Hace años eran negocios muy rentables

Sólo 400 videoclubs en España sobreviven a la era internet

La cifra de videoclubs en España ha pasado de 7.000 a 400 en tan solo 13 años. Todavía quedan algunos pequeños negocios dedicados al alquiler de películas que aguantan los cambios en el sector y la competencia de internet. Aunque asumen que el suyo es un negocio abocado a la desaparición, estos comerciantes sobreviven ajustando los precios, ofreciendo un trato cercano al cliente y, muchos de ellos, diversificando.

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Sólo 400 videoclubs en España sobreviven a la era internet

Cada vez son menos los pequeños comercios dedicados al alquiler de películas que aguantan los cambios en el sector. La piratería, las “Smart tv” y las grandes plataformas online de entretenimiento han hecho que, actualmente, los videoclubs facturen hasta diez veces menos que hace 15 años. Poco queda de la época dorada del videoclub, dónde algunos de estos negocios tenían hasta 15.000 socios, alquilaban entorno a las 4.000 películas mensuales y, en muchas ocasiones, se quedaban con las estanterías vacías. Ahora, los que sobreviven lo hacen en muchos casos diversificando, especializándose y manteniendo siempre el trato cercano y el consejo al cliente.

Con la entrada de las plataformas online, muchos de estos negocios se han visto obligados a bajar sus precios, aunque reconocen que el pequeño comerciante no puede competir con estas multinacionales. “Nos mantenemos gracias al trato personal, apoyo y cercanía con el cliente. Los videoclubs no pueden combatir la oferta de corporaciones como Netflix o Movistar. Si queremos sobrevivir tenemos que buscar alternativas, fuentes de ingresos diferentes al alquiler de películas” explicó Montserrat Colomer, trabajadora del videoclub Tibidabo de Barcelona.

El punto de inflexión fue a mediados de 2005. La llegada de la piratería y el top manta fue el principio de una caída paulatina. Según la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videográfico (anemsevi) hace 13 años había unos 7000 videoclubs en España. El año pasado se hizo un recuento de entre 400 y 450. La solución para la mayoría de estos negocios supervivientes ha sido diversificar. Carlos Ramos, propietario del videoclub Puerta Sancho es un ejemplo de ello. Después de 30 años, este zaragozano explicó que se ha visto obligado a convertir su negocio en “multitienda”.  “Los autónomos que nos dedicamos al alquiler de películas luchamos con todo. Los impuestos, el alquiler del local y por supuesto, las grandes empresas que han hecho que las películas supongan apenas un 10% del total de la facturación de nuestro comercio”.

Trato individualizado

Sus clientes -explicó Ramos- son casi siempre los mismos, nostálgicos de estas tiendas y personas mayores que no han aprendido a manejarse con las nuevas tecnologías. Para sobrevivir, intentan bajar el precio a las películas, si estas plataformas las ofrecen a 3,90 euros, ellos las alquilan por 3. Sin embargo, el alquiler de cine no les aporta los suficientes ingresos. Se han visto obligados a diversificar, a vender prensa, y artículos más propios de una papelería que de un videoclub.

Para el propietario de este negocio, los pocos comercios de este tipo que siguen abiertos en la era de internet, el streaming y el “todo gratis” lo hacen por “amor al arte”, o por continuar con una larga tradición familiar. Ramos aseguró que su negocio le permite poco más que llegar a fin de mes, pero que durante los primeros 15 años le aportó gran rentabilidad. Hoy es uno de los pocos videoclubs que siguen abiertos en la capital aragonesa y pretende seguir así hasta que se jubile.

Para muchos, la desaparición de los videoclubs es cuestión de unos pocos años. “Nos mantenemos gracias a un trato individualizado, a conocer los gustos del cliente, y ofrecer alternativas adaptadas a cada uno de ellos. Pero esto no es suficiente para hacer frente al monopolio de compañías que ofrecen mucha variedad a precios muy bajos. Todos sabemos que, el nuestro, es un negocio que va a terminar más pronto que tarde, no creo que vaya a durar más de dos años” explicó Colomer del videoclub Tibidaba.

Un negocio sin futuro

Tras más de 33 años en el sector, el madrileño videoclub Tauro cerrará sus puertas en octubre. Miguel Ángel Macías, su propietario, explicó que desde 2005, todos los cambios en el consumo y distribución cinematográfica han hecho descender sus ingresos cada año más que el anterior. En 2006 este negocio alquilaba unas 4.000 películas mensuales, este año apenas ha conseguido alquilar 400 al mes. La piratería, las mejoras de internet, los cambios en la forma de ver cine y la entrada de grandes empresas como Netflix o Movistar al sector son, según Macías, las principales razones de la caída de estos comercios. “Me veo obligado a cerrar porque a penas llego a los 1.000 euros de beneficio al mes. Hay que aceptar que las cosas han cambiado, y que tarde o temprano desaparecerán la variedad de películas físicas, las recomendaciones y el trato cercano que ofrecen los videoclubs”. Concluyó Macías.