Según Fundación MAPFRE

Lo que deben tener en cuenta los autónomos antes de invertir: rentabilidad, liquidez y riesgo

Antes de empezar a invertir, los autónomos deben tener en cuenta la rentabilidad de la inversión, la liquidez que necesitan y el riesgo que están dispuestos a asumir. A continuación, desde Fundación MAPFRE explican cómo calcular y conocer estas tres variables.
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Lo que deben tener en cuenta los autónomos antes de invertir: rentabilidad, liquidez y riesgo
Lo que deben tener en cuenta los autónomos antes de invertir: rentabilidad, liquidez y riesgo

Estos dos últimos años han demostrado de la peor manera posible que, ante circunstancias de crisis, sólo lo autónomos que tienen un buen colchón consiguen mantener su negocio a flote. Las crisis del 2008-2012, la de la pandemia y la actual han sido buenas escuelas para los que han aprendido a invertir para tener activos en tiempos de penuria. Al margen de las crisis, con la inflación disparada, la inversión es una buena herramienta para obtener rentabilidades futuras.

Lo cierto es que las actuales tasas de inflación menguan cada día el dinero acumulado por todos los ahorradores y depositado en cuentas bancarias. De hecho, según los cálculos realizados por este diario en base a las últimas cifras de la Agencia Tributaria sobre los rendimientos netos del colectivo, cada trabajador por cuenta propia podría perder este año entre 240 y 1.920 euros anuales de capacidad de compra a causa de la inflación estimada -una media de un 7% a lo largo del ejercicio-, dependiendo de los beneficios que obtengan por su actividad. 

A pesar de todo, sin dinero disponible no se puede empezar a invertir. Es más, la regla fundamental antes de lanzarse a cualquier tipo de inversión es precisamente no invertir lo que se puede necesitar a corto plazo. Por ello, aseguran desde Fundación MAPFRE siempre "hay que invertir el dinero que no necesites o que estés dispuesto a perder. Por un lado, esto sirve para que seas consciente de que toda inversión supone un riesgo. Por otro lado, sirve de marco general sobre la cantidad que deberías invertir. La clave es averiguar qué cantidad de dinero no necesitas". 

Para ello, la entidad ha desarrollado el proyecto 'Seguros y pensiones para todos' -galardonado con el premio Finanzas para Todos otorgado por el Banco de España y la CNMV- con el fin de hacer más accesible la cultura de las finanzas. En él, se tratan las tres claves fundamentales antes de empezar a invertir: liquidez con la que se cuenta; rentabilidad que se puede obtener y riesgo que se está dispuesto a asumir. 

Tampoco hay que olvidar, más allá del dinero disponible, el riesgo o la rentabilidad, la liquidez del producto. Para muchos inversores, pero especialmente para los autónomos, es de suma importancia tener la seguridad de que el producto en el que han invertido es fácil de convertir en 'liquido' si en un momento su negocio va mal y necesitan dinero de forma urgente. Por ello, es crucial tener en cuenta la velocidad en la que se puede convertir este producto. 

Por ejemplo, mientras que un plan de pensiones sólo se puede rescatar en ciertas circunstancias y un local comercial o una vivienda pueden llegar a ser muy complicados de vender; un seguro de ahorro o un fondo de inversión suelen ser mucho más sencillos y rápidos de rescatar y convertir en dinero liquido.

Liquidez: ¿cómo pueden calcular los autónomos de cuánto dinero disponen para empezar a invertir? 

Para empezar a invertir y disponer de un colchón de dinero para afrontar gastos imprevistos hay que calcular primero cuánto dinero se necesita para vivir y cuánto se puede destinar a inversión. Estas últimas cantidades no deben suponer un trastorno en el día a día del negocio, ni tampoco en el ámbito familiar. Según Fundación MAPFRE, lo ideal es que el inversor tenga ahorrados o disponga de capitales equivalente a "entre tres y seis meses de sus gastos fijos".

Así pues, un autónomo que suele necesitar 1.500 euros cada mes para vivir debería reunir 9.000 euros para empezar a invertir . Aún con todo, hay una excepción a esta norma general. Los autónomos con una capacidad de ahorro alta, pueden compaginar el ahorro y la inversión a partir del tercer mes de colchón. A modo de ejemplo, si sus gastos fijos son de 1.500 euros mensuales y ahorra 500 euros al mes, podría  empezar a invertir 150 euros al mes y seguir ahorrando el resto hasta crear ese colchón financiero de seis meses.  

