Opinión

Políticos y directivos, empleados de lujo

Nunca se me olvidará la cara de sorpresa que puso un empleado de Iberia que estaba en el mostrador de tránsito en el Aeropuerto de Barajas cuando mi situación es que venía de Londres e iba a Bilbao vía Madrid, pero para el último tramo del viaje, es decir el Madrid-Bilbao, estaba en lista de espera y cuando me acerqué al empleado del mostrador de tránsito y le pregunté qué probabilidad tendría de volar en el primer avión, me contestó que no debería tener problemas pues viajaba en Business Class y tenía tarjeta oro, y luego añadió, salvo que venga algún cargo público a última hora.

Políticos y directivos, empleados de lujo

Según me dijo eso, le contesté que yo era ciudadano español y que no iba a aceptar que subiera al avión un empleado mío antes que yo. Se quedó con cara de pánfilo, demostrándome que no había entendido nada, y le tuve que aclarar que los cargos públicos son nuestros empleados y no nuestros dueños, que cobran de nuestros impuestos y deben estar a nuestra disposición y no al revés, dicho lo cual parece que lo entendió y el resultado es que yo volé en el primer avión a Bilbao, desconozco si llegó algún cargo público o no.

Esto es algo que siempre me ha sorprendido, cómo cierto tipo de empleado se convierte en dueño por la aceptación de la gente en general.

En alguna ocasión, en la universidad, he planteado qué tendría que hacer un directivo si los resultados no son los esperados y está intentando tranquilizar a los miembros del Consejo de Administración para que se mantengan como socios estables de la empresa y no vendan su participación, y entre las muchas respuestas, una que me suelen dar es que el directivo les ofrezca acciones a los miembros del Consejo de Administración.

Obviamente estamos hablando de estudiantes, pero esto nos da un índice de lo que la cultura popular acepta, igual que en el caso anterior al cargo público se le acepta como el jefe por parte de los dueños, al directivo se le acepta como el dueño o empresario y esto además se consolida cuando ves que organizaciones como el Círculo de Empresarios realmente tiene un porcentaje muy elevado de directivos, del más alto nivel, sí, pero directivos.

Por tanto, tenemos que volver a las raíces y entender perfectamente quién es quién y qué papel tiene cada uno en la empresa.

La empresa tiene dos niveles que tenemos que diferenciar claramente: un nivel propietario, es decir, los dueños de las empresas, sus accionistas, y un nivel profesional entre los que se encuentran los directivos, pero estos son gestores y no dueños, estos son los que tienen que gestionar, de la forma más acertada y profesional que sepan y puedan, los recursos provistos por los accionistas para, obviamente conseguir el máximo rendimiento posible.

Los papeles están muy claramente definidos en las empresas, pero sin embargo nos encontramos que esta realidad queda difuminada en muchos casos, especialmente en las grandes corporaciones, en la vida real, en la que algunos directivos se envuelven en una capa de poder que muchas veces parece que fueran los dueños. Consideran que la empresa que dirigen es suya y nada más lejos de la realidad, pues si bien está fenomenal que dirijan y gestionen como si fuera suya, en ningún caso pueden creerse propietarios y adoptar medidas que no les corresponde.

Una forma de resolver este problema puede ser la de potenciar los consejos de administración con una serie de consejeros profesionales, que no independientes, pues como es lógico todo consejero, supuestamente independiente, que es nombrado por alguien no puede ser independiente, sino que tiene que actuar en función de los intereses del que le ha nombrado y dado el puesto.

Por tanto, el Consejo de Administración potenciado por consejeros profesionales debe convertirse en el think tank de la propiedad y debe ser el órgano que se encargue de tomar las decisiones estratégicas de la empresa y tiene que ser quien defina las reglas maestras que orienten la implantación de las estrategias que faciliten alcanzar los objetivos generales establecidos por el Consejo de Administración.

El papel de los directivos y de toda la estructura profesional debe centrarse, por tanto, en la implantación de las estrategias definidas por el think tank.

De esta manera queda perfectamente definido el papel de cada uno en la empresa. Los dueños son los que tienen que preocuparse del largo plazo, apoyándose en profesionales de primer nivel, y los directivos gestionando el corto plazo para llevar a cabo las estrategias definidas por los dueños, lo que les aterrizará en muchos casos y dejarán la idea de que la empresa es suya. Rotundamente no, la empresa es de los accionistas.