Opinión

Impuestos y gestión

Los impuestos son la herramienta con la que cuentan los gobiernos para garantizar sus ingresos y luego proceder a su redistribución.Tradicionalmente en las civilizaciones antiguas los comunes entregaban a los jefes diferentes tipos de productos que estos guardaban en sus almacenes para luego entrar en un proceso de redistribución o lo que el antropólogo Marvin Harris denomina banquetes redistributivos.

Cuanto más abundantes eran los almacenes y consecuentemente los banquetes redistributivos, más poder tenía el jefe.

Pues bien parece que algunos gobernantes tienen una fuerte reminiscencia de nuestros antepasados, quieren potenciar su poder a base de engordar el almacén, incrementando los impuestos, en muchos casos de forma desmedida y además, no completan el proceso sino sólo parcialmente, pues la redistribución en vez de ser total, es sólo parcial, pues si bien hay una parte que llega a todos, hay otra parte que sólo llega a sus más próximos, algo que fue sucediendo en el pasado cuando se fueron configurando los Estados como substitutos de las Aldeas.

Esta situación provoca lo que podríamos denominar un estado de esclavitud para una parte de los comunes, que si bien reciben una parte de lo que aportan en base a servicios comunes, hay una parte muy importante de su aportación que se la quedan directamente los gobernantes, en unos casos para disfrute propio o de sus allegados, concretándose en sueldos desproporcionadamente altos, coches oficiales, tarjetas de crédito, dietas, jubilaciones excepcionales  y demás privilegios y en otros casos es dilapidado por una mala gestión.

Esto produce una división en la que la clase media, pilar del desarrollo económico en los tiempos más recientes, empieza a desaparecer para quedar los ricos, unos pocos y los pobres, cada vez más.

El problema que se viene encima entonces es una gran depresión económica, pues los pocos ricos, por mucho que consuman, no pueden llegar a consumir tanto como podría hacerlo toda la sociedad si esa redistribución fuera correcta, lo que nos llevaría a un cuestionamiento sobre la necesidad de producir al nivel que se está produciendo en la actualidad.

La solución para no hacer un tipo de redistribución injusta donde los que más aportan sean los perjudicados, una vez se redistribuye la parte necesaria en servicios básicos, tales como sanidad, educación, servicios sociales, etcétera, es que hay que exigir a los gobernantes que no almacenen en demasía o dilapiden o utilicen los excedentes en beneficio propio, sino que lo devuelvan a los que han aportado en exceso y así recuperen la capacidad de consumo que estimule el consumo y la economía.

Y si queremos ser más eficientes, para qué recaudar en exceso y luego devolver, hay que gestionar bien, ajustando los impuestos a lo mínimo necesario para garantizar los servicios básicos comunes y reducir los privilegios de su clase, para no tener que entrar en el proceso, innecesario de devolución.

Este es uno de los aspectos que agobian a cualquier autónomo y a cualquier emprendedor, normalmente escaso de caja, tener que adelantar unos impuestos, en muchos casos excesivamente altos, que luego, en el mejor de los casos recuperan al cabo del tiempo, a veces demasiado largo.

Si queremos estimular la demanda y consecuentemente animar la economía, los gobernantes tienen que reducir la carga impositiva de forma dramática, para ello lo que tienen que hacer es eliminar sus excesos, recudir el derroche, ya sea caprichoso o por incompetencia, con lo que tienen que aprender a gestionar, un gobernante tiene que tener además de ética y honestidad, un nivel de conocimiento que le permita gestionar sabiendo lo que hace.

Dentro de esta gestión, lo que deben considerar los gobernantes es que los impuestos pueden ser fijos y variables y que todo o una parte de lo que deja de recaudar por disminución de impuesto fijo se recupera y algunas veces con creces en base a variable, si bien es cierto que es más fácil gestionar con los ingresos garantizados, también es cierto que estamos en un mundo donde el variable es la clave.

Los gobernantes por tanto tienen que gestionar de forma profesional de acuerdo con el momento en el que estamos viviendo, donde los ingresos no están garantizados para nadie y las instituciones deben adaptarse al momento.

La clave está en tener en mente la ecuación Bª=Ingresos-Gastos, pues todos los gestores de grandes empresas, pymes, emprendedores y autónomos, conocen sus gastos, es decir, están en entornos de certidumbre, pero no así los ingresos que están en entornos de incertidumbre, y los gobernantes no deben ser diferentes, si no es para mejor, pero aferrarse a asegurar los ingresos a través de los impuestos fijos, es una forma de demostrar la desconfianza que ellos mismo sienten en su gestión y su ansia por garantizar sus privilegios.

Cuando un emprendedor o un autónomo no alcanza el nivel de beneficios adecuado, se resiente en sus propios ingresos, ¿por qué los gestores estatales tienen que ser diferentes?

Se les puede aceptar que se garanticen un salario fijo, pero austero y que luego tengan un complemento variable en función de la bondad de su gestión, como pasa con todos los profesionales.

La exigencia desde la sociedad no puede ser otra que una reducción dramática de impuestos fijos, como coincidíamos el Nobel Edward Prescott y yo en el Nobell`s Colloquia 2008, un nivel razonable de impuestos variables, austeridad en la compensación de los gobernantes y eliminación de una serie de privilegios que incrementen innecesariamente los gastos de las cuentas del Estado, cuadrando a cero los beneficios, pues no se trata de devolver mucho, de banquetes redistributivos espectaculares que diría el antropólogo Marvin Harris, sino de recaudar lo adecuado para proveer los servicios básicos y cuadrar las cuentas a cero.

Esto sin duda estimulará la economía y la actividad comercial en general, pero de forma alegre y entusiasta.