Opinión

Tarifa plana para freelance: el precio de ser un profesional independiente

Con una reducción del 80% de la cuota que se debe pagar a la Seguridad Social el primer año, el vértigo de lanzarse a trabajar por cuenta propia es mucho menor. Pero, ¿es suficiente?
Tarifa plana para freelance: el precio de ser un profesional independiente

La tarifa plana es una medida acertada para favorecer el autoempleo e impulsar el emprendimiento. Pero se queda corta. Sobre todo para aquellos freelance cuyos ingresos no son excesivamente altos, por ejemplo, porque ejercen su actividad por cuenta propia a tiempo parcial, ya sea por decisión propia o porque la compatibilizan con un empleo por cuenta ajena. ¿Qué solución tienen los diseñadores, bloggers, artistas, traductores o programadores que no llegan a facturar al cabo del año ni siquiera un importe equivalente al salario mínimo? Por el momento, no muchas.

De poco parecen servir las bonificaciones durante los dos primeros años de actividad de un trabajador por cuenta propia si su labor sigue estando infravalorada por los mismos que la contratan. Lo cierto es que la independencia profesional se paga. Con dinero, con horas extras, con incertidumbre. El freelance sabe que la flexibilidad de su trabajo tiene un coste, y lo asume. Pero aceptar una realidad como esta no significa renunciar a ciertos derechos, ni tampoco dejar de exigir más protección por parte de los agentes públicos.

La llegada de la tarifa plana en 2013 supuso un alivio para los emprendedores que comenzaban su aventura profesional como autónomos. Gracias a las bonificaciones, muchos jóvenes abrazaron el autoempleo. Y con el tiempo, las ayudas se extendieron a todo aquel dispuesto a vivir de forma independiente a nivel laboral.

Fue y es una solución apropiada para favorecer el emprendimiento y para hacer realidad el sueño de muchos profesionales con ganas de desarrollar un proyecto propio con total libertad. Con una reducción del 80% de la cuota que se debe pagar a la Seguridad Social el primer año, el vértigo de lanzarse a trabajar por cuenta propia es mucho menor. Pero, ¿es suficiente?

La situación económica actual nos dice que no. Con el confinamiento, durante los primeros meses de la pandemia, muchos autónomos dejaron de percibir la mayor parte de sus ingresos habituales. Las empresas cerraban sus puertas y los proyectos destinados a ser desarrollados por un profesional independiente quedaron aparcados por tiempo indefinido. Hubo ayudas por cese de actividad, sí, pero claramente fueron insuficientes y, en muchos casos, no lograron su objetivo final: que el autónomo mantuviera su negocio hasta la llegada de tiempos mejores.

De hecho, hay quienes han optado por comenzar a trabajar por cuenta ajena mientras se recuperaba su actividad, la figura conocida como freelance ocasional o side-hustler. El problema que encuentran es que si quieren realizar ambas actividades de forma legal y a la vez mantener los costes bajos, tienen que darse de alta y baja cada vez según el periodo en que vayan a realizar un proyecto, por lo que pierden el derecho a la tarifa plana. Todo esto se traduce en que tal y como está planteada la cotización de los freelance, no se incentiva para nada el acogerse a este régimen, lo que lleva a muchos side-hustlers a, o bien no declarar estos ingresos esporádicos, o bien a renunciar a muchos trabajos que no le salen a cuenta con el coste de la Seguridad Social.

Sería deseable que se tuviera en cuenta aspectos como la no habitualidad de muchos trabajos freelance, y sus bajos ingresos en la futura reforma de las cotizaciones de los autónomos que pretende hacer el Gobierno. Las noticias que se han publicado hablan de que las organizaciones de autónomos han presentado una propuesta para que aquellos trabajadores por cuenta propia que obtengan unos rendimientos anuales inferiores a los 12.000 euros, disfruten de una cotización reducida. Y eso, favorecería enormemente a estos profesionales.

De esta manera, no sólo se favorecería el inicio de una actividad con la Tarifa Plana sino que también a todos aquellos que tienen trabajos esporádicos y sus ingresos son bajos.