Los consejos que dan los libreros

Montar una librería, ¿ruina o negocio?

Las librerías son un tipo de negocio que despierta el apetito de muchos. Vender libros se considera una actividad atractiva que se le ha pasado por la cabeza a no pocos españoles, sobre todo si son lectores habituales. Ahora bien, si hay un sector del comercio minorista que ha sufrido la crisis y, además, está viviendo una renovación casi forzada, es éste. Los libreros están abriendo nuevas puertas a sus negocios y están saliendo a flote. Ellos mismos dan las pautas para que las pequeñas librerías sean un negocio rentable.

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Montar una librería, ¿ruina o negocio?

La crisis económica se cebó con el gremio de libreros, formado casi en su mayor parte por trabajadores autónomos, que se sumó a sus propios problemas: el bajo índice de lectura en España y la creciente competencia de venta de libros online por parte de las plataformas como Amazon. En 2018, las tornas han cambiado. Así se ha puesto de manifiesto en el XIII Congreso de Libreros de Sevilla, el primero tras siete años de sequía, en el que se ha constatado que el sector tiene en la actualidad crecimientos del 3,7%. El presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), Juancho Pons, ya declaró hace meses a AyE que “estamos observando que hay gente que se anima a abrir librerías pequeñas, de las de siempre”. La Cegal, organizadora del Congreso, representa a casi la mitad de los libreros españoles, en estos momentos unos 3.900.

Buscando la rentabilidad

Las librerías pequeñas, en las que no suele haber más de tres trabajadores incluido el dueño, no son prescindibles a pesar de todo. Pero hay que adaptarse. Por ello, los libreros dan una serie de recomendaciones, algunas de ellas en el propio Congreso de Sevilla, para todo aquel que se decida a emprender una actividad que no ha pasado a mejor vida, ni mucho menos. 

Los consejos para empezar o para sobrevivir son los siguientes:

-Las pequeñas librerías ya no pueden ser simples tiendas de un producto. La mayoría se están reconvirtiendo o nacen ya como comercios y además “espacios culturales”, donde se convocan actos, lecturas, presentaciones, charlas, firmas de ejemplares, etc. También pueden disponer de un rincón de lectura, a modo de mini biblioteca, u ofrecer bebidas y cafés para disfrutar del entorno. En definitiva, recibir a los clientes y tratarles como lectores, no como consumidores.

-Tanto el propietario como sus empleados deben ser prescriptores, es decir, deben saber aconsejar al cliente, tener idea de lo que pide o recomendarle las últimas novedades. Si se concibe el negocio como una mera tienda y el librero es un dependiente sin más, no tiene nada que hacer frente a las librerías de las grandes superficies. Ello no significa, aclaran en el gremio, que el propietario de una librería tenga que ser un erudito o o que se haya leído todo lo que vende. Es suficiente con conocer el producto y escuchar a sus clientes.

-Disponer de un fondo editorial, lo que supone contar con libros que, aunque no estén a la vista y no sean lo último publicado, pueden interesar a sus compradores. Una librería que sólo ofrece las novedades y los best sellers del momento tiene una competencia amplísima pues esos libros se venden en muchos espacios (estaciones, kioscos de prensa, grandes superficies, supermercados, etc). Sin embargo, satisfacer al cliente, conseguirle lo que quiere o intentarlo, traerle aquel producto que necesita es fidelizarle y darle sentido al negocio. De esta manera han logrado sobrevivir muchas librerías pequeñas y de barrio, a las que los clientes acuden para conseguir esos ejemplares que cuesta más encontrar en otros sitios.

-Este consejo enlaza con el anterior, pues se trata de conocer a la clientela, de forma que a veces incluso se puede ir por delante de sus peticiones. Al conocer los gustos o preferencias del cliente por un determinado autor o un determinado género, muchos libreros con oficio se adelantan y se hacen con ejemplares para luego ofrecerlos a la persona concreta.

-Atender a las redes sociales. Este consejo es válido para cualquier tipo de comerciante, pero para un librero es esencial porque las redes son una fuente de información para todos los implicados en el sector del libro y una forma magnífica de llegar rápido a los clientes.

-La especialización. Dada la enorme competencia que sufren en este oficio, hay libreros que han optado por especializarse. Ya es frecuente pasar por una librería que sólo vende libros de decoración o de cocina o de poesía. Es una forma de significarse frente a los competidores grandes. Aunque este tipo de librerías funcionan mejor en las grandes ciudades, donde hay clientes de todo tipo.

-Para un librero que empieza, sus compañeros recomiendan, además, que emplee tiempo en buscar el local adecuado. Lo fundamental de este negocio es que haya espacio para almacenamiento y algún rincón para los actos y actividades antes mencionadas y casi imprescindibles.