Casa Rural El Huerto del Abuelo, Almiruete (Guadalajara)

De montañeros a anfitriones en un ‘resort’ de tres espigas

A principios del milenio, la precariedad del mercado de trabajo, los elevados precios de la vivienda y las ganas de aportar valor a una zona de enorme riqueza turística y medioambiental llevaron a Alberto y Arancha a poner la primera piedra de un “alojamiento rural” en el corazón de la ruta de la Arquitectura Negra. Quince años después El Huerto del Abuelo se ha convertido en un "oasis" de relax para el urbanita.

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De montañeros a anfitriones en un ‘resort’ de tres espigas

“¡Imagínate lo que significaba!, con 24 años nos premiaron con 66.000 euros a fondo perdido y un aval de Ibercaja para arrancar nuestro proyecto… Ya no había marcha atrás”. Plena de ilusión, los ojos elevados hacia el hipocampo y con el mismo brillo de hace más de 15 años, Arancha recuerda el momento en el que ella, el que es hoy su pareja, Alberto y su por entonces proyecto 'casa rural El Huerto del Abuelo', resultaron ganadores de la Iniciativa Empresarial IDEA, convocados por la Consejería de Turismo e Industria de Castilla la Mancha.

La inyección económica que recibieron estos emprendedores rurales en el año 2000 -la mayor que se había otorgado hasta la fecha- fue el principio de un sueño que arrancó en los años 90, cuando Alberto participó en un curso de formación de guías de turismo organizado por la Mancomunidad de Servicios del Ocejón (Guadalajara). “Fue un curso muy amplio en el que nos dimos cuenta del valor medio - ambiental y turístico de la zona donde disfrutábamos los fines de semana de ocio. Éramos montañeros enganchados al mundo rural”.  Por aquel entonces la zona estaba yerma de turistas y visitantes, “apenas existían restaurantes para comer y mucho menos camas para alojarse, ¡con el potencial que tenía!”, exclama.  

Sin embargo, todavía era demasiado pronto. “Teníamos 16 años, y la imposibilidad era total en todos los sentidos”. Hubieron de transcurrir ocho años y un largo periplo de sinsabores para que, con el inicio del milenio dieran un paso adelante y sin retorno. “Estuvimos dando tumbos de un sitio para otro, contratos precarios, condiciones laborales malas y con pocas expectativas de nada. Comprarse una casa en Madrid o simplemente salir de casa de nuestros padres era ciencia ficción”.

Con la memoria de un primer proyecto se presentaron entonces a los premios convocados por la Asociación de Jóvenes Empresarios de Guadalajara. Quedaron en segundo lugar, “aunque no hubo más que un reconocimiento simbólico nos ayudó a ilusionarnos y seguir avanzando”. A partir de ahí visitas al Ayuntamiento y la “valiosa e imprescindible” colaboración de un agente de Desarrollo Local, “se portó fenomenal. Lo hizo mucho más fácil. Nos proporcionó una gran cantidad de información acerca de posibles ayudas con fondos europeos y nos asesoró sobre los trámites y todo lo que conlleva (bueno y malo) ser autónomo”. Después el premio y las obras.

Así fue como dos días antes de la festividad del Pilar, el 10 de octubre de 2003, casa rural El Huerto del Abuelo abrió sus puertas, las de su spa, su restaurante y sus siete coloridas habitaciones (cuatro de ellas abuhardilladas). Poco después se convertiría en el primer “alojamiento rural” de la provincia de Guadalajara en ser valorado con tres espigas, la máxima distinción de calidad para este tipo de alojamientos en Castilla la Mancha.  “Habíamos apostado por la calidad y por ofrecer servicios diferentes a los de nuestra competencia, la administración valoró el conjunto y se nos otorgaron las tres espigas. ¡Un orgullo sin lugar a dudas! No éramos una casa rural, no éramos un hotel, no éramos un restaurante… Habíamos creado un alojamiento rural con las características del mejor hotel, con lujos de resort, con una mimada gastronomía, servicios al visitante en un entorno rural por descubrir y en un pueblo de apenas cinco vecinos”.

