Consejos de Sage

No hagas cambios en tu negocio sin implicar a tus empleados

Gestionar la renovación del negocio puede resultar complicado, más aún si no se cuenta con la implicación de los empleados. Para llevar a cabo un proceso de cambio es necesario una buena planificación, el estudio de la experiencia de otros competidores del sector, una medición del progreso y una plantilla implicada con el desarrollo de la empresa.

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No hagas cambios en tu negocio sin implicar a tus empleados

El ecosistema empresarial mundial este sufriendo un proceso de constante renovación para adaptarse a los tiempos que corren. En este contexto, es de vital importancia saber gestionar estos cambios en el negocio y uno de los factores clave para llevarlos a cabo es la implicación de los trabajadores.

Sage, la empresa de soluciones integrales de contabilidad y gestión comercial, ha publicado unos consejos para acometer la renovación del negocio y conseguir que los empleados se impliquen en ella. “El papel de los trabajadores en esas transformaciones es uno de los determinantes más importantes de que el proceso tenga o no éxito. En ese sentido, existen múltiples herramientas para mejorar la gestión del cambio”, explica Gonzálo García Abad, experto en fiscalidad, contabilidad, finanzas y derecho.

Buena planificación

Para gestionar la renovación del negocio lo principal es hacer una correcta planificación del proceso de cambio. Es aquí donde entra en juego el estudio de los empleados, “una cuestión de gran importancia es el papel de cada uno de los miembros del equipo”, señalan desde Sage.

El autónomo tiene que saber gestionar su plantilla. Así, conviene que las decisiones sobre el plan de cambio se sustenten sobre el conocimiento de aspectos como las características individuales de los empleados, sus intereses personales, los potenciales por desarrollar, como se desenvuelven en el ambiente laboral o la flexibilidad del equipo humano ante los cambios.

Incentivos en la gestión del cambio

El papel del autónomo es estimular el esfuerzo de los trabajadores y conducirlo hacia la dirección pretendida: “Lo que se busca es generar un marco en el que los empleados interioricen que, por los beneficios que les aportará, su mejor decisión es implicarse en favor del cambio”, explica García Abad.

Existe una amplia variedad de opciones. Una de ellas es la creación de complementos salariales, pero existen otras como la creación de programas de beneficios no económicos para empleados o la opción de disfrutar de algún tipo de mejora en las condiciones de trabajo.

Medición del cambio

“Un cambio sin objetivos medibles es poco menos que una idea imprecisa”, señalan desde Sage. En todo proceso de renovación es necesario establecer qué variables orientan sobre el progreso del mismo. Gracias a estas variables el autónomo puede avanzar en la planificación y el control. De esta manera, podrá proponer medidas “que no solamente permitan reconfigurar y depurar el papel de los trabajadores en el cambio, sino también adaptar el propio cambio a la evolución del entorno laboral del negocio”.

En esta medición aparecen dos factores clave: “Por un lado, nos debe ofrecer detalles sobre la evolución temporal del cambio. Por otro, nos interesa conocer la interrelación entre los diversos indicadores”, señala García Abad.

Comunicación del cambio

Mantener una comunicación fluida con los empleados es vital para el desarrollo del negocio y del proceso de cambio. El trabajador debe estar al tanto de lo que ocurre en la empresa para sentirse participe en la renovación. Además, no solo debe ser un factor de producción, sino que debe ser parte del proceso productivo y, por ende, de las casuísticas y estrategias del negocio.

Desde Sage inciden en que “en muchas situaciones los empleados requerirán explicaciones explícitas. Es la manera de superar dudas y temores, y de poder obtener una retroalimentación que ayude a mejorar los procesos”.

Líderes ante el cambio

El autónomo tiene que erigirse como el líder de la plantilla, tiene que ser la guía que sigan cada uno de los empleados. No se trata de ser simplemente un jefe, que también hay que serlo para mantener la jerarquía natural de la empresa.

La diferencia básica entre un líder y un mal jefe radica en la actitud ante los desafíos: el líder será el primero que afronte los problemas de la mano de sus empleados, demostrando a la plantilla que es un trabajador más que desea lo mejor para el negocio; por su parte, un mal jefe se define como aquel que depura responsabilidades y no actúa como figura ejemplar antes sus empleados. Si el autónomo no se preocupa por su propia empresa por qué se iban a preocupar sus trabajadores. 

Vigilar lo que ha hecho la competencia

En ciertas ocasiones, los cambios que se plantea realizar un negocio ya han sido acometidos por otras empresas del sector de características similares. Nunca es mala idea fijarse en qué ha hecho bien la competencia.

Una gran parte de la experiencia de las empresas del sector en su renovación no es accesible. Sin embargo, Sage muestra los cauces a seguir para entender su proceso de cambio de puertas para afuera; como pueden ser los congresos, ferias, encuentros personales o profesionales, informes de consultoría, publicaciones en medios de comunicación, asesoramiento de profesionales experimentados que hayan participado en muchos procesos semejantes o aprendizaje en programas de formación.