Juan Pita, productor independiente

Reemprender una y otra vez en el mundo del teatro

Casi tres décadas de estrenos fallidos por “miedo escénico”, por adelantarse a su tiempo, por no estar en el lugar y en el momento adecuado. Pero todo llega, y como dice Sabina “a sus cincuenta y tantos años ¡ya ves tú!” ha estrenado su primera producción teatral, “Nungharis, mejor que la sangre”, la historia de un vampiro decimonónico que, como muchos emprendedores, ha de adaptarse a las innovaciones del siglo XXI para sobrevivir.

Nungharis
Reemprender una y otra vez en el mundo del teatro

“La mayoría de las historias del cine son historias tristes. Se invierte mucho tiempo y esfuerzo para no llegar a buen puerto en la mayor parte de los intentos”, así resume Juan Pita el día a día de su profesión, productor de cine y teatro. La historia de Juan es una historia de cómo el fracaso es un valor añadido necesario para alcanzar el éxito. “Fracaso y éxito tienen una interpretación relativa”, afirma. Y es que, en sus casi treinta años como emprendedor de las artes escénicas ha tenido que cerrar la taquilla con la caja vacía unas cuantas veces. Tal es así que “de cada seis proyectos cinematográficos que se inician en España sólo uno es financiado”.

Esta realidad que se oculta tras el glamour de la alfombra roja es el pan nuestro de cada día de los productores independientes, “hay que elegir bien, centrar tus esfuerzos y saber que vas a dedicar cuatro años de tu vida o mas en sacar un proyecto adelante que, quizá, no llegue a ver la luz”. Cuatro años en los que hay que pagar sueldos y de sacrificar alguno “el primero es el nuestro”, relata Pita.

El origen de su historial de emprendimientos enraíza en su época estudiantil. Cumpliendo con rigor el manual del buen hijo estudió derecho. Pero su “amor” por el séptimo arte pudo más que los lazos de sangres, “me rebelé contra los cánones familiares (sonríe y resopla) y en el año 91 hice las maletas y marché a Estados Unidos donde estudié producción de cine”.  Allí pasó cuatro años en los que tuvo que “sobrevivir” desempeñando trabajos como eléctrico, asistente de grip -profesionales que mueven las cámaras para lograr tomas con secuencias desde diferentes ángulos-, desarrollador y lector de guiones en Los Ángeles…  

Tras ese periplo regresa a España y, en el año 96, BRB internacional -productora de David el Gnomo, Dartacán y los Tres Mosqueperros, entre otras-, le ficha como director de producción. Un puesto que le permitió llegar hasta China. Pese a la estabilidad de su posición Pita, renuncia a los dos años para montar una productora. “Quería hacer películas e intenté sacar un proyecto adelante y… me costó”, e insiste, “me costó”.

Juan consiguió financiar la que hubiera sido su opera prima de forma estándar, “cualquier película se financia a través de subvenciones – que suponen un tercio del coste de la producción- y derechos de autor”. Perdida sin norte, escrita por Juan Luis Iborra y que hubieran interpretado Rosy de Palma y Loles León, nunca llegó a proyectarse. “Trabajamos en ella durante dos años pero en el último momento el director sufrió miedo escénico y se retiró del proyecto. Televisión Española, que nos financiaba los derechos, nos nos dio opción a sustituirlo y rescindió el contrato. Nos costó tres años de esfuerzo que quedaron en nada”.

Pita no se rindió. Junto con otro socio, en 2008, montó Prusland, una empresa tecnológica de marketing y publicidad online con soporte de vídeo, “una especie de youtube en el que los productores de los vídeos elegían el anuncio que querían que acompañase a su contenido y era difundido por los distribuidores. Conseguimos convencer a los anunciantes de que eran los productores quienes debían elegir el tipo de anuncio por algo tan sencillo como el principio de afinidad con su público”, explica. Pese a ser pioneros de un producto de éxito, conseguir hacer break even (cubrir gastos), tener una plantilla de 15 personas y tener clientes como Coca – cola o Play Station, Prusland no se encontró en el lugar adecuado en el momento adecuado. “La publicidad es un sector muy complejo, hay que conocerlo muy bien. Nosotros no veníamos de ese mundo y no nos supimos manejar. Nos comió la inexperiencia”.