Piedras negras

Llegar al jacuzzi, la sauna, la tumbona térmica, la ducha escocesa o la carta de masajes no ha sido precisamente un camino de rosas. “Lo primero fue explicar a dos familias que vas a hipotecarte en una aldea con un proyecto de más de 300.000 euros, 24 años y sin ningún colchón económico. Lo segundo, la juventud y sobre todo la inexperiencia. No teníamos ni idea de cómo gestionar una empresa, y mucho menos de cómo construir un hotel. Había que imaginarse todo, desde cómo serían las habitaciones hasta como serían unas simples cucharas, ¡una locura!”, relata Arancha.

A ello había que añadir las piedras, negras como las de la arquitectura que rodea su casa, de la burocracia y la financiación. “Es inaudito el maremagnun de normativas, permisos y papeleos… Tuvimos que ir de ventanilla en ventanilla, con información a veces contradictoria, viajes y paseos que eran desesperantes… ¡De locos!”. Pese a que la aportación económica del concurso se completaba con un aval “tuvimos que luchar con la entidad por nuestro proyecto, tuvimos que vendérserlo sin ninguna experiencia financiera y mucho menos de negociación”.

Huerto Abuelo_Cava_Spa

Arancha hace una pausa. Mira a su alrededor y se sincera, “¡ha merecido la pena!. Nos ha cambiado la vida. Hemos aprendido muchísimo. Es como si hubiéramos realizado una carrera, pero cada día seguimos aprendiendo. Algo que no habíamos sopesado al comenzar esta aventura, era que una empresa propia te absorbe todo el día y todos los días. Complica mucho conciliar la vida familiar y personal. No es lo mismo acudir a tu trabajo con tu horario, con tus vacaciones, sabiendo que a primero de mes te van a ingresar una nómina, que tener tu negocio, en el que no dispones de nada definido, pero que te permite una libertad sobre todo mental que un trabajador a cuenta ajena no tiene”. Y añade, “te da la posibilidad de estar mentalmente muy activo y despierto, no puedes dormirte en ningún momento y siempre tienes que estar pensando como innovar o mejorar”.

Clientes internacionales

Para Arancha y Alberto la gran aportación del turismo rural es “encontrarse con lo no Habitual, pueblos pequeños, tranquilidad y sobre todo anonimato”. 

En estos quince años sus clientes han cambiado mucho pero la esencia sigue siendo la misma. Escapar de la ciudad, salir del estrés y la rutina, reencontrarnos con nosotros mismos… “Tenemos un cliente que le gusta la naturaleza, pero busca un alojamiento para descansar y que tenga todos los servicios que precise, una habitación cómoda y sobre todo los servicios de restauración o spa. Otros, simplemente buscan un alojamiento completo, y al llegar descubren este entorno tan bello. Algunos vienen a relajarse y ni siquiera salen del alojamiento”. 

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Las nuevas tecnologías también han resultado muy positivas para su negocio dándoles la posibilidad, en cierto modo, de internacionalizarse. “Aplicaciones como google maps nos sitúan geográficamente cerca del Aeropuerto Adolfo Suarez (Madrid - Barajas), y cada vez son más los clientes extranjeros que nos utilizan como plataforma para visitar Madrid o como puente entre el norte y sur de la Península en su viaje, es realmente curioso”.

También han percibido una evolución en el tipo de turista, “es más exigente que cuando comenzamos y le da igual que estés en una zona con muchas dificultades por la falta de población o comunicaciones, exige los servicios del mejor hotel. Esto nos hace estar muy alerta en todo momento y adaptar el alojamiento a las necesidades y preferencias que los clientes nos vaya indicando”. Entre ellas la posibilidad de contratar packs de noches tanto en fines de semana como de lunes a viernes con precios que oscilan entre los 75 y los 330 euros para dos personas según el número de noches y los servicios que se incluyan. 

Y, de cara al futuro… “potenciaremos nuestro oasis con mejoras tanto en los jardines como en las habitaciones para crear más espacios de relax e intimidad. El objetivo es que, como dicen muchos de nuestros clientes, El Huerto del Abuelo sea estar en otro mundo”.