Opinión

Y, sin embargo, se mueve

Eppur si muove o, en español, y, sin embargo, se mueve refleja una profecía de realidad inevitable, los emprendedores y el emprendimiento, como la competencia y el verdadero progreso son imparables
Y, sin embargo, se mueve

La frase eppur si muove (“y, sin embargo, se mueve”) se atribuye a Galileo Galilei, que la habría dicho o quizá más bien mascullado, después de ser forzado a abjurar ante el tribunal inquisitorial de su teoría heliocéntrica, supone un hito recurrente de todos aquellos que ofrecen resistencia a la coacción de poderes arbitrarios y totalitarios.

También representa una respuesta realista a las situaciones ideales que no responden a la realidad de los hechos o incluso a decisiones equivocadas que fuerzan a terceros a realizar acciones que no desean o que resultan negativas para sus intereses, que, en los casos de decisiones políticas, suelen coincidir con los intereses generales.

Las regulaciones sectoriales en España han llegado a un grado de rigidez tal, que tanto las instituciones europeas como los mercados están enviando claros mensajes al Gobierno sobre la urgente necesidad de reformas y flexibilización regulatoria. A fin de que se ejecuten medidas en este sentido o la economía (ya lastrada y herida de muerte por la gestión de la crisis Covid-19) se va a resentir hasta límites poco soportables, produciendo mayor pobreza y precariedad.

Pese a regulaciones tan rígidas y el crecimiento sin freno del sector público, por definición improductivo, las empresas, autónomos y profesionales no cejan en su intento de crear riqueza, de trabajar y de transformar la realidad a mejor.

El sector de la movilidad urbana resiste y se busca la vida en su resiliencia para seguir creciendo tras el levantamiento de las durísimas restricciones del derecho fundamental a la libre circulación en combinación con las limitaciones a la libertad de empresa.

Tras la temporada de verano, en las cinco ciudades más grandes de España se ha notado el despegue del inicio de curso, de modo desigual, pero con tendencia al incremento de la movilidad apoyado en el fin del teletrabajo, y sobre todo en la reapertura del ocio nocturno. Aún no hay muchos datos sobre el mes de septiembre, pero algunas plataformas de movilidad apuntan a tasas superiores al 135% sobre septiembre de 2019 en el uso de vehículos compartidos, VMU, taxis y VTC, que alcanzan -en el caso de los últimos-, hasta un 160% en franja nocturna.

No obstante, esta recuperación no se está dando de un modo lineal para todas las actividades, ni mucho menos entre todas las plataformas, siendo las emisoras tradiciones de taxis las que peores cifras arrojan. La especialización, la digitalización y una política dinámica de precios y promociones son indudables estímulos de una demanda que está deseosa de obtener facilidades y una movilidad lo más flexible posible, y que no todos pueden ofrecer en parte por la mencionada regulación limitativa y en parte por su escasa capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias.

Los ayuntamientos se encuentran en un frenesí regulador para poner trabas y controles a toda actividad económica y en especial en el entorno de la movilidad, zonas restringidas, salpicadas de sanciones de todo tipo, controles de emisiones, etc. Las innumerables señales y la multiplicación de áreas videovigiladas anuncian un “gran hermano urbano” que persigue al coche privado como al zorro en la cacería.

La esperanza de recuperación, además de en los indicadores de movilidad, se centran en la presunta lluvia de millones que provienen, como hace treinta años, de los fondos de la Unión Europea y no de la generación de riqueza y actividad propia y local. Un maná, con tantos filtros y requisitos para alcanzar los fines concretos y al tejido empresarial, que quizá se convierta en humo por el camino, y acabe financiando fines muy distintos a los destinados, produciendo además un efecto contrario al esperado. Solo un dato, hay más de 68.000 millones de euros que el Gobierno central aún no ha asignado. Teniendo en cuenta que en infraestructuras tanto físicas como digitales es necesario poder planificar con antelación, es lógico que muchos operadores sectoriales tengan dudas razonables sobre la eficiencia de la distribución y buen fin de dichos recursos.

Tanto en la última edición de la Semana Europea de la Movilidad, como la presentación parlamentaria de la nueva ministra del MITMA, todos los mensajes coinciden en la digitalización, la electrificación, la sostenibilidad, la reducción de tráficos ineficientes, la renovación de flotas y la conectividad de los sistemas. Pero muchos de esos mantras se dan de bruces con la realidad regulatoria rígida, los bolsillos secos de las empresas y autónomos y el miedo de los ciudadanos.

Grandes proyectos por desarrollar con dinero de la Unión Europea, grandes retos, grandes transformaciones, grandes novedades en las áreas, restringidas, grandes redes de transporte y grandes cambios en las energías y las tecnologías. Mucha planificación, mucha Estrategia tal o cual, mucha Agenda a lustro, década o más, pero pequeños cambios en la realidad cotidiana de cada uno de los ciudadanos y unos pronósticos macroeconómicos inflacionistas y de mucha incertidumbre en las microeconomías. Eso también forma parte del panorama de la movilidad.

De momento, metro, autobuses y tranvías siguen perdiendo viajeros y restando rentabilidad, trenes que no prevén recuperar ocupación de la década pasada, fábricas de coches, camiones y autocares que paran la producción por efectos de la globalización y carestía de las energías y las materias primas, y los vehículos privados se encarecen. Pero la vida se abre paso, la iniciativa personal y empresarial no ceja en su iluso empeño de prosperar y la población tiene la sana manía de moverse y no volver nunca más a “quedarse en casa” bajo una orden inconstitucional.

Eppur si muove, refleja una profecía de realidad inevitable, los emprendedores y el emprendimiento, como la competencia y el verdadero progreso son imparables. Como el agua en las riadas o la lava del volcán, el sector de la movilidad busca su camino natural para prosperar, en gran modo ajeno a las bridas y cauces por el que el Gobierno les quiera llevas o por más frenos que las autoridades locales le pongan. Del otro lado están millones de usuarios que siguen necesitando que les lleven de un lugar a otro de un modo rápido, eficaz y asequible. Sin más.