Opinión

20 años de medidas dirigidas a los autónomos

20 años de medidas dirigidas a los autónomos

No es malo de vez en cuando reavivar nuestra memoria y repasar someramente todo lo que se ha implementado a favor de los autónomos en los últimos cuatro lustros. Algunas iniciativas que han tenido mayor o menor fortuna y, bastantes, que han resultado de gran calado. Y empezando por las que se aprobarán esta semana, querría resaltar un dato que el presidente de ATA, Lorenzo Amor, ya ha puesto de relieve: se trata de 20 medidas que no se circunscriben sólo a impulsar el nuevo emprendimiento, sino que muchas de ellas buscan aliviar los problemas de los que llevan años soportando el palo de la bandera, abriendo y bajando la persiana de su negocio. Porque es cierto que algunos se quejaron de que anteriormente las ayudas se centraban en quienes se lanzaban a emprender, pero se olvidaban de los que estaban realizando importantes esfuerzos por mantener sus negocios en plena crisis. La nueva ley pretende abarcar al mayor número posible de autónomos, prácticamente a todos.

Las Ley de Medidas Urgentes para el Trabajo Autónomo que presento Ciudadanos, que ha pactado con el PP y que cuenta con el apoyo del resto del arco parlamentario, entra de lleno en problemas que nos afectan sobremanera, como adecuar nuestras cotizaciones a los ingresos reales y permitirnos cambiar de cuota cuatro veces al año. Es decir, podremos cotizar menos si las cosas van mal o aumentar la cuota si el negocio va bien, lo que redundará en una mayor pensión y en mejores prestaciones sociales. Pero también incide en el problema de las autónomas que quieren ser madres; nos posibilita jubilarnos y trabajar al mismo tiempo cobrando el 100% de la pensión; podremos desgravar hasta 12 euros diarios de nuestra comida y también cobraremos prestación si hemos sufrido un accidente camino del negocio o de vuelta a casa, como los asalariados. También se buscarán fórmulas para rediseñar el trabajo autónomo a tiempo parcial y se rebajará el recargo del 20% que nos ponían cuando nos retrasábamos en pagar la cuota a la Seguridad Social. A mí, como arranque, no me parece mal.

Creo que es de justicia poner en valor el trabajo realizado por Ciudadanos y el PP en el diseño de estas medidas y en la generosidad del resto de partidos que han aportado mejoras. Se ha trabajado mucho en estos dos últimos meses y los grupos han tendido la prudencia y la inteligencia de sentarse codo con codo con los técnicos de las organizaciones de autónomos para discutir cada medida, organización que, otra cosa quizá no, pero de autónomos y de sus problemas sabe bastante.

Pero decía que en estos 15 años se han implementado otras muchas leyes. Creo que la mayoría han pasado un poco desapercibidas pese a que han ido cambiando el rostro de nuestro colectivo. O, quizá, han ayudado a perfilarlo, porque antes ni salíamos en la foto. Y recuerdo las 35 leyes que se aprobaron en la legislatura pasada. No voy a volver a hablar del plan de pago a proveedores, que fue una verdadera operación de rescate para miles de autónomos, o sobre la tarifa plana de 50 euros para los que empezaban. Prefiero enfocar la linterna hacia medidas que creo que pocos recuerdan, como la jubilación anticipada a los 63 años que antes no disfrutábamos, la compatibilización del cobro del desempleo con el ejercicio de una actividad por cuenta propia, la tarifa plana para contratar a un asalariado, las bonificaciones a la contratación de familiares colaboradores, la rebaja al 7% de la retención en IRPF para nuevos emprendedores y al 15% para profesionales, o la posibilidad de aplazar el IVA cuando no podemos pagarlo, que tanto ha beneficiado a muchos autónomos en dificultades.

Y todo esto en tan sólo 5 años. Si vamos más atrás en el tiempo tendríamos que recordar que los autónomos estábamos sujetos al pago del Impuesto de Actividades Económicas y ahora no, que no teníamos acceso a la formación, ni a las coberturas por riesgos profesionales, o que nos pagaban la baja a partir del decimoquinto día y no del cuarto como ahora, que no teníamos derecho a ciertas prestaciones (como maternidad, riesgo por embarazo, riesgo durante la lactancia), no podíamos contratar a nuestros hijos, estábamos sujetos al pago de la cuota de las cámaras de comercio, y otras trabas más que nos hacían ser trabajadores de segunda clase. Y tampoco teníamos muy claro nuestros derechos y deberes hasta que no se aprobó el Estatuto del Trabajo Autónomo en 2007.

Aún a riesgo de parecer poco ecuánime, ya que pertenezco a ATA, no voy a dejar de decir algo que me parece de justicia y quizá pocos sepan: todas estas medidas difícilmente hubieran salido a la luz sin la machaconería de las organizaciones mayoritarias de autónomos ante las administraciones públicas. Con toda honradez debo decir que detrás de la mayoría de las leyes, por no decir todas, está su trabajo diario, su labor de pepito grillo. Es fácil comprobarlo. Precisamente, comienzan a aprobarse justo después de que se fundaran estas organizaciones, hace poco más de 20 años. Antes no nos daban ni los buenos días.

¿Y ya está? ¿Con esto se ha logrado todo? En absoluto. Muchas cosas que necesitábamos aún están en los cajones de quienes tienen que decidir por nosotros. Pienso que hay que seguir buscando soluciones al problema de nuestras cotizaciones, de nuestros impuestos, de nuestra financiación, de las trabas que se siguen aplicando a nuestros negocios, de la lacra de la morosidad o de la economía sumergida que supone una competencia desleal. Habrá que seguir empujando y exigiendo a nuestros políticos y a las organizaciones de autónomos que continúen pactando soluciones. Los autónomos aún están lejos de tener el camino despejado. Aunque a veces tengamos que reconocer que se ha avanzado mucho.