Una vez se tiene el colchón para empezar a invertir llega la segunda pregunta: ¿Cuál es la cantidad idónea para una inversión? En realidad no la hay. Esto dependerá fundamentalmente de tres cosas: de la edad que tiene el inversor, de sus objetivos y del riesgo que está dispuesto a asumir.  Por ejemplo, explican desde Fundación MAPFRE, "si eres joven y tu objetivo es ahorrar a largo plazo, invierte todo lo que exceda de tu colchón de emergencia -es decir, todo lo que 'sobre' mensualmente tras hacer frente a los gastos cotidianos-. Por el contrario, si tu objetivo es comprar una casa en 10 años, según se acerque el momento de la compra será recomendable reducir el riesgo de las inversiones e incluso apartar directamente ese dinero cuando queden menos de 12 meses".

Por eso mismo es importante dividir las inversiones que se realizan según su marco temporal entre el corto, medio y largo plazo. "Para el corto plazo tienes tu colchón de emergencia o productos más defensivos como depósitos o PIAS conservadores, muy estables porque tu objetivo es preservar tu dinero. Mientras que a medio y largo plazo es cuando puedes asumir más riesgos y buscar una mayor rentabilidad. De nuevo, conforme pase el tiempo y se acerque el momento de recoger los frutos de tu plan de inversión, será cada vez más recomendable reducir el riesgo e incluso el capital que inviertes", apuntan desde la entidad.  

¿Cómo puede identificar un autónomo su perfil de riesgo?

Antes de lanzarse con una inversión, el autónomo debe tener claro que cada vez que invierte, se está arriesgando en mayor o menor medida a perder su dinero. Ésta es una realidad innegable. No obstante, hay inversiones cuyo riesgo es muy reducido -como puede ser el oro- y hay otras que, por su volatilidad -como pueden ser las criptomonedas-, presentan un riesgo mucho mayor.

Para ello sirve el perfil de riesgo, que mide la tolerancia del inversor al riesgo y debe de estar ajustado a sus objetivos financieros y su horizonte temporal; a su situación financiera (cuántos ahorros e ingresos tiene), a sus conocimientos y a su experiencia inversora y su tolerancia a las posibles caídas que experimenten sus inversiones.

Es muy habitual que los inversores cometan errores con su perfil por ser demasiado cautos si tienen una alta aversión a la pérdida, o por ser excesivamente optimistas. Con el primer error sólo se verá lastrada su rentabilidad. Con el segundo puede que todo su plan.

Niveles de riesgo según el producto

Lógicamente, más allá del dinero que se pretenda invertir y del tiempo que se pretenda mantener la inversión, un gran factor a tener en cuenta para determinar el riesgo de una inversión es el producto. En realidad, explican desde Fundación MAPFRE "no hay un solo parámetro que sirva para determinar el riesgo que asume cada producto. La medida de riesgo más habitual es la volatilidad, que mide la fluctuación de precios o cambios de precios, pero tampoco tiene en cuenta todo.  En otras palabras, saber cuánto sube o baja el valor de un activo de media en el tiempo es interesante, pero deja fuera otros elementos importantes como la liquidez (cuándo se puede recuperar el dinero) y otros valores como la caída máxima que se puede  experimentar en la inversión, por poner dos ejemplos".

Por ello, lo más objetivo para determinar el producto a elegir en función del riesgo es el sistema que utiliza la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Se trata del indicador de riesgo de productos bancarios, también conocido como semáforo de la CNMV

Este sistema funciona con una escala de 1 al 6 para terminar el riesgo que asume un producto financiero. Esta es la interpretación que hace la CNMV:

  • Número 1. Productos sin apenas riesgo, bien por su propia estructura o por contar con sistemas de garantías adicionales. Un ejemplo serían los depósitos a plazo fijo y las cuentas remuneradas. Productos que no suponen casi ningún riesgo para el cliente. Quedan incluidos los depósitos bancarios a plazo fijo y las cuentas remuneradas.
  • Número 2. Productos 100% garantizados con un plazo inferior a 3 años (pensados principalmente para emisiones de renta fija).
  • Número 3. Activos y productos con un compromiso de devolución del 100% y un plazo de entre tres y cinco años.
  • Número 4. Activos y productos a un plazo de entre cinco y 10 años, con compromiso para devolver el 100% del capital.
  • Número 5. Activos con el compromiso de devolver el 100% del capital a más de 10 años o que garantizan solo el 90% del capital.
  • Número 6. Se reserva para los productos que no aseguran recuperar el capital inicial como acciones o los seguros de vida, ahorro. 

Rentabilidad: ¿Cómo saber cuál es el producto adecuado para invertir?

