Opinión

Manual para pymes de éxito

Manual para pymes de éxito

Probablemente esta afirmación se asienta sobre la capacidad que tienen las grandes empresas de generar recursos que les conecten con aspectos clave a la hora de competir y ser referente en sus sectores.

En mis años como consultor de grandes multinacionales he sido testigo de varios asuntos que son francamente interesantes.

Lo primero es que la mayoría de las empresas multinacionales, al estar más descentralizadas en algunas funciones, son más permeables a ciertas soluciones. Por eso están más abiertas a trabajar con consultores externos (eso y que tienen el dinero y los presupuestos para contratarnos).

Otra cosa es que los métodos o procesos con los que trabajamos sean, después de salir de la empresa, utilizados por la misma. Es como si las modas en torno a las soluciones de consultoría fueran más usadas por este tipo de empresas.

En segundo lugar existe una especie de estigma común a todas estas empresas: Somos especiales. “Enrique, en esta santa casa las cosas son muy diferentes a otras empresas”, “Nuestro sector tiene una serie de particularidades que hacen que las cosas aquí sean diferentes”, “Tienes que entender que nuestros procesos están muy consolidados en el tiempo y son los mejores del sector”, dicen.

Después de estas afirmaciones, lo primero que te asalta a la mente es: ¿Por qué llaman a un consultor? Si todo es tan especial o lo tienen tan claro… ¿qué clase de solución es la que están buscando?

La pyme tiene una mentalidad muy práctica y directa en lo que busca con respecto al negocio pero esto, en alguna ocasión, les hace perder la posibilidad de alcanzar mejores resultados por falta de recursos que les ayuden a mejorar sus posibilidades en el mercado.

Para una pyme, una consultoría estratégica de negocio se antoja una solución cara o fuera de su alcance, pero es aquí donde nos damos cuenta que aquellas pymes que “arriesgan” en ese sentido se posicionan como empresas más competitivas y con más recorrido.

Desde hoy y en los próximos artículos voy a compartir algunas de las reglas de oro para conseguir que nuestro negocio optimice sus resultados de forma adecuada.

Lo primero es entender que detrás de una idea emprendedora se tiene que consolidar una estructura que garantice éxito y oportunidad. La mayoría de las pymes y autónomos no van más allá de cubrir las necesidades de venta para que el negocio sea lo más rentable posible.

A esto yo lo llamo el “efecto taxi”. Si uno se pregunta cuál es el mejor negocio para emprender y que nos dé resultados desde el primer momento, yo le diría que el taxi. De hecho esto mismo me lo dijo un taxista un día: “Dónde va a encontrar Vd. un negocio que desde el primer día ya esté facturando”. Y esto es verdad.

Ahora mi pregunta al taxista fue más allá: Si Vd. no puede conducir, ¿cómo facturará su taxi?

Aquí es donde nos damos cuenta que la diferencia se centra en un factor capital. Podemos ser productivos o podemos trabajar en la capacidad para producir el resultado.

Si nuestra visión es facturar a toda costa estamos enfocados en la productividad del negocio. Si nuestra visión es generar valor en el futuro y tener la posibilidad de quizá tener un empresa de taxis, estaremos pensando en términos estratégicos y por lo tanto en la capacidad productiva.

La productividad nos genera tensión y estrés destinados a tener más ventas. La capacidad productiva nos ayuda a que los elementos del negocio tengan el uso adecuado y enfocado en la estrategia de nuestra empresa.

Si nos enfocamos a las tareas del día a día seguramente tendremos unos resultados muy aceptables y nuestro esfuerzo se verá recompensado. En muchos casos eso es lo que ocurre con el emprendedor. Se enfanga en los problemas cotidianos, lidiando con los impuestos, el RETA, las comisiones bancarias, el gasto administrativo, IVA, declaraciones, financiación… en fin en toda la parafernalia que tiene un negocio en España.

Con lo cual, al final del día es como si tuviésemos que meter la mano en la caja y sacar lo que hemos ganado en el día… y así durante semanas, meses y año, encontrándonos 10 ó 15 años más tarde trabajando como el primer día.

La estrategia empresarial es otro asunto. Cuando hablamos de estrategia no nos referimos a la planificación del negocio para los próximos días. Es importante distinguir la estrategia empresarial de las tácticas que realizamos para orientarnos a los resultados. Si no tenemos una planificación estratégica al nivel de nuestra idea o negocio, estaremos teniendo resultados que no responden más allá de nuestras expectativas a corto.

En mi próxima columna, hablaremos de cómo trabajar e implementar una estrategia. Identificaremos los cinco cilindros de nuestro motor empresarial:

  1. La base organizacional: O cómo nuestras ideas forman parte de la comunicación que tenemos que transmitir a nuestros colaboradores y clientes.
  2. El contexto relacional: Saber la relación entre todos los integrantes de la empresa para que todos tengamos el mismo nivel de alineamiento corporativo.
  3. Nuestro “saber cómo”: Cuando somos diferentes no es porque en nuestra casa se hagan las cosas de manera diferente, es porque sabemos hacer las cosas para generar valor
  4. Desarrollando el talento: Todos suman y todos aportan y en una pyme más. No se puede esconder nadie detrás de un número de empleado. Todos aportamos valor y la manera de seguir aportándolo es desarrollando el talento del equipo.
  5. Innovación y desarrollo: Como ya comenté innovar es mantenerse en el mercado de forma que siempre estemos en un proceso de mejora continua.

Solo la estrategia puede hacer que tu “taxi negocio” se convierta en una empresa de transporte de personas.