Más alto y más robusto

El nuevo Mercedes GLA es más grande, más SUV, sin abandonar su aire deportivo

La imagen del Mercedes GLA era la de un clase A un poco sobre elevado. Su nuevo aspecto, más alto y más robusto, le acerca más a la de sus competidores y al gusto general del mercado.

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Imagen del nuevo Mercedes GLA. | Foto: página web oficial de Mercedes.
El nuevo Mercedes GLA es más grande, más SUV, sin abandonar su aire deportivo

Desde su aparición, allá por el año 2013, el Mercedes Benz GLA ha sido un coche atractivo, pero con un aspecto de turismo un poco más alto, más inclinado a una línea estética de deportividad que de robustez. Quizá precisamente por eso, mercados tan importantes para la marca de Stuttgart, como el norteamericano, no han sido especialmente receptivos a este modelo.

Mercedes hace tiempo que tomó la decisión de rejuvenecer las líneas de sus coches, haciéndolos más atractivos a un público más joven que acababan por decidirse por Audi o BMW a la hora de comprar un compacto o un SUV del mismo segmento. Uno de los productos destinados e ese público era el GLA.

Una imagen mucho más cercana al de sus rivales en el mercado

Pero el mercado evoluciona y las marcas han de adaptarse a esos cambios. Por eso, la segunda generación del Mercedes GLA llega al mercado esta primavera con una imagen más cercana a los SUV de su competencia, sin perder un ápice de su espíritu Mercedes.

Exteriormente, el modelo sufre una renovación completa. Ya no es un turismo alto, ahora su aspecto es el de un todo camino clásico. De líneas suaves y un tanto redondeadas, su carrocería crece en altura nada menos que 10 centímetros, hasta los 1,5 metros; gana 3 centímetros de anchura; y, en ancho de vías, 4 centímetros. Curiosamente, es 14 milímetros más corto, 4,42 metros, pero gana 3 centímetros entre ejes (2,70 metros), lo que se traduce en una generosa ventaja de espacio interior respecto al anterior GLA.

Su concepto general de diseño lo sigue orientando a un público aspiracional, quedando el también nuevo GLB como la opción más familiar dentro de este segmento todo camino compacto de Mercedes.

Hablando del GLB, el interior de ambos es prácticamente el mismo, ambos son evoluciones de la anterior generación GLA. La imagen es completamente Mercedes, con un salpicadero en el que destacan las salidas cromadas de aire, de diseño turbina y las pantallas, dos, de 7 pulgadas de serie y opcionalmente, de 10, 25 pulgadas, con un sistema de infoentretenimiento MBUX, común a otros modelos de la marca. Puede incluir, de manera opcional, un sistema de navegación de realidad aumentada, conducción semiautónoma con adaptación al tráfico circundante, incluyendo el control automático de velocidad e incluso el cambio automático de carril, actuando sobre la dirección. Un despliegue de ingeniería apabullante.

Las plazas delanteras son cómodas, con asientos firmes que ayudan en los largos viajes y que se encuentran en una posición nada menos que 14 centímetros más altos que los del anterior GLA, lo que por fin otorga a este modelo la clásica visión SUV de la carretera. Las traseras han mejorado mucho, como en general todas las cotas interiores, ganando más de 11 centímetros para conseguir unas plazas realmente buenas, aunque, eso sí, para dos personas. El pasajero central se vería muy limitado por una plaza estrecha y un túnel de transmisión elevado, pero no es algo que sea muy distinto en su competencia.

Habremos de esperar para el híbrido enchufable

En cuanto a motorizaciones, la oferta ya es conocida. Por un lado el GLA 200 con el motor 1.33 Turbo gasolina de 163 CV (motor Mercedes-Renault) y por otro el Mercedes-AMG GLA 35 con motor 2.0 Turbo gasolina de 306 CV. En ambos casos la transmisión es automática de doble embrague con 7 relaciones en el primero y 8 relaciones en el caso del AMG. En diesel, está el conocido 1.9, con 150 o 190 CV, manual o automático el primero y exclusivamente automático el segundo, también con 8 relaciones. Más adelante, y como novedad en la gama, está previsto ofrecer también un motor híbrido enchufable.

Como su competencia, es un coche orientado al asfalto y su hábitat natural es la autopista y los viajes largos, incluyendo el selector de modos de conducción, para dar prioridad a comodidad, eficiencia o carácter deportivo, dependiendo de la carretera. Aunque también existe la versión con tracción en las cuatro ruedas con programas que influyen en la distribución del par de acuerdo con tres programas: en Eco/Comfort se realiza en una relación 80/20 (eje delantero/eje trasero), en Sport cambia a 70/30 y en todoterreno el embrague actúa como bloqueo de diferencial, igualando el reparto entre los dos ejes (50/50).

Sin embargo, y aunque no es un coche diseñado para salir al campo, existe tal capacidad, pero es aconsejable tomar algunas precauciones porque la distancia al suelo es de 14,3 cm (9 mm más que en la generación anterior), por lo que hay que saber sortear los obstáculos. Con el factor agravante de que, a diferencia de lo que sucedió con el predecesor, no es posible optar por una suspensión más alta (si se hubiera utilizado la misma solución, que entonces elevaba el GLA a 164 mm del suelo, este nuevo modelo llegaría a 173 mm).

La marca alemana considera que ese dato es un buen equilibrio y los ángulos mejorados de ataque y salida (de 18,1 y 22,1 grados, respectivamente) son aceptables para ese uso del coche, aunque claramente no para realizar todo terreno extremo. Sí permite salir a pistas con cierta comodidad, sobre todo si añadimos la opción del Paquete Off-Road que incluye control de descenso de pendientes (2 a 18 km/h), información específica sobre los ángulos TT y la inclinación de la carrocería, así como una animación que muestra la posición del GLA en el suelo y, en combinación con faros LED multihaz, una función avanzada de iluminación todoterreno.

El maletero también ha crecido en 14 litros, lo que, sin embargo, sigue sin ponerle a la altura de sus rivales directos en cuanto a capacidad.