De ahí Juan intentó desarrollar una fintech, “nunca llegó a nacer”. Necesitaba mucha I+D, ya que incorporábamos la inteligencia emocional a los parámetros de riesgo. “Queríamos ser una alternativa a la inteligencia emocional, pero nos quedamos a medias por lo elevadísimo de la inversión que se necesitaba”, comenta.

Precisamente el caer en este quinto bache es lo que le devolvió en 2016 a los escenarios. Pita coincide con Javier San Román, autor y director de Nungharis, la historia de un vampiro decimonónico en decadencia al que el siglo XXI, la revolución digital y las nuevas modas, le convierten en ‘el drácula del gazpacho sin ajo’, con el que “esperamos repetir temporada”.

Pagarse un máster "por amor al arte"

Con un presupuesto de apenas 7.000 euros sacados de su bolsillo, la obra, que se representa en los teatros Luchana de Madrid, fue pensada para el microteatro, pero poco a poco fue creciendo. Tanto que “quise ir a lo grande. Intenté estrenar en el Marquina, el Gran Vía, pero necesitas una primera figura. Entonces enviamos el guión a cuatro figuras importantes del cine y del teatro… Ni se lo leyeron. Perdimos el tiempo”.

Así, Nungahris paso a formar parte de las pequeñas grandes representaciones del teatro independiente que se ensayó durante las seis semanas previas al estreno en los locales de la Fundación First Team de la actriz, directora y emprendedora Asumpta Serna. El resultado, tras haber estrenado en julio y agosto es que “hemos defendido taquilla”.  A este respecto Pita advierte a futuros productores independientes “nunca inviertas 7.000 euros si no vas a invertir otros 4.000 más en publicidad, y principalmente en redes sociales. Nadie entra en un teatro porque ha visto un cartel en la calle, sino porque lo ha escuchado en redes sociales”. Inversión que resulta paradójica en un sector “que es ajeno a las nuevas tecnologías”.

Con tan poca inversión la pregunta es más que obligada, ¿se recupera la inversión?; “No. No vamos a recuperar la inversión hasta que repitamos temporada en Madrid, que es lo que estamos intentado ahora, o lo giremos por España en los teatros de las comunidades autónomas”. Entonces, ¿qué ocurre con los salarios ? -Juan ríe- “el director y el productor no cobramos. Los actores y el resto del equipo cobran según taquilla que se suma al mínimo por convenio de la Unión de Actores. Y, ¿realmente compensa? “me he pagado un máster con todo esto. Hay que tener mucho amor al arte para meterte en esto”. Y añade, “y un respaldo que te permita aguantar”. Aún así, “hay que buscar siempre el éxito”.  

Segunda oportunidad y cultura

Todo lo que ha experimentado ha hecho que para Juan Pita, los términos fracaso y éxito tengan “una interpretación relativa. Mi vida laboral ha sido muy rica. Ningún proyecto se queda en blanco, da igual que se pongan en marcha en mundos diferentes porque uno siempre enriquece a otro. Mi carrera ha sido dolorosa pero apasionante”.

No obstante, se lamenta de que en España “no hay una verdadera segunda oportunidad. Nadie te ayuda eres tú mismo quien tiene que buscar la salida y abrir las puertas”. A ello se añade las trabas administrativas y fiscales, “sufrimos entre un 35% y un 40% de sobrecoste entre impuestos y cotizaciones. Eso nos mata económicamente”.

Más aún en si se trata del ámbito de la cultura. “Todos se apuntan al carro, pero verdaderamente no hay un apoyo real. Falta cultura del teatro en España. Prueba de ello es que no hay gente joven en los escenarios, no hay relevo generacional. Los grandes teatros perderían dinero de no ser por las subvenciones. Hay que fomentar el teatro, no sólo el público, también el independiente, que además no es tan caro como se dice. Se puede disfrutar de grandes representaciones por ocho o diez euros”. Y concluye “no te puedes definir como un país rico hasta que la ciudadanía apoya la cultura motu proprio”.