Tribuna de opinión

Llevar una etiqueta ECO no significa conducir un vehículo ECO

Aún cuando se ha escrito mucho sobre este tema, aún existen muchas dudas sobre lo que supone conducir un vehículo ECO y si aquellos que llevan la etiqueta que ha sacado la Dirección General de Tráfico realmente lo son.
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Llevar una etiqueta ECO no significa conducir un vehículo ECO

Existe a día de hoy, una oferta muy extensa de vehículos con todo tipo de combustibles. En las ciudades existen zonas vetadas al tráfico para algunos de ellos y las grandes urbes permiten la entrada a esas zonas a aquellos vehículos que portan ciertas etiquetas emitidas por la Dirección General de Tráfico con el fin de clasificar todo el parque en función de su "impacto medioambiental".

Por su parte, el autónomo tiene sus necesidades diarias de coche o de vehículo profesional. Si mezclamos ambas cosas, surgen una cascada de preguntas: ¿Qué tienen que ver las etiquetas de DGT con la reducción de gases contaminantes? ¿Es eso importante a la hora de elegir el vehículo que me he de comprar? ¿Hasta cuándo podré usar mi coche actual? ¿Puedo conducir por Madrid o por Barcelona con él? ¿Es un vehículo verdaderamente sostenible? ¿Es realmente rentable? ¿Lo podré utilizar todos los días?

Es verdad que todos los datos, exceso de información, poca claridad en muchas ocasiones e, incluso, noticias contradictorias, convierten este tema en un batiburrillo que vamos a intentar explicar.

Según la propia DGT, "el distintivo ambiental es una manera de clasificar los vehículos en función de su eficiencia energética, teniendo en cuenta el impacto medioambiental de los mismos. La clasificación tiene como objetivo discriminar positivamente a los vehículos más respetuosos con el medio ambiente y ser un instrumento eficaz al servicio de las políticas municipales, tanto restrictivas de tráfico en episodios de alta contaminación, como de promoción de nuevas tecnologías a través de beneficios fiscales o relativos a la movilidad y el medio ambiente". Sin embargo, conviene analizar todo ello.

Existen cuatro tipos de etiquetas ambientales: 0, Eco, C y B. Las dos últimas se otorgan en función del cumplimiento de la normativa anticontaminación europea. Es decir, no se rigen por la cantidad de gases contaminantes que emiten, sino por la presunción de que son poco eficientes en materia medioambiental. En el caso de las etiquetas 0 y ECO, tampoco se tiene en cuenta cuánto emiten, sino exclusivamente la tipología del vehículo. La etiqueta ECO es para los modelos híbridos y de gas, licuado o comprimido y la 0 la consiguen los híbridos enchufables y los eléctricos puros.

Es importante conocer este hecho, ya que las emisiones de CO2 son contempladas exclusivamente para calcular el impuesto de matriculación de los vehículos nuevos, sin ninguna otra consideración medioambiental, salvo las  sanciones de la Unión Europea a la marcas de automóviles que sobrepasen los 95 gramos por kilómetro en la media de las emisiones de sus ventas. No influyen, en ningún  caso, en la clasificación por etiquetas de la DGT.

Por su parte, la oferta de vehículos en España, a día de hoy, ofrece motores de gasolina, diesel, gasolina adaptados para funcionar con GLP (gas licuado de petróleo), gasolina adaptados para funcionar con GNC (gas natural comprimido), micro híbridos (MHEV), de gasolina o diesel; híbridos convencionales (HEV), todos de gasolina; híbridos enchufables (PHEV) que, excepto un par de Mercedes diesel, son todos de gasolina y los eléctricos puros.

Los micros híbridos, que aunque las marcas los intenten englobar dentro del grupo de vehículos electrificados, no lo son mucho. Montan un pequeño motor eléctrico, orientado a suavizar el arranque, a ofrecer una pequeña ayuda al motor térmico, pero en ningún caso pueden mover el coche desde parado sin el motor de gasolina. En este grupo, se incluyen grandes SUVs o vehículos deportivos con emisiones incluso superiores a 300 gr de CO2 a los 100 kilómetros, así que de ECO, en realidad, también tienen poco ya que, algunos de ellos, contaminan más que otros modelos más pequeños que no tienen la etiqueta ECO.

Los de gas, que también tienen etiqueta ECO, es verdad que contaminan algo menos aunque funcionan con combustibles fósiles, lo que,en principio y como concepto, tampoco podría decirse que son vehículos muy ecológicos, por mucha etiqueta ECO que lleven.

Los híbridos de toda la vida tienen un motor y una batería que supera los 60 vatios, así que podremos salir o entrar en el parking, conducir en autopista o movernos en ciudad, apoyando al motor térmico en situaciones de esfuerzo como un adelantamiento o una cuesta  Son un poco más ECO, pero cabría discutir esa clasificación. Al menos, se puede mover el coche en algún momento sin generar emisiones.

Los híbridos enchufables, por su lado, se diferencian de los anteriores por poseer enchufe, un motor y una batería eléctricos de mayor tamaño, aunque no sea eléctricos puros en todo caso. Aquí ya encontramos la posibilidad de movernos por la ciudad durante 40/50 kilómetros con propulsión eléctrica pura y, en carretera, el motor eléctrico complementa o sustituye al térmico como en un híbrido convencional. Ya que las zonas de bajas emisiones están en las ciudades, cumplen con las normativas de la etiqueta  que poseen, pero para ello deben ser enchufados y recargados en casa o en un poste de recarga adecuado.

Si no se hace, funciona como un vehículo convencional. De hecho, hay quién los compra por la etiqueta y no contempla usarlos en modo eléctrico casi nunca. En Alemania, por ejemplo, tienen prohibido el acceso a las zonas de bajas emisiones al no poder garantizar su uso puramente eléctrico, que es la norma para poder acceder a ellas. La creciente conectividad de los coches  podría garantizar este aspecto en un futuro cercano con algún tipo de dispositivo que indique el tipo de propulsión que es utilizada. En carretera, una vez que utiliza el motor térmico, contamina como cualquier híbrido.

Por último, los eléctricos puros, con etiqueta 0, que funcionan exclusivamente con motor y batería eléctricos, no generan ninguna emisión y deben ser cargados para moverse, así que, en este caso, no hay dudas.

Así que, a día de hoy, ante la pregunta el consumidor de comprar uno u otro coche, la respuesta  es sencilla. Cualquiera. Si se hacen muchos kilómetros, quizás el ideal sería l diesel; si se puede acceder fácilmente a un surtidor de gas, pues gas; si se conduce mucho por ciudad, un híbrido o, incluso,  alquilar un eléctrico en carsharing; para un uso mixto de ciudad a diario y carretera los fines de semana, un híbrido enchufable, si es que el bolsillo lo aguanta, ya que suelen ser vehículos de un precio elevado.

El diésel, probablemente, subirá de precio, dentro de la campaña de criminalización a la que está siendo sometido. Pero tendremos la opción del gas. Además de poseer la etiqueta ECO tiene acceso fácil a los surtidores. No debemos olvidar que el gas, aún poco utilizado en España aunque no en otros países de nuestro entorno, además de ser menos contaminante, tiene un coste de utilización aún menor que el diésel, con la ventaja añadida de contar con la autonomía extendida que proporciona el depósito de gasolina que estos coches llevan incorporado.

Con el tiempo, es posible que se introduzcan cambios en el sistema de etiquetas ya que, con la llegada masiva de micro híbridos, la mayor parte de las nuevas matriculaciones tendrán la consideración de etiqueta ECO.