La historia del joven emprendedor extremeño que triunfó en Europa con 300 euros de capital y una furgoneta
Jamón Appétit es la historia de un joven autónomo extremeño que con 300 euros en el bolsillo y una vieja furgoneta, ha triunfado en los restaurantes gourmet de media Europa. Emilio Ruíz Lerga tiene ahora 33 años, es natural de Llerena, estudió cine y un día decidió viajar para aprender idiomas. Pero la vida le llevó a ser emprendedor y embajador de los productos de su tierra.
Este joven autónomo no sabe muy bien cómo comenzó su andadura. Tomó una vieja furgoneta que llevaba 10 años sin utilizar y, a pincel, dibujó motivos de su tierra, cómo la torre de su pueblo, Llerena. “Todo fue improvisado. Yo quería aprender francés, no tenía mucho dinero y lo poco que tenía decidí invertirlo en un par de patas de jamón de mi pueblo para poder venderlas en distintos festivales y eventos para así poder seguir viajando”, recuerda el extremeño. Su primera parada fue Francia, donde descubrió que el jamón triunfaba entre el público francés. Es ahí donde surgió la chispa, el dueño de un restaurante francés le pidió más ibéricos, pero él no tenía aún ningún negocio en mente. El público se concentraba frente a él para comer el jamón que un pequeño productor amigo de su familia le había dado. En ese instante, Emilio se dio de alta como autónomo y pensó “voy a hacer lo mismo en todos los países de Europa, voy a buscar clientes y voy a vender este producto exclusivo de mi tierra”.
Francia, Bélgica, Holanda, Italia, Suiza, Austria,....
Preparó su furgoneta e introdujo todos los jamones que pudo en la funda de un violonchelo. Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia del norte, Suiza o Austria fueron algunos de los países que, a lo largo de dos años, visitó este emprendedor con la esperanza de cautivar a los restaurantes gourmets más prestigiosos. “Mi vida estaba llena de contrastes, vivía en una furgoneta donde convivía con los jamones. Pero no podía presentarme a los clientes como un nómada. En mi coche vivía con albornoz y de forma rudimentaria, pero cuando tenía que concretar una venta me vestía de traje y bajaba con la funda de mi violonchelo repleta de jamones”, narraba el autónomo. Los clientes quedaron encantados, les costaba olvidar al estampa de un joven que acudía a sus restaurantes con la funda de un violoncelo repleta de jamones. “Muchos otros vendedores de embutidos ya habían intentado colocar este producto. En Francia, por ejemplo, lo conocen como pata negra, pero nadie les contaba las virtudes, origen, cariño e historia que existe detrás de cada pata de jamón; esa fue mi diferencia con respecto a la competencia”, afirmó Ruíz.
Una empresa familiar que se conoce en Europa
Este espíritu de romanticismo ha encaminado a que Jamón Appétit sea una empresa que trabaje desde la cercanía. Sus productos, ibérico de bellota e ibérico de campo, nada tienen que ver con el cerdo que se consume en el resto de Europa. Gracias a la colaboración con pequeños productores de su zona, el emprendedor extremeño ha envuelto de cariño y aventuras un producto que le han tornado como embajador de su tierra. “Tuve mucha fe en el negocio. Por las noches me ponía a estudiar idiomas en mi furgoneta para así poder hablar con los distintos restaurantes en los que me presentaba”, comentó Ruíz. Su constancia y sacrifico repletan de anécdotas los dos años que estuvo en la carretera por Europa, llegando incluso alcanzar países como Eslovenia o Croacia. Sin embargo, no todos los países acogieron su producto de la misma forma. Pero gracias a aquellos que si quedaron este joven ha conseguido formar un negocio familiar junto a su hermano y primo que ya factura alrededor de 300.000 euros al año.
“La gente queda encantada con nuestra historia y creo que es una de nuestras virtudes de cara al público. Además cuidamos hasta el más mínimo detalle para que nuestros productos narren dicha historia y la del propia cerdo”, afirmó el emprendedor extremeño. Además, su negocio está en continua expansión; aunque el jamón sea su producto estrella, pimentón de la tierra, aceites extremeños y distintos embutidos forman parte de su catálogo.
Nuevas oportunidades en tiempos de Covid-19
Al contrario de lo que cabría pensar, la empresa extremeña ha encontrado un coste de oportunidad en tiempos de pandemia. Gracias a un sistema de distribución que en 24 horas lleva el producto a la casa del consumidor, las ventas online se han disparado gracias a la confianza que generan una marca autóctona, consciente con el medioambiente y que trabaja con pequeños productores de la zona.
Con un pequeño almacén en el centro de Llerena, seleccionan con sumo cuidado el producto que van a vender. Asimismo, acaban de lanzar una línea de ibéricos que recupera el alma de cineasta del joven emprendedor. Se trata de una edición limitada, a modo de colección especial de cine, con embutidos envasados al vacío que explican con todo lujo de detalles, cual película, su origen hasta llegar al paladar del consumidor. “A pesar de que nuestro negocio con los restaurantes haya disminuido, algo coyuntural a toda la hostelería a raíz de la pandemia, los regalos en cestas de empresa a nivel nacional y a particulares han aumentado considerablemente. La gente confía en nosotros. Nuestra historia tiene algo diferente, a muchos les ha inspirado y eso es lo que el cliente realmente valora”, añadió el extremeño. Esta dinámica o branding de marca ha cautivado a su público que no para de crecer cada día.
Asimismo, aunque no podemos desvelarlo, con la tranquilidad y el respaldo que este negocio le están dando a Emilio, piensa introducirse en nuevos productos de cara al futuro. Sin embargo su ambición es mantener la esencia de aquel joven que cogió una furgoneta para conquistar Europa..