Una vez el autónomo sabe que tiene el colchón financiero necesario y cuál es su perfil de riesgo, la tercera clave para invertir sería conocer qué productos son suficientemente rentables. En ello influyen dos cuestiones: el tiempo que durará la inversión y el propio producto.

Según calculan desde Fundación MAPFRE, dos personas que inviertan su dinero en un mismo producto con una misma rentabilidad - de, por ejemplo, el 8%- pueden llegar a obtener hasta 150.000 euros de diferencia o más tan sólo empezando a invertir a diferentes edades. La clave está en el interés compuesto.

Lo que marca la diferencia en este ejemplo es el interés compuesto, que es algo tan simple como reinvertir los beneficios que genera la inversión. La clave del interés compuesto es que los intereses que se generan se van sumando al capital inicial y generando un efecto bola de nieve, ya que se aplican intereses sobre los propios intereses. Imagina que dispones de 10.000 euros y que inviertes con una rentabilidad anual del 7%. El primer año ganarías 700 euros. Con el interés compuesto, el beneficio en el segundo ejercicio sería de 749 euros y tu capital acumulado de 11.449 euros. En el tercero los intereses serían de 801,43 euros y el ahorro acumulado de 12.250 euros.

¿Qué pasaría si dejases el dinero durante 20 años? Al final del periodo tendrías 38.696,84 euros. ¿Y si llegases a los 25 años? Tu capital sería de 54.274,33 euros. Gracias al interés compuesto el capital va creciendo cada vez más rápido gracias al efecto bola de nieve.  Para que los autónomos puedan estimar la rentabilidad de su inversión en función del tiempo, Fundación MAPFRE ha elaborado una guía sobre el interés compuesto, a la que se puede acceder desde este enlace

La segunda clave que determina la rentabilidad, habitualmente es el riesgo del producto. Lo normal es que a mayor riesgo, mayor sea la rentabilidad, y cuanto más conservador sea el producto, menor sea su potencial rentabilidad.  Esta es una relación de productos en función del riesgo que asumen y para qué perfil pueden ser útiles.

  • Depósitos y cuentas corrientes y remuneradas. Son productos de ahorro más que de inversión. El dinero está seguro y respaldado por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), que cubre hasta 100.000 euros por entidad y partícipe.
  • Productos garantizados. Como bien precisa la CNMV, a mayor plazo de la inversión, menor seguridad. La razón es que a tres años es menos complejo saber qué puede pasar que a 10 años. También debes tener en cuenta que cuanto mayor sea el plazo, más rentabilidad ofrecerán, aunque ese no es el objetivo de un producto garantizado.
  • Depósitos estructurados. Siguen siendo depósitos y tu dinero está seguro. La diferencia de este producto frente a un plazo fijo tradicional es que desconoces la rentabilidad (no es fija) y que pueden no ser 100% líquidos.
  • Seguros de ahorro, principalmente PIAS y SIALP. Hay seguros de ahorro para todos los gustos, igual que fondos de inversión para todos los perfiles de riesgo. Sin embargo, los seguros de ahorro aparecen tan pronto porque pueden estructurarse como un producto de riesgo muy limitado, si es lo que quieres. A partir de ahí, también pueden ser un vehículo que asuma más riesgo, tanto como el de una cartera de fondos de inversión o un Unit Linked (que también es un seguro, por otro lado).
  • Renta fija y deuda a corto plazo. Primero con las emisiones de deuda de estados a través de Bonos y Letras del Tesoro y después con las emisiones de deuda corporativa a corto plazo. Se puede invertir de forma directa o a través de fondos monetarios.
  • Renta fija a medio y largo plazo. Como ya has visto, existe una relación directamente proporcional entre el plazo de la emisión de deuda y el riesgo percibido.
  • Fondos de inversión, planes de pensiones, PPAs y Unit Linked. Todos ellos invierten en cestas de activos, por lo que puedes elegir el nivel de riesgo que asumes. Hay fondos conservadores y otros más arriesgados y lo mismo ocurre con Unit Linked y planes de pensiones.
  • Inversión directa en bolsa. La inversión en bolsa está un escalafón por encima de los fondos de inversión por una mera cuestión de que detrás de los anteriores existe una gestión profesional. Además, es más fácil diversificar por tu cuenta con fondos que hacerlo en acciones.
  • Criptomonedas y productos derivados. Las criptomonedas son un activo de alto riesgo por su complejidad y elevada volatilidad, y lo mismo ocurre con CFDs, acciones binarias y otros productos financieros derivados.

El mundo de las inversiones puede ser complejo si se quiere explorar todas sus posibilidades, por lo que asesorarse de expertos es una buena manera de entrar en él.