¿Autónomo o sociedad?

Cuando un emprendedor decide ir adelante con su idea y convertirla en un negocio, una de las primeras decisiones a tomar y que marcará el futuro del proyecto es la forma jurídica que tendrá.
¿Autónomo o sociedad?

Son muchos los aspectos que un emprendedor- futuro empresario- tiene que tener en cuenta cuando da vida a su empresa. Desde aspectos tan fundamentales como nombre, logotipo o color, hasta tan críticos como la viabilidad y la rentabilidad del producto o servicio. Entre unos y otros el emprendedor tendrá que formalizar todo el papeleo jurídico, previo a iniciar la actividad, y decidir ser autónomo o constituirse como sociedad. Una decisión que marcará el futuro del negocio pues dependiendo de una forma jurídica u otra el emprendedor va a tener una serie de beneficios o dificultades.

Es una decisión de “gran responsabilidad, hay que valorar los riesgos y sobre todo el plan de negocio”, decía durante su ponencia el director de cuenta de Afianza Asesores, Antonio Serrano Jiménez, en el Salón Mi Empresa. “Será aquí – con la elaboración del plan de negocio- cuando se podrá valorar realmente si es mejor constituirse como sociedad o como autónomo”.

Para tomar correctamente esta decisión Serrano aconsejaba que había que tener en cuenta cuatro factores fundamentales:

  1. Responsabilidad: es el primero y es primordial porque la mayor diferencia jurídica que hay entre una forma jurídica y otra es la responsabilidad legal que implica. El autónomo deberá responder con todos sus bienes ante cualquier problema, mientras que con la sociedad el emprendedor pone un muro entre su capital y la empresa, de esta forma ante cualquier imprevisto solo responderá con el capital que haya aportado.
  2. Fiscalidad: los porcentajes cambian cuando se responde ante Hacienda como autónomo o como sociedad. Lo mismo ocurre con las subvenciones.
  3. Imagen a terceros: especialmente importante si su producto o servicio es B2B (business-to-business es decir, vender de empresa a empresa) dado que hay muchas entidades en el mercado que tienen preferencia por contratar solo sociedades. Hay que estudiar al cliente, uno de los apartados del plan de negocio, y observar sus preferencias.
  4. Coste de la puesta en marcha: para construir una sociedad necesita una inversión mínima de 3.000 euros, mientras que para hacerlo como trabajador por cuenta propia no se exige un mínimo. Aunque esto puede confundir a priori hay que estudiarlo a medio plazo, ya que a la larga el negocio del autónomo puede llegar necesitar más inversión que una sociedad.

 

Procesos distintos

 

Otro de los aspectos a destacar entre ambas opciones es la forma de cumplimentar el proceso con Administración, es decir, el papeleo para empezar a funcionar de forma legal. Por un lado, si se quiere constituir como un trabajador por cuenta propia, el emprendedor tendrá que cumplir con ciertos requisitos fiscales, darse de lata en el IAE (Alta en el Impuesto de Actividades) y afiliarse al RETA (Régimen Especial para Trabajadores Autónomos); procesos que pueden realizarse en su mayoría online. Mientras para dar de alta una empresa, una sociedad, hay que ir a una notaría, al Registro Mercantil, a portar un mínimo de inversión y dar de alta como autónomo al que será al administrador de la empresa.