Diferencia con los varones a la hora de jubilarse

Las pensiones de las autónomas son un 26% más bajas porque cotizaron menos

A 1 de enero de 2018, la pensión media de jubilación de una trabajadora afiliada al RETA se situó en 593,13 euros. Ese mismo día, la de un trabajador era de 806,38 euros. Un 26% de diferencia debido a que años atrás las mujeres cotizaban menos y, sobre todo, durante menos años.

señora mayor banco playa
Las pensiones de las autónomas son un 26% más bajas porque cotizaron menos

Los datos que ofrece la Seguridad Social no dejan lugar a dudas: existe una diferencia que supera el 25% en la pensión media de jubilación, la pensión por excelencia, entre la de las autónomas y los autónomos. La brecha se mantiene desde el principio en la serie histórica que arranca en 2008 y que recoge los últimos once ejercicios (hace 10 años que se utiliza la metodología estadística actual en la Seguridad Social). Es más, desde el ejercicio de 2008, la diferencia ha ido a más debido a que se incluyen las trabajadoras del Sistema Especial del Trabajo Agrario (SETA), cuyas cotizaciones mayoritariamente eran por la base mínima y sólo pagaban durante los últimos ocho años, lo que ha contribuido a a agrandar la brecha.

Bases mínimas

Sin embargo, la realidad es que la situación de las autónomas afiliadas al RETA, aunque no sean trabajadoras agrarias, es muy similar. La incorporación tardía al mundo laboral -lo que provoca que los años de cotización sean menos que los de los varones- la necesidad de autoemplearse con edades ya maduras y la cotización por la base mínima, son los tres motivos que explican esta brecha.

En el cuarto trimestre de 2016, según el informe “Situación de las mujeres en el mercado de trabajo 2017” del Ministerio de Empleo, el 36,4% de las afiliadas al RETA cotizaron por la base mínima. El 31,3%, lo hicieron entre la mínima y 1,5 veces la base mínima; el 20,3%, entre el 1,5 y dos veces la base mínima; el 21,7%, entre dos y tres veces la base mínima y el 22,6%, más de tres veces la base mínima. Si se tiene en cuenta que estos datos corresponden a un ejercicio tan reciente como el del 2016 --cuando el papel de la mujer ha ganado enteros en el trabajo autónomo- no es difícil imaginarse la cantidad de autónomas que cotizaban por la mínima hace décadas.

Hay un segundo factor que explica igualmente la diferencia entre pensiones masculinas y femeninas. Es un hecho social que las mujeres, ahora jubiladas, que optaban por el trabajo por cuenta propia lo hacían por circunstancias ajenas a sus propias preferencias: necesidades familiares, viudedad, soledad en el hogar tras la independencia de los hijos, etc. Por ello, la edad de empezar a cotizar era más tardía y se pagaban cuotas menos años. Y todavía a día de hoy, esto es así. De acuerdo con un estudio del Servicio Público de Empleo Estatal (antiguo Inem), la mayoría de afiliadas al RETA supera los 44 años (613.712). Otras 491.138 tienen entre 25 y 44 años y sólo 21.830 son menores de 25 años. La crisis económica ha obligado a muchas mujeres a autoemplearse pasados los 40 años de edad.

Los hijos son un elemento importantísimo a tener en cuenta a la hora de examinar la realidad femenina. La Encuesta de Población Activa (EPA) ofrece un ratio interesante: hay un 15,3% de hombres ocupados sin hijos frente al 12,9% de mujeres ocupadas que no tienen hijos. Si ya hay un hijo, el porcentaje de hombres ocupados sube al 22,7% y el de las mujeres baja al 17,9%. Con dos hijos, los hombre ocupados son el 28,7% y las mujeres, el 20,7%. Estos porcentajes son generales y, en ellos, entran lógicamente las trabajadoras autónomas.