Diferentes actividades, mismas dificultades

Los diez problemas que afectan a los traductores, correctores e intérpretes autónomos

Aunque los traductores, correctores e intérpretes realizan actividades diferentes, la mayoría de los profesionales por cuenta propia que se dedican a ellas tienen problemas similares.

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Los diez problemas que afectan a los traductores, correctores e intérpretes autónomos

Detrás de una novela o una película extranjera hay un traductor y hay un corrector. Pero su actividad no se reduce a poner en castellano estas obras, sino que también se aseguran de que el lector o el espectador disfrute fielmente de lo que quiso y de cómo se expresó el autor. Lo mismo pasa con los intérpretes que no solo trabajan en reuniones de mandatarios o de empresarios sino en hospitales, en juicios o, incluso, en zonas bélicas. Todos son artesanos de la comunicación entre personas que no comparten un mismo idioma para que la transmisión de las ideas sea correcta y veraz. Son actividades que principalmente realizan profesionales por cuenta propia.

“Entre autónomos y pequeños negocios seremos unos 7.000 los que nos dedicamos a esto” explicó Javier Sancho, socio profesional de la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes (Asetrad). Sancho contó que el sector tiende “a una concentración, como resultado de la globalización” y es que los negocios más grandes suelen ser más competitivos. Además, y a raíz “de la coyuntura económica muchos pequeños negocios han atravesado procesos de fusión o adquisición”.

Lo primero que hay que saber sobre el sector, según Sancho, es la diferencia que hay entre las distintas actividades: un traductor se dedica a los textos, un intérprete a la mediación lingüística y los correctores revisan que las traducciones se han realizado de forma correcta. “Aunque hay gente que combina las tres patas”. También, y aunque no lo parezca, cada profesional está muy especializado pues los que traducen obras literarias, no traducen documentos jurídicos.

“Yo que soy intérprete jurado, estoy licenciado en Traducción e Interpretación, en Derecho y tengo el examen de abogacía; y no se ocurriría traducir una obra literaria” afirmó Sancho. Quién apuntó que dentro de la interpretación jurídica hay dos ramas. Una es la interpretación jurado que certifica que la interpretación realizada es la correcta y con validez legal. Está regulada y, para acceder a ella, hay que pasar un examen que convoca todos los años el Ministerio de Asuntos Exteriores. Y la segunda es la interpretación judicial que es la que se utiliza en los juzgados para mediar lingüísticamente entre las partes que no comparten un idioma. 

Para Sancho, algunos de sus problemas “trascienden del sector y afectan a la propia sociedad y a los derechos de los ciudadanos, que tienen el derecho de poder contar con un profesional capaz de realizar la traducción e interpretación de forma veraz”. Según contó, se han parado o suspendido juicios porque la traducción del intérprete no estaba siendo la correcta o por la mala praxis de los mismos. Así, el vocal de Asetrad resume y explica los diez problemas que afectan a los traductores, correctores  e intérpretes autónomos.

1.- No hay un registro oficial de intérpretes judiciales

A pesar de que hay varias normativas, especifica Sancho, como la Directiva Europea 2010/64/UE, de 20 de octubre de 2010, la Ley  Orgánica 5/2015, de 27 de abril o y la Directiva 2012/13/UE, de 22 de mayo de 2012 -todas ellas relativas al derecho a la información en los procesos penales- que recogen la creación del registro oficial de traductores e intérpretes judiciales y que en España aún no existe.

Esto hace que, cuando los juzgados requieren un traductor o intérprete, se tenga que elegir mediante licitaciones, “lo que provoca que mucha gente no sea atendida de forma correcta”. Algo ocurre, afirmó, no solo en juzgados, sino también en hospitales, en la asistencia a refugiados…  Desde Asetrad apuestan por la creación de un registro oficial de intérpretes judiciales al que las administraciones puedan recurrir cuando requieran sus servicios o que los intérpretes judiciales tengan que pasar por un examen como los jurados. “Queremos que la Administración asuma más responsabilidad”.

2.- Intérpretes en zonas de conflicto

Aunque no son muchos los traductores e intérpretes españoles que están sufriendo este problema, Javier Sancho quiso poner en relieve la labor que viven los traductores e intérpretes en las zonas de conflictos. “Los ejércitos de turno llegan, requieren de sus servicios de mediación lingüísticas y cuando terminan se retiran. Dejando al traductor viviendo bajo las amenazas del propio conflicto tanto para él como para su familia”.

