Desconocimiento o imposición de contrato

El factoring, un sistema para cobrar facturas que debería estar al alcance de los autónomos

El factoring, la cesión de facturas emitidas o de créditos a una entidad financiera que se encarga de su cobro al deudor, es una fórmula para no tener que aguantar excesivos plazos de pago. Aunque es cada vez más utilizada por las empresas, hasta el punto de que mueve 70.000 millones de euros anuales, para los autónomos y pequeños negocios, es un instrumento casi desconocido. Explicamos por qué.

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El factoring, un sistema para cobrar facturas que debería estar al alcance de los autónomos

Las ventajas de esta fórmula para financiar circulante son reconocidas por todos los actores: entidades y clientes. Gracias a el factoring se adquiere liquidez inmediata, no supone endeudamiento, externaliza toda la gestión del cobro y ofrece informes sobre los clientes. A cambio, hay que soportar ciertos costes financieros (por lo general, el 3% del crédito cedido) al ceder el cobro a una entidad, aunque no son excesivos. Para los trabajadores autónomos y societarios es una fórmula que les podría amparar frente a la morosidad que tanto daño les hace.

No obstante, los números están ahí. De acuerdo con el informe más reciente de la Asociación Española de Factoring, que recoge datos hasta junio de 2017, son las medianas y grandes empresas las mayores “consumidoras” de factoring. En la distribución por sectores, aquéllos en que más autónomos y pequeños negocios hay, precisamente menos factoring se firma. La industria manufacturera realizó el 28,7% del total de las operaciones de factoring hasta junio, seguida del comercio y reparaciones con un 20,7%. La hostelería sólo supone un 0,6%, la agricultura, un 1% y el transporte, un 10,2%. Incluso en sectores como comercio y transporte dominan empresas de tamaño mediano o superior. El informe destaca que el factoring no ha dejado de subir desde el año 2014, con un salto de 2016 a 2017 del 13% y que mueve unos 70.000 millones al año.

Falta de conocimientos financieros

El director de Banca de Empresa del Grupo Cajamar, Ricardo García Lorenzo, explica a AyE dos razones por las que el factoring no llega a los autónomos: “Es un problema de conocimiento financiero al que las entidades tampoco hemos respondido, porque tampoco hemos sido muy proactivos en su difusión”. El directivo de este Grupo, muy acostumbrado a tratar con el colectivo de trabajadores por cuenta propia y microempresas, explica que las tradicionales pólizas de crédito, renovables anualmente y cuyo importe depende de las necesidades del momento, sigue siendo el producto más demandado por los autónomos para hacer frente a los problemas de liquidez.

En este procedimiento, la parte que tiene que pagar la factura cedida tiene que estar conforme para aceptar el factoring. La empresa deudora puede no querer someterse al factoring y así hacerlo constar en contratos que firman con autónomos y pequeños negocios.

García Lorenzo reconoce que las entidades “sólo aceptan facturas de clientes solventes”, con lo que los prejuicios a veces llevan a desdeñar sin más a los pequeños. 

Ricardo García Lorenzo adelanta que uno de los objetivos del Grupo “es acercar al autónomo y a la microempresa un producto como el factoring" y que éstos cada vez lo consuman más. El más conveniente es el factoring sin recurso, aquel que cuenta con aseguramiento y cuyo riesgo lo asume la entidad financiera o la aseguradora”. En el factoring con recurso, el riesgo lo asume el cedente, es decir, el que realiza la cesión.

Renovar pagarés

El hecho de que los autónomos que acuden al factoring “sean contados” tiene, además, otra explicación para el colectivo. “En muchas ocasiones son las empresas que tratan con el autónomo las que imponen que éste siga trabajando con cheques o pagarés y no lo permiten ceder su deuda cuando éstas no pagan”, asegura a AyE el empresario Domingo Gallego. Muchas grandes no aceptan someterse a factoring para pagar y así lo hacen constar en los contratos.

“El factoring sigue sin usarse entre los pequeños y éstos continúan con los pagarés, renovándolos constantemente para terminar a veces sin cobrar”, añade Gallego. El factoring es una figura que aún no está sometida a Derecho.