos elegir entre raíz de nogal, eucaliptus u otras maderas nobles e, incluso, fibra de carbono. El cuero, en un solo color o bitono, invade todo aquello que no está cubierto por madera, con una calidad y suavidad que más recuerda a la alta costura que a la automoción. Sirva como ejemplo del cuidado que se pone en estos coches montados a mano, que la piel del volante se perfora con un tenedor para mantener la distancia exacta entre las costuras y después se cose a mano. Algo de otro tiempo y otro nivel.

No pueden faltar las nuevas tecnologías: salpicadero digital (aunque no lo parezca, tal es la calidad de los falsos relojes analógicos que se proyectan en él), todo tipo de conectividades posibles y una pantalla de gran formato central. Pero es un Bentley. Con pulsar un botón, el salpicadero gira sobre sí mismo y ofrece tres relojes analógicos de toda la vida y, si incluso esa información nos parece innecesaria, otra pulsación y el salpicadero vuelve a girar para mostrar sólo una superficie de madera lisa.

Los asientos traseros son muy confortables aunque de escaso tamaño para personas de elevada estatura. Eso sí, sólo dos. La configuración es de cuatro plazas.

El maletero apenas cubica 358 litros, un volumen muy justo para el tamaño del coche, pero siempre podremos usar las plazas traseras o comprar ropa cuando lleguemos a nuestro destino.

Las sensaciones son, simple y llanamente, de otro mundo

Al volante, las aceleraciones son escandalosas. El motor, ayudado por sus dos turbos, nos empuja contra los mullidos asientos con sus 770 Nm de par máximo entre las 2.000 y las 4.000 revoluciones por minuto, pudiendo elegir entre varios modos de conducción aunque el modo Bentley será el más elegido por sus usuarios para los largos desplazamientos por autopista, donde encuentra su hábitat natural o el modo sport para carreteras viradas.

 En cualquier caso, las prestaciones son de deportivo puro, con una conducción segura, confortable, suave, fácil pero altamente efectiva. El coche va por su sitio, aplomado y permite ir muy rápido. No parece posible que un coche de ese tamaño y peso pueda conducirse así. Y frenarse, porque frena como si pesara 1.000 kilos menos. Su caja de cambios automática de 8 relaciones está cercana a la perfección, si bien las levas son más pequeñas de lo deseable y fijas en la columna de la dirección.

Podemos encadenar curvas eternamente sin sentir ninguna fatiga, no digamos ya kilómetros de autopista y aunque el consumo no será posiblemente un problema para un cliente de Bentley, es verdad que en autopista las medias serán más o menos las del catálogo, unos 11,8 a los 100, pero en uso intensivo, estaremos entre 25 y 30 litros de media.

Con las opciones que incorpora este gran turismo y el prestigio que da la marca, no extraña que su precio ronde los los 300.000 euros.  Un posible cliente no se fijará jamás en si el maletero es pequeño o si el consumo es elevado. Va buscando otras cosas, justamente lo que este coche ofrece. Aunque esté destinado seguramente a unos pocos.