Esta es la razón por la que nace Red-T, una organización benéfica para ayudar a visibilizar los problemas de los traductores e intérpretes en zonas bélicas. Además, desde Asetrad han enviado una carta a Agustín Santos Maraver, embajador representante permanente de España ante la ONU en la que denuncian esta situación. “Nosotros que estamos en una situación privilegiada pues no estamos viviendo en una situación bélica, tenemos que dar voz a los compañeros que no pueden”.

3.- Poder acceder al mercado editorial

Los profesionales autónomos que se dedican al subsector de la traducción editorial tienen un problema y es que grandes empresas concentran gran parte del sector, “lo que lleva a la precarización de los autónomos. Habría que impedir, de alguna forma, que las grandes compañías pudiesen fijar los precios del mercado. Además de buscar la forma de compatibilizar los derechos de autor, con los de las personas que lo ha traducido”.

4.- La reforma del RETA

Al estar gran parte del sector compuesto por trabajadores autónomos o pequeños negocios, los traductores, intérpretes y correctores están preocupados sobre cómo se va a reformar el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. “Nos gusta el método de adaptar la cuota a los ingresos, porque impediría la expulsión de autónomos que pasen por una mala racha”. También les preocupa, afirmó Sancho, el tema de la pensión “pues dentro de unos años nos vamos a enfrentar a dos o tres generaciones de traductores que han cotizado siempre por la mínima y que no van a tener un nivel adquisitivo muy alto”.

5.- Facilitar y simplificar la contratación pública

Sus servicios son requeridos por las entidades públicas. Aquí, y a pesar, “de que ha habido avances, la realidad es que los trámites para trabajar con la Administración llevan mucho tiempo y son demasiado complicados para un autónomo… No puede ser que emitir una factura electrónica se convierta en una misión imposible”.  A este respecto, recalcó la morosidad que sufren por parte de la Administración e insiste en que ésta debería cumplir con los periodos de pago.

6.- Formación continua

Javier Sancho explicó que, actualmente, "vivimos en un sociedad globalizada en la que cambia todo a mucha velocidad. Esto obliga a que al profesional no le baste solo con la carrera de Traducción e Interpretación, sino que tiene que seguir formándose. Además de ser flexible en cuanto a las múltiples tareas (traducción, interpretación, corrección…) que puede realizar”.

7- Plataformas digitales

“Nos está ocurriendo lo mismo que con Uber y Glovo”. Actualmente están apareciendo en el sector una serie de plataformas digitales que ponen en contacto a personas que necesitan una traducción con un traductor, todo ello forma digital y mediante una plataforma. “Aquí entran los límites entre la contratación laboral y mercantil, y los falsos autónomos. Desde Asetrad lo que tenemos claro es que la evolución tecnológica no puede influir en los derechos de los compañeros”, explicó Sancho.

8.- La traducción automática suma, no resta

“Cuando yo empecé había una herramienta de traducción asistida, que te ayudaba a traducir los textos en función de lo que otros compañeros habían traducido. Era una forma de ayudarte a reaprovechar las traducciones antiguas. Y con la traducción automática pasará lo mismo. Se convertirá en una herramienta que te ayudará en la tarea, pero no va a eliminar la labor de un traductor” aseguró Sancho.

En este sentido, explicó que tomará fuerza la figura del posteditor, es decir, del revisor de traducción automática, que ayudará a evitar situaciones como la sufrida por una “oficina de turismo de Santander, que utilizó un programa de traducción automática y tradujo Casco Histórico como historical helmet (traducción literal de casco) o el Centro Botín como ‘Loot Center (Loot es la palabra anglosajona que utiliza para denominar a lo obtenido en un robo).

9.- Los correctores son invisibles

Actualmente, explicó Sancho, la figura del corrector es “invisible. Algo que resulta muy raro cuando las empresas de todos los tamaños están apostando fuertemente por el marketing y no se acuerdan de la importancia que tiene para su imagen la corrección lingüística. Para ello la labor de un corrector es fundamental”.

10.- De 0 euros a todo lo que quieras

En cuanto a la rentabilidad de su actividad, el vocal de Asetad detalla que puede ir “de cero euros a todo lo que quieras. Además, cada mercado tiene una tarifa y pueden variar muchísimo. A veces ocurre que una persona requiere los servicios de un traductor o un intérprete, y recibe ofertas que triplican en algunos casos a la mínima”.

Aún así y ante la complejidad para establecer un precio a los honorarios, Sanchó detalló, uno de los consejos que da a sus alumnos y es "que ponga precio a su trabajo en función del mínimo que puedan conseguir por otro trabajo. Esto es, si te están pagando 20 euros por una clase de inglés, cuando te llegue un trabajo de traducción partes de esa base. Así vas a ir viendo si estás realizando un trabajo rentable o no".