Opinión

Por qué la tecnología nos hará mejores (y más éticos)

Como creadores de la tecnología, esta herramienta debe estar a nuestro servicio. Sin embargo, el talento para saber aprovecharla es único y personal.

 

Por qué la tecnología nos hará mejores (y más éticos)

El ciborg es, por definición, “una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de la tecnología”. Tenemos una imagen romántica de los ciborgs y, aunque los personajes que dibujan las películas tardarán quizás más tiempo en llegar, nosotros ya somos ciborgs. Piénsalo: ¿Cuántas veces has dicho “me he quedado sin batería” cuando es tu teléfono el que está apagado, pero te incluyes en ese modo off?

Hay muchas voces calamitosas sobre el efecto que la tecnología tiene y va a tener sobre nosotros y las órbitas en las que nos movemos: individual, social y empresarial. Sin embargo, la visión que tengo, fruto de mi experiencia, es completamente alentadora y mucho más humanista ya que el dilema no es por el qué (la tecnología), si no por el cómo (el uso).

La tecnología es una herramienta y una creación del ser humano y, como tal, debe estar a nuestro servicio. Como instrumento, puede ser usado para hacer el mal, pero también para lograr grandes avances y llevar a cabo buenas acciones a favor del beneficio de la mayoría. La utilidad y el fin de la tecnología depende de la persona o institución que esté haciendo uso de ella.

La ética se refuerza en la era de la tecnología 

La tecnología está para saber aprovecharla y, a diferencia de las revoluciones anteriores, está prácticamente al alcance de la mayoría, es inclusiva, pero el talento para saber aprovecharla es único y personal.

La máquina nos permite ganar en automatización, eficiencia y memoria en todos los ámbitos de nuestra vida, no solo el profesional, pero nunca va a ser capaz de sustituir nuestra inteligencia emocional, sentido común, empatía, ética, pasión o creatividad. Todos esos rasgos son profundamente humanos y se verán reflejados en el uso de la máquina.

La dimensión ética es una cualidad exclusivamente humana y sólo a las personas nos corresponde la necesidad de gestionar los conflictos éticos y creativos que nos plantea la digitalización de todas las dimensiones que conforman el mundo. Una digitalización que nos trae a los ciudadanos más poder decisorio sobre nuestra propia vida y, por tanto, más responsabilidad y autoliderazgo.

Esta responsabilidad exigida en la toma de decisiones y sobre nuestro propio tiempo pone de relieve, cada vez más, la ética de las personas. ¿Hablar por WhatsApp o quedar a tomar un café con mi amigo, sin móviles encima de la mesa? ¿Abrirme una cuenta de LinkedIn o seguir confiando en el poder único del CV? ¿Levantar la mano para pedir un taxi o contratar un Cabify a través de mi smartphone?

El debate está servido y las cuestiones que he planteado son relativamente sencillas, pero en un contexto en el que un ciberataque se produce a golpe de un sencillo clic y el coche autónomo debe elegir a quién atropellar o no, el debate se eleva, casi, sin límites.

Ciborgs con voluntad y ética para construir un mundo mejor 

Las ventajas evolutivas del hombre contemporáneo, de nosotros los ciborgs, son abismales. Sus “prestaciones” tecnológicas nos abren una puerta a un futuro radicalmente distinto, que, en algunos aspectos, puede resultar aún incierto, pero que en contra de lo que muchas veces y voces suponen no tiene tintes apocalípticos, sino salvíficos. La tecnología es generadora de valor y riqueza sobre la economía, la productividad y la competitividad.

En definitiva, y aunque en cierto modo nos hayamos convertido en ciborgs, seguimos siendo humanos y esa esencia nunca va a cambiar. Por ello, en el núcleo de todo planteamiento que hagamos en relación a la revolución tecnológica debemos ubicar a la persona. La tecnología crea oportunidades y es imprescindible saber aprovechar esa oportunidad, adoptando la tecnología a tu fortaleza (como individuo, empresa, región, etc.) y viceversa.

Con voluntad y ética, y si no perdemos nunca de vista la dimensión humana, la tecnología es un poderoso aliado para hacer de este un mundo mejor y más próspero,afrontando con decisión los grandes retos que nuestro planeta nos plantea.