Sus pros y sus contras

Créditos y anticipos, dos opciones para obtener liquidez

Muchas veces, el autónomo tiene problemas de liquidez. Porque no le pagan a tiempo o porque bajan los ingresos. Frente a este problema, tiene varias opciones. Entre ellas los créditos y los anticipos. Así funcionan.
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Créditos y anticipos, dos opciones para obtener liquidez

Obtener liquidez es, posiblemente, uno de los mayores quebraderos de cabeza a los que se pueden enfrentar los autónomos y emprendedores, sobre todo al principio, puesto que es cuando se necesita más inversión.

No sólo eso. La liquidez es, además, indispensable para poder cumplir con las obligaciones fiscales y pagar a los proveedores. Por tanto,  es necesaria para poder continuar con la actividad del negocio. El problema surge cuando los clientes se retrasan en el pago de las facturas o cuando se trabaja con grandes marcas que tienen un plazo que supera los noventa días.

Lo ideal sería que los emprendedores contaran con un remanente que permitiera cumplir con los pagos durante ese tiempo, pero todos sabemos que no siempre es tan sencillo y puede resultar complicado disponer de suficiente liquidez para pagar a los proveedores o abonar los correspondientes impuestos de la Agencia Tributaria. Como consecuencia de esto, muchos proyectos empresariales fracasan.

Para evitar este problema, la Administración cuenta con un régimen que permite a los emprendedores que facturen menos de dos millones de euros al año no abonar el IVA de las facturas emitidas hasta que éstas no hayan sido cobradas. Lo que, en teoría, parecería una solución, en la práctica se ha demostrado una opción a la que muy pocos recurren. ¿Las razones? Las empresas no se sienten cómodas trabajando con emprendedores que se acogen al criterio de caja, pues ello les obliga a modificar su contabilidad.

Sabedoras de las dificultades que atraviesan los autónomos y las pymes a la hora de pagar impuestos y nóminas o hacer frente a las facturas de los proveedores, es habitual que los clientes que tienen una cuenta de empresa también puedan solicitar créditos y financiación de manera fácil y cómoda cuando necesitan disponer de dinero. Ambos productos hacen posible obtener tesorería de manera rápida y, por tanto, parecen ser una buena solución, pero ¿sabemos los requisitos de estos créditos y anticipos? ¿Cuál nos conviene más? Y lo más importante: ¿son el remedio adecuado?

¿En qué consisten realmente estos créditos y anticipos?

Los créditos y anticipos son dos clases de productos: de financiación o de anticipo de facturas, lo que se conoce como factoring o factoraje, y las líneas de crédito para empresas, que no dejan de ser unos créditos para el abono de facturas e impuestos.

El factoraje es un anticipo que hace la entidad financiera de las facturas que el autónomo tiene pendientes de pago. Cuando se recurre a este producto, se le ceden las facturas al banco, que es el que se encarga de su cobro con la empresa deudora. Mediante este sistema se puede conseguir liquidez  para abonar a proveedores, cumplir con las obligaciones fiscales o, simplemente, invertir en el negocio.

Aunque muchas entidades ofrecen también una cobertura para las insolvencias, que en algunas ocasiones alcanza la totalidad de ellas, en la práctica no todos los emprendedores pueden acogerse al sistema de anticipo. Los bancos no adelantan el importe de cualquier factura, sino sólo el de aquellas que vayan destinadas a clientes que puedan garantizar el pago (en su mayoría, grandes empresas). Por tanto, el autónomo sólo  podrá recurrir a este instrumento si trabaja de manera habitual con una gran firma y ésta es capaz de responder para satisfacer el importe de la factura.

Los que trabajan con compañías extranjeras también pueden acceder al factoring 

Para poder contratar este producto es recomendable tener una cuenta de empresa en aquella entidad con la que queramos trabajar. El coste del factoraje se traduce en una comisión, que dependerá de la entidad financiera. En líneas generales, ésta oscila entre el 2 % y el 4,25 %, importe al que habría que sumar la comisión por el estudio y renovación de la línea de anticipo, la apertura o renovación del contrato, etc. Las devoluciones de los pagos tienen una comisión superior, que puede alcanzar el 6 %.

Por su parte, los créditos  permiten disponer también de tesorería, pero el importe es limitado. Es decir, dependiendo del tipo de cliente, de su liquidez y de sus ingresos, el banco  concederá un crédito por una cantidad u otra. Las condiciones suelen ser más restrictivas que en el caso de los anticipos, ya que el importe tiene que destinarse al pago de impuestos, de nóminas o de proveedores, por lo que no podremos reinvertir en la empresa el dinero que nos presten.

Como en el caso de los anticipos, para poder solicitar un crédito hay que tener una cuenta de empresa o para autónomos en el banco en el que se vaya a pedir. En algunos casos, el banco puede solicitar tener una antigüedad superior a seis meses. Como las comisiones, los intereses de estas líneas de crédito también varían en función de la entidad, el importe solicitado, el plazo de devolución. De este modo, se pueden encontrar créditos con intereses que oscilan entre el 5,55 % y el 7,64 %.

Otra de las diferencias entre el anticipo y el crédito está en la cantidad. Si se opta por ceder la deuda al banco para disponer del dinero de las facturas pendientes de cobro, se podrá elegir adelantar el dinero de la totalidad de las deudas o sólo de una parte de ellas. En cambio, los créditos bancarios para los autónomos y las empresas suelen constar de una cantidad máxima que establece previamente la entidad bancaria. Por supuesto, a diferencia de los anticipos, estos créditos deben devolverse al banco y habrá que prestar atención a los intereses que ofrezca la compañía financiera.

¿Son el remedio adecuado?

Depende del tipo de negocio del que se trate. Si uno es autónomo y  que trabaja¡de manera frecuente con grandes compañías, quizá lo más aconsejable sea el factoraje, ya que se podrá disponer de liquidez cuando se necesite sin pedir créditos y por la cantidad que más convenga (siempre que lo apruebe el banco).

En caso contrario, habrá que recurrir al crédito para poder satisfacer las deudas con los proveedores o pagar las nóminas de los empleados, por ejemplo. Si finalmente se contrata este producto, habrá que ceñirse a los plazos determinados por la entidad financiera y justificar que el dinero prestado se ha destinado a lo que estipulan los requisitos de estos créditos.