Opinión

Las invisibles

Panaderas, agricultoras, artesanas, fotógrafas, editoras, y un sinfín de profesiones más que emprendieron miles de mujeres y que no constan en ningún registro y de las que poco se habla cuando recordamos la lucha por los derechos laborales de las mujeres.

Era viuda y cabeza de familia numerosa en el Bilbao de 1900. Regentaba una tienda en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Sin ayuda alguna, padeciendo más rechazo social que aprobación, sacó adelante un negocio próspero únicamente por su capacidad de trabajo, su intuición y su determinación. La misma que llevó a una gallega a montar su empresa conservera, a pesar de no poder tener propiedades a su cargo, o a una extremeña de Zafra a pasar de lechera a tener su pequeña producción.

Panaderas, agricultoras, artesanas, fotógrafas, editoras, y un sinfín de profesiones más que emprendieron miles de mujeres que no constan en ningún registro y de las que poco se habla cuando recordamos la lucha por los derechos laborales de las mujeres. Se oculta una importantísima actividad femenina que ocurría normalmente de puertas para adentro pero que suponía una contribución decisiva en las economías locales, y en el ámbito educativo y social.

Pioneras, independientes, luchando contra la condescendencia y la falta de respeto, iban abriendo camino en un mundo dominado exclusivamente por hombres.

Más de un siglo después, las cosas han cambiado exponencialmente, por fortuna para la sociedad en su conjunto. Actualmente, las autónomas somos más de 1.173.000 y lideramos el crecimiento del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos de la Seguridad Social–RETA- en la última década, habiendo experimentado un crecimiento del 11%, frente a un descenso del 0,3% de los varones. Además, aunque existen muchas mujeres en el sector servicios, fundamentalmente en el comercio, estratégico en nuestra economía, la diversidad aumenta año a año. Cada día son más las que se dedican a actividades científicas, técnicas, sanitarias o educativas.

A pesar de los datos oficiales, con los que afortunadamente ahora contamos y que corroboran nuestra importancia, seguimos a años luz de una igualdad real de derechos. Necesitamos visibilización, porque es importante que se tengan referentes femeninos en todos los ámbitos; eliminar los estereotipos de género en los procesos de concesión de préstamos, porque sin la financiación adecuada estamos abocadas a no invertir en elementos fundamentales para la competitividad de nuestros negocios y a obtener siempre un retorno y una rentabilidad menor. Digitalizarnos y estar conectadas, para lo que es fundamental disponer de tiempo, algo que solo se consigue si la conciliación no fuera un sueño en muchos casos y por diversas razones.

Desde la Federación Nacional de Autónomos ATA queremos este 8 de marzo reivindicar el papel de todas las autónomas que anónimamente contribuyeron a mejorar nuestros pueblos y ciudades, influyendo y participando activamente en la economía. Gracias a su empuje y su fuerza, el autoempleo actualmente en España tiene nombre de mujer.