José Miguel Sánchez, psicólogo especialista en empresas

Los autónomos no deben tener miedo a pedir ayuda cuando les va mal

José Miguel Sánchez, psicólogo motivacional especialista en empresa y deporte, explica los tres pilares más importantes para que un autónomo dirija correctamente su negocio. “Es vital que si uno mismo no es capaz de solucionar un problema pida ayuda”.

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José Miguel Sánchez, psicólogo especialista en empresas.
Los autónomos no deben tener miedo a pedir ayuda cuando les va mal

“Muchos se quedan en la soledad del autónomo demasiadas veces, y no salen a pedir ayuda”, dice José Miguel Sánchez, psicólogo motivacional especialista en empresa y deporte. Ser el dueño de un negocio conlleva elevadas cotas de estrés. Demasiadas situaciones importantes que atender, una plantilla que gestionar, unos clientes que requieren atención y trabajo o un establecimiento que cuidar y mantener, entre un sinfín de escenarios que no hacen más que generar agobio.  

“Cuando en casa se te rompe una tubería llamas a un fontanero. Sin embargo, cuando algo no va bien en el negocio no buscamos la misma ayuda, creemos que podemos arreglarlo nosotros mismos”, señala Sánchez. Una de las claves cuando se trabaja solo, explica, es pedir ayuda en esas áreas que son más intangibles. Es algo que mucho autónomos entienden como un coste cuando, en realidad, es una inversión en su propio desarrollo.

José Miguel Sánchez trabaja con distintas organizaciones formando a sus profesionales y directivos. Normalmente formándolos en temas como liderazgo, gestión de plantillas, trabajo en equipo y gestión del estrés. Un trabajo que sirve para que el profesional se dé cuenta de aquellos aspectos que le sobrepasan, asuma lo que no está haciendo bien y comience a corregirlo. Su carrera de psicología y su formación como coach le permiten identificar aquellos aspectos más personales del trabajador que inciden directamente en el mal funcionamiento del negocio, y poder repararlos; ya que, como sostiene, “el dueño es la parte más importante de la empresa y, si él no funciona, tampoco va a funcionar la empresa”.

El trabajo de este especialista pasa por dialogar con el profesional sobre cuáles son los objetivos del proceso. Es decir, qué se pretende conseguir con esta ayuda que va a recibir. A partir aquí, comienza la formación, un proceso que dura entre siete y nueve sesiones, distanciadas entre 20 días y un mes. El motivo de dejar este lapso de tiempo es que el profesional aplique estos hábitos en su día a día durante este parón. Unos hábitos que se analizan en cada sesión posterior para asegurar su correcta aplicación.

Liderazgo, comunicación y toma de decisiones

Sánchez explica que hay muchos aspectos del autónomo, como de cualquier profesional con el que trabaja, que son susceptibles de trabajar y corregir, pero señala tres pilares básicos: el liderazgo, la comunicación y la toma de decisiones.

-Liderazgo:

El jefe autoritario está en desuso por ineficaz. El prototipo de empleador de “ordeno y mando”, y “lo que yo digo es lo bueno porque soy el jefe” no sirve y genera más costes. Cualquier autónomo que tenga empleados en su negocio, aunque solo disponga de uno o dos trabajadores, debe asumir su roll de líder. “Si no generas un contexto en el que la persona se encuentre cómoda no va ser productiva, es necesario generar un contexto para que esa persona de lo mejor de sí”, señaló el psicólogo especialista en empresas. El fin es tratar al empleado como si de un cliente se tratase, ya que esto aumentará su rendimiento.

-Comunicación:

“Nos han enseñado a comunicarnos verbalmente pero, para influir, las palabras es lo que menos necesitamos”, explicó. Es decir, no se trata tanto del qué se dice si no del cómo se dice. El trabajo pasa por ser muy consciente de la comunicación verbal y de la gesticulación, tanto propia como del receptor. “La clave es como llega al otro lo que decimos”. Sánchez señala que la credibilidad de un líder pasa por cómo se comunica. Tiene que haber congruencia entre lo que dice y cómo lo dice, a la vez que gestionar bien las emociones. Entender esto es entender todo lo que pasa por la cabeza del cliente y adecuar la expresión comunicativa propia a las necesidades del receptor (el cliente). Es decir, se trata de generar la habilidad de la empatía y la persuasión.

-Toma de decisiones y priorización:

El autónomo es esa persona que tiene un arsenal de gestiones por hacer y acaba asumiéndolas todas él solo. Aquí es donde Sánchez evalúa cómo gestiona su tiempo el autónomo y qué barreras internas y externas tiene para no aprovecharlo eficazmente. “Al final, el trabajador nunca dice que no a sus clientes o colaboradores y todo el mundo prioriza su tiempo menos él”, señala. Esto viene de la mano de la gestión del estrés, “algo que es clave”. Cómo se equilibran los diferentes ámbitos de la vida, tanto profesional como personal, de cara a dar el mejor rendimiento posible.