Opinión

Exportar es un viaje interior

Exportar es un viaje interior

“Lo urgente no deja paso a lo importante”, me dijeron una vez. Cuánta razón.

Para el emprendedor, el autónomo, el empresario es fundamental poder parar el tiempo, poder hacer un paréntesis -como nos recomendaba aquel anuncio de chocolatinas- y coger perspectiva. Cuanto más pequeño seas, más importante es hacer este ejercicio.

Cada uno tiene su truco para lograrlo. A menudo me gusta imaginarme flotando, observándome desde arriba, como en las películas cuando el alma abandona el cuerpo rumbo a estancias celestiales. Pero a mí lo que mejor me funciona para amortiguar el ruido y parar el ritmo frenético, es viajar; viajar por trabajo. Me da la distancia, el tiempo y la frialdad suficientes para reflexionar.

Pensar.

No por obvio deja de ser algo imprescindible en cada uno de nuestros proyectos profesionales. Y más aún en una decisión como la internacionalización. Exportar es, sin duda alguna, un viaje interior. Interior en dos sentidos.

En primer lugar, la decisión de exportar o comenzar a poner los medios para abordar mercados extranjeros, debe partir de dentro. No puede ser algo impuesto por circunstancias exógenas, derivado de casualidades, o fruto de la necesidad y la obligación. Desgraciadamente esto último ha sido muy frecuente en España desde el comienzo de la crisis, cuando el mercado doméstico comenzó a languidecer y las cuentas de resultados se tornaron en números rojos. Si llegamos a esa situación, ya es tarde.

La decisión de internacionalizarse debe ser consciente y convencida. A nadie se le escapa que las empresas, o los proyectos empresariales, hoy en día ya nacen globales, y debemos asumir e interiorizarlo. No tiene sentido negar la evidencia o ponernos límites a nuestro crecimiento. El desarrollo natural de una empresa es en el ámbito internacional, y debemos comprenderlo.

Como todo en la vida, es condición necesaria (pero no suficiente), el creer en la aventura que comienzo, en el camino que elijo y en el destino al que me dirijo.

Por otro lado, en segundo lugar, y más importante, exportar es un camino interior porque requiere de una reflexión sobre nuestra propia identidad. “Un viaje de dos mil millas, comienza con el primer paso”, decía Lao Tsé. Y ese primer paso en nuestra aventura, es la autoevaluación.

Cuando me preguntan qué es lo más importante, o lo primero que un emprendedor o empresa debe tener en cuenta para internacionalizarse, mi respuesta es siempre la misma: mirar en tu propia casa, evaluarte y a partir de ahí tomar una decisión.

Se debe hacer un ejercicio de autodiagnóstico sobre si mi empresa está preparada para vender fuera:

  • Si tengo suficientes recursos (financieros, humanos, físicos, temporales)
  • Si tengo información y datos suficientes de los mercados que quiero abordar
  • Si mi producto o servicio requiere alguna adaptación, y si es así, qué debo hacer para implementarlo
  • Si toda la empresa está alineada con el objetivo
  • Si tengo procesos y procedimientos internos para responder de forma sólida al reto que se emprende
  • Si se puede satisfacer la potencial demanda que se comienza a buscar, o si es rápidamente conseguible realizando cambios
  • Si puedo adaptar los productos o servicios para diferentes mercados

En definitiva, se trata de pararse, pensar, reflexionar y analizar nuestra empresa o proyecto. Tomarse ese tiempo es crítico, porque nos permitirá ordenarnos, convencernos de que estamos listos, y estructurarnos de forma óptima.

El resultado de esa introspección siempre será positivo.

Si somos sinceros y reconocemos nuestras debilidades concluyendo que no estamos preparados, habrá sido la inversión en tiempo más valiosa en nuestra vida profesional, ya que nos ahorrará innumerables golpes, tiempo, dinero y disgustos.

Si por el contrario, concluimos que sí estamos listos, será un primer paso sólido, los cimientos fundamentales en el camino que comenzamos.

En realidad se trata de dar un pequeño paso, pero con un gran significado. No hay que olvidar que una persona puede crear algo muy grande con una idea muy sencilla.