Opinión

Autenticidad: un nuevo modelo de liderazgo

Un líder auténtico solo puede ser mejor persona y mejor profesional, no tiene nada que perder. Si no eres auténtico, probablemente navegues sin faros ni señales, y entonces te deseo ¡que la fuerza te acompañe!

Autenticidad: un nuevo modelo de liderazgo

Transformación digital, customer experience, Internet de las cosas, innovación, disrupción, ecosistemas, 5G, Design Thinking, movilidad, etc., estamos rodeados de conceptos, de metodologías, de mantras, de mensajes que pueden llegar a generar pánico o desconcierto.

En nuestro primer libro 'Innovación 2.0', el profesor Jay Rao y yo describíamos a John como un directivo de una empresa de servicios preocupado por el futuro de su organización debido a la incapacidad de disponer de nuevos productos o servicios que pudieran satisfacer las necesidades de sus clientes. El subtítulo era bien elocuente: ¿Por qué cuando hablamos de innovación nos olvidamos de las personas? Eso lo escribíamos en el año 2012. El tiempo no ha hecho más que reafirmar que las personas son la clave. Son la clave para detectar problemas, oportunidades y necesidades a satisfacer. Se trata de las personas que componen nuestra organización, nuestros clientes, nuestros proveedores, otras organizaciones donde inspirarse.

El tiempo en el que los directivos de las plantas superiores eran el “cerebro” y los que componían la organización eran el “músculo”, aquel tiempo de los llamados “recursos” ha pasado hace mucho.

Hoy en día aquellas organizaciones más rentables, más innovadoras, que más talento atraen, y por tanto menos recursos y esfuerzo dedican a la búsqueda de personas talentosas, pues el talento atrae al talento, no están organizadas por plantas en un edificio, no asignan más metros cuadrados a los despachos más vistosos en base a jerarquías, sino a flujos. Para cambiar esta realidad hace falta un nuevo estilo de pensamiento (Mindset), un nuevo estilo de liderazgo.

Y por ello, tras cientos de conversaciones intelectualmente retadoras con mi buen amigo el profesor Jay Rao, tras muchas horas en estos casi 15 años de interacción con carismáticos, y no tan carismáticos (aunque ellos tuvieran esa creencia de sí mismos) directivos, mandos intermedios y personal de todo nivel y actividad, y de reflexión, mucha reflexión, decidí plasmar en mi segundo libro 'Autenticidad' la primera de las conclusiones generadas. Las otras, las guardo para el siguiente que estará disponible más pronto que tarde.

Todo este conjunto de interacciones y reflexiones me llevó a buscar la respuesta a la pregunta, en este bosque de mensajes, mantras, conceptos, amenazas ¿Cuál debiera ser la actitud o habilidad clave para cualquier persona?

Llegué entonces a la conclusión de que cualquier persona, tenga la ocupación que tenga, debería ser coherente con su propósito en la vida y con sus valores. Y mi gran sorpresa fue que en las interacciones que tuve con cientos de personas compartiendo esta reflexión, muy pocas explicitaban que tuvieran un propósito claro. Tampoco decían conocer, específicamente, cuáles eran sus valores.

Como buen navegante, en el mar si tienes faros o señales que te guíen está claro que puedes llegar a cualquier sitio. En muchas ocasiones, más de las que pensamos, los directivos saben dónde querrían llegar, pero no entienden por qué les cuesta tanto conseguirlo (cuando lo consiguen).

Ese conocer tu propósito y tus valores es el primer paso para sentirse bien contigo mismo. Y una vez tienes esos “faros”, puedes ser, con mucha más facilidad, auténtico.

Autenticidad la defino como la coherencia entre lo que pensamos, decimos, hacemos y sentimos. Y esta coherencia es aplicable y útil tanto en el ámbito de lo personal como de lo profesional, ya que no es posible separar con bisturí una cosa de la otra.

Cuando una persona es auténtica desarrolla una capacidad de decir NO a todo aquello que no está alineado con su propósito y sus valores. Por lo que ser auténtico genera equilibrio interior, irradia coherencia y genera previsibilidad de nuestras conductas a los demás, estimulando la confianza. La confianza se basa entonces en la coherencia entre nuestros dichos y hechos, por lo que tarda muchísimo en construirse pero se destruye con mucha facilidad.

Y todo esto ¿cómo se aplica en el mundo empresarial?

Te animo lector a la siguiente reflexión: me permito tutearte porque si has llegado hasta aquí espero que tengamos ya algo de confianza... Imagina que tienes un cargo de cierta responsabilidad en tu organización. Te enfrentas a decisiones empresariales que pueden tener cierta trascendencia para el futuro de tu equipo y sobre todo el tuyo. Los mensajes del exterior te pueden llegar a confundir, pues los mensajes no dejan de ser el titular, no son el detalle. Son tantos los mensajes y los titulares, que no dispones del tiempo para profundizar en cada uno de ellos. ¿Qué hacer?

La respuesta no es sencilla, y por cuestiones de espacio me voy a permitir simplificarla, pero se basa en responder a una secuencia de preguntas abiertas ¿Para qué?, ¿Qué?, ¿Cómo?

Pregúntate de forma abierta ¿Para qué estás teniendo que tomar esas decisiones de futuro? Y también ¿qué es lo peor que podría pasar si en los próximos 3 años no tomaras ninguna de las decisiones a las que te enfrentas? De igual manera podríamos enumerar las amenazas que tienen tu organización o equipo a 3 años. Si las enumeras tendrás posibles campos de actuación para evitar un “desastre”.

Hasta aquí la autenticidad no tiene por qué haber tenido ningún rol especial. Pero a partir de aquí aparece totalmente.

Un líder auténtico involucra a sus colaboradores, sin distinguir jerarquías: les escucha, les reta, les anima a pensar en grande, formulándoles siempre preguntas abiertas. Este líder auténtico tiene la convicción de que está rodeado de personas talentosas, de personas a las que anima a ser honestas y atrevidas, pues se están jugando el futuro conjunto. Este profesional en lugar de decirles lo que tienen que hacer, les pide que aporten lo que cada uno de ellos piensa que debieran hacer. Es como un director de orquesta, donde con batuta firme, hace posible que salga lo mejor de cada uno de los músicos para que suene una pieza armoniosa. Es el que define la partitura y tipo de músico a interpretar, pero les delega el virtuosismo a ellos.

Estamos entrenados para tener respuestas a lo que nos enfrentemos, sin embargo, en tiempos donde el cambio es tan rápido y el mundo es tan global, no puede un directivo tener todas las respuestas. Y por ello siendo auténtico, siendo coherente, humilde, generoso y estimulador, tendrá todas las neuronas de la organización a su disposición para tomar las mejores decisiones en el campo de la  transformación digital, Customer experience, Internet de las cosas, innovación, disrupción, ecosistemas, 5G, Design Thinking, movilidad, etc. Siendo auténtico, el líder podrá trabajar para convertir los problemas en beneficios para su organización,  aprovechando las oportunidades que le permitan satisfacer las necesidades de sus colaboradores y clientes.

Un líder auténtico solo puede ser mejor persona y mejor profesional, no tiene nada que perder. Si no eres auténtico, probablemente navegues sin faros ni señales, y entonces te deseo ¡que la fuerza te acompañe!