Los profesionales del auxilio en carretera, pieza clave en la Seguridad Vial
Acaba de cerrarse el año con menos víctimas por accidentes de tráfico de la historia (1.098), con un descenso del 7,6% sobre el año pasado. También se han reducido los heridos por la misma causa en casi un 4%.
Por una parte, hemos de congratularnos por ello y saber que todos los que estamos relacionados con la seguridad vial vamos por el buen camino, pero por otra -al contemplar los valores absolutos-, hay que reconocer que más de mil muertes no son datos para ser autocomplacientes y hay que seguir realizando los mayores esfuerzos para reducir estas cifras, mermando en lo posible el sufrimiento que, se genera detrás de cada una de estas tragedias.
Además, dentro de estas cifras no se encuentran (nunca lo hicieron) los siniestros en el ámbito urbano que, por desgracia, crecen al calor de distracciones producidas -en muchos casos- del uso de todo tipo de dispositivos digitales. También hay vehículos cuya siniestralidad crece, como motos, furgonetas y bicicletas “de reparto”, que deberían alertar sobre los efectos que tiene la precarización en el trabajo para la seguridad vial. Suicidios, infartos y apneas, completan un cuadro, sobre cuyos detalles no se habla lo suficiente, pero que ponen de manifiesto que las acciones para evitar muertes en la carretera no están todas al alcance de las políticas de la Dirección General de Tráfico.
No obstante, sí que existen algunos aspectos en los que este organismo podría avanzar para convertir las carreteras en entornos más seguros, no solo para los automovilistas, sino para otros operarios que actúan en su ámbito y cuyos accidentes no siempre se incluyen en las cifras de siniestralidad vial, tal como son, por ejemplo, los trabajadores del sector del auxilio en carretera.
Este sector aglutina a más de 10.000 trabajadores, y aproximadamente otros tantos vehículos grúas, que actúan en su mayor parte en las carreteras como si de su centro de trabajo se tratase. La asistencia y auxilio en caso de accidente se presta aún en precarias condiciones de seguridad, exponiéndose a riesgos laborales evidentes que se materializan anualmente en decenas de accidentes, sobre los que -lamentablemente- no existen cifras oficiales desglosadas, pero que -por nuestras empresas asociadas- sabemos que son demasiados.
Hace unos años la Dirección General de Tráfico, en colaboración con el sector, validó un Protocolo de Actuación de los Servicios de Auxilio en Carretera, consciente de que las operaciones de auxilio en las vías suponen un riesgo, tanto para los operarios y técnicos involucrados como para el resto de usuarios, pero su divulgación y apoyo a las asociaciones profesionales del sector en su implantación efectiva han sido escasas.
Existen algunos aspectos clave en la reducción de los riesgos de la actividad en los que hay que insistir, y que redundan en establecer los requisitos mínimos de seguridad, como son la formación; el respeto a las jornadas y horarios laborales –impidiendo el uso indiscriminado y excesivo de horas extras por algunos empresarios del sector que basan su rentabilidad en el dumping en vez de en la responsabilidad-; y el uso de la maquinaria y los equipos protectores.
Seguir consejos de buenas prácticas en el lugar del accidente, en el que también tienen un papel trascendente la profesionalidad de los agentes encargados de la vigilancia y cumplimiento de normas de tráfico, es esencial para la seguridad de todos aquellos que participan en una operación de auxilio en carretera.
Por ello, son indispensables medidas tendentes a señalizar los vehículos grúa con un “color de seguridad” fluorescente y balizas luminosas, así como acreditar el cumplimiento de los requisitos de solvencia y calidad de las empresas que intervienen en este segmento.
Por el riesgo derivado de las operaciones en las que intervienen trabajadores de auxilio y carretera en la vía, debe controlarse también que tanto la plataforma/operador de la Asistencia como la empresa/operador del Auxilio dispongan de infraestructura y medios adecuados para llevar a cabo la actividad, y ejercer directamente la dirección de los trabajos, asumiendo los riesgos, obligaciones y responsabilidades inherentes a la actividad empresarial. Asimismo, deben acrediten que su personal cuenta con la formación necesaria en materia de prevención de riesgos laborales. Ambos serán aspectos que disminuirán la siniestralidad aparejada a la asistencia a los accidentes de tráfico, con lo que podremos completar el circulo de la seguridad para todos los usuarios de las carreteras.
El Ministerio del Interior, en este sentido y sobre este sector, tiene prácticamente tramitado y pendiente de aprobación un Reglamento de los Servicios de Auxilio en Vías Públicas, que ha estado esperando -para afinar en sus últimos matices- casi un año a la formación de un Gobierno.
Sería muy razonable que tanto los operarios como la figura de las plataformas e intermediarios en el auxilio por carretera quedasen recogidas con más detalle en el mismo, y que las materias relativas a la prevención de siniestralidad tanto por los vehículos como los operarios fueran una prioridad normativa y de gestión de la Dirección General de Tráfico. Así, entre todos los implicados contribuiremos mejor a la tan deseada y deseable reducción de la siniestralidad vial.