Opinión

El comercio se apaga

 

 Una ciudad sin pequeño comercio es una ciudad sin vida y una ciudad sin vida es una ciudad sin futuro.

Y en nada las calles de ciudades y pueblos volverán a llenarse de luces, unas luces que simbolizan alegría y esperanza, dos cosas sin duda, que este año necesitamos más que nunca.

Quizás como dicen algunos, ese dinero podría haberse invertido en ayudas para los afectados por la crisis sanitaria y económica, desde luego, todo ayuda. Pero sinceramente dudo de la capacidad de esas partidas para arreglar la vida de muchas personas y quizás, en este momento, es más importante arreglar “las cabezas”, las emociones y el corazón de una sociedad desmotivada y llena de incertidumbre  ante el presente y el futuro….Además, soy de las que cree firmemente en que “al enemigo puente de plata”, así que luces, guirnaldas, fanfarrias y el coro del ejército ruso con tal de que 2020 acabe con más luces, que las sombras que le han acompañado durante todo su mandato…

Y porque el mandato que sí tendría que acabar cuanto antes es el de un gobierno inepto, mentiroso y malvado, capaz de las más ingeniosas tretas con tal de no perder un sillón, que tienen bien agarrado… y aquí sí que no hay luces navideñas que alegren el escenario…

Mientras nosotros, nuestro colectivo de emprendedores, dueños de pymes, de pequeños y medianos negocios, autónomos, empresarios de carne y hueso en definitiva, seguiremos aquí al pie del cañón, reinventándonos cada día.  Y por eso hoy, quiero dedicar este editorial especialmente a una parte muy importante de este colectivo, que somos todos: el pequeño comercio.

Y es que el pequeño comercio (que aún tiene la suerte de poder seguir abierto), está llevando a cabo durante todo el mes de noviembre una curiosa iniciativa: apagar las luces de sus locales todos los viernes y sábados a las ocho de la tarde. Y digo yo, ¿Puede haber algo más triste que una ciudad a oscuras? Sinceramente creo que no….Pero fíjate que este pequeño gesto tiene tras de sí un mensaje enorme: una ciudad sin pequeño comercio es una ciudad sin vida y una ciudad sin vida es una ciudad sin futuro.

Porque quien da riqueza a los municipios, pueblos y ciudades son/somos los pequeños empresarios, las personas que arriesgan su patrimonio para que otras trabajen. Tanto pymes como autónomos son el motor de la economía de España y en el caso del pequeño comercio son además los que dan color, alegría y luz a nuestras vidas.

Están pasando esta crisis prácticamente solos, sin ayudas y sin las medidas necesarias para paliarla. Muchos se han visto obligados a despedir trabajadores, otros han visto cómo sus vecinos echaban el cierre, pero no se han rendido. Ahí siguen, luchando por defender la única forma de vida que han conocido y pidiendo lo que es de justicia después de tantos años sin retrasarse ni un solo día en sus obligaciones como contribuyentes.

Lo he repetido tantas veces en este programa, como aquella lista infame de Reyes Godos con la que nos torturaban en la infancia. Lo voy a hacer una vez más: ayudas directas a las empresas, exoneraciones en la Seguridad Social, mayor cobertura para los casos de baja por enfermedad, aplazamiento en las obligaciones tributarias… por citar algunas. Al menos esta semana han tenido un respiro, el gobierno ha aprobado una moratoria de dos/tres años más para devolver los ICO ….Esperemos que para entonces las pymes y autónomos que los han solicitado estén en disposición de devolverlos, porque hay que recordar que ¡ESTE NO ES UN DINERO A FONDO PERDIDO, QUE HAY QUE DEVOLVERLO!

Y por cierto, hasta el 11 de noviembre se han concedido 876.000 préstamos ICO, ¿saben quiénes han solicitado el 98% de ellos? Seguro que lo han adivinado: las autónomos y pymes. Y ahí están incluidos muchos de esos pequeños comercios que estos días apagan las luces en un intento de concienciar a público y políticos que sin ellos no hay vida.

Yo confío en que salgan adelante porque son unos auténticos supervivientes. Nuestros héroes de hoy. Han tenido que lidiar con la llegada de los grandes centros comerciales, luego con el comercio online y las plataformas gigantes donde venden de todo. Ahora … nada más y nada menos que una pandemia mundial …Y, ahí siguen, braceando sin descanso por salir a la superficie.

No dudaron ni un momento en invertir todos sus ahorros en implementar las medidas de seguridad necesarias con tal de que sus clientes pudieran volver a entrar en ellos con toda la confianza del mundo, tampoco en ingeniárselas para poder prestar sus servicios a domicilio cuando no podemos salir de casa, incluso se han digitalizado en la medida de sus posibilidades para hacernos la vida más fácil.

Por no hablar de su capacidad para llenar de vida y, no lo olvidemos, de trabajo, las calles de tantos y tantos municipios. Los paseos no serían lo mismo sin tropezarnos con los escaparates de las tiendas, el bullicio de los bares, las luces de las peluquerías, el olor a pan caliente de las panaderías, la música de los gimnasios que se escucha desde la calle o tantas otras imágenes y sonidos familiares que nos hacen sentir que estamos en nuestro entorno, en nuestro barrio, en nuestra casa.

Por eso es el momento de devolverles todo lo que han hecho por nosotros, de apoyarles y hacerles sentir que no están solos….Porque si ellos cierran… ¿quién iluminará nuestro barrio y … nuestras vidas?