Opinión

La 'clusterización': una solución necesaria para hacer frente a futuras crisis

La 'clusterización' y la colaboración entre empresas de todos los tamaños y con entidades públicas o asociaciones, es uno de los grandes retos que enfrenta la economía española y también una de las soluciones para hacer frente a futuras crisis globales.
La 'clusterización': una solución necesaria para hacer frente a futuras crisis

Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres ir lejos, ve acompañado. Un viejo refrán aún sirve para explicar de forma sencilla desafíos tan complejos como el nuevo ecosistema empresarial e institucional que se está conformando con la digitalización y como medio para hacer frente a la sucesión de crisis globales. Un modelo que sitúa la colaboración en el centro de la estrategia empresarial.

Se trata de una colaboración cruzada que implica a tres tipos de agentes: el mundo del conocimiento, el mundo empresarial y la Administración. Ya antes de que llegara la Covid-19 estábamos viendo que el entorno de competencia global en un mundo digitalizado estaba obligando a colaborar mucho más allá de un sector determinado. La pandemia ha acentuado esa necesidad de colaboración. Nos ha abierto los ojos para ver que se puede colaborar incluso con la competencia, con empresas del sector, a través de asociaciones y clústeres, con centros tecnológicos, con las instituciones y con los centros educativos. Hoy en día es imposible avanzar si domina el recelo y la reticencia a compartir información.

La nueva cultura de la colaboración se impone entre las empresas, algo impensable hace solo una década. Una cultura que se ha visto impulsada por la filosofía que subyace en los fondos europeos Next Generation EU, pero que aún encuentra ciertas barreras que tienen que ver con la idiosincrasia de la empresa española. En general en España el tejido industrial sigue siendo muy individualista, poco dado a colaborar, muy reticente a compartir experiencias e información con otros. Es un miedo que tenemos que eliminar, porque la colaboración nos puede ayudar a compensar la diferencia de tamaño que tenemos con otros países y complementar nuestras carencias.

En la economía actual, tan dinámica y con cambios tecnológicos constantes y rápidos, el pez rápido es el que se come al lento. No tener un tamaño colosal tiene unas ventajas. Y un tamaño excesivo puede tener unos inconvenientes: ser más inflexible y menos rápido a la hora de detectar y aprovechar oportunidades. El reducido tamaño medio de la pyme española, inferior a la de los países de nuestro entorno, es uno de los motivos para profundizar en la colaboración, y esa nueva capacidad para trabajar en consorcio es lo que le ha permitido ser más competitiva. La clave, por lo tanto, es la complementariedad.

Unir a empresas grandes y pequeñas para enriquecer a ambas partes: la grande con un conocimiento exhaustivo del sector, músculo financiero y seguridad, y la pequeña con una mayor agilidad para determinados proyectos. Se trata, de compartir riesgos, pero también conocimiento. Ejemplo de ello son los consorcios de empresas que están viendo la luz no solo a nivel nacional sino también europeo, promovidos por los fondos Next Generation, pues estos no solo aportan financiación, sino que obligan a trabajar en asociación. El “maná financiero”, tras las diferentes medidas e instrumentos especiales que conforman un nuevo espacio de oportunidad, sugiere cocrear proyectos compartidos para transitar hacia la pretendida digitalización, la economía verde y sostenible y las diferentes convergencias tecnológicas y de empleo deseables.

De una u otra forma, "acelerar la clusterización" cobra carta de naturaleza y parece instalarse en los mensajes expertos y de influencia en los ámbitos empresariales y de las políticas públicas. Los gobiernos aspiran a revisar sus apuestas de futuro y piensan en los clústeres como elementos tractores de su estrategia territorial. Por su parte, la Unión Europea promueve diferentes programas para impulsar iniciativas "colaborativas y alianzas para desarrollar ecosistemas sectoriales de la configuración de estrategia de regionalización inteligentes. El mundo en general, de una u otra forma, hace referencia a "ecosistemas de innovación", "alianzas intersectoriales", "nuevos modelos asociativos o consorciales", en definitiva, a la búsqueda de proyectos y respuestas superadores de los desafíos a los que se enfrenta la economía.

Un clúster, por definición, no es un espacio físico compartido, ni un polígono tecnológico. Es toda una filosofía, un concepto compartible que permite la interacción de todos los agentes implicados en la creación de riqueza y valor compartido, incrementando el bienestar de la sociedad en que actúa. Su aproximación micro obliga a entender y actuar sobre aquellas palancas y fuerzas próximas, capaces de impactar a la sociedad en la que se desenvuelven.

Su valor asociativo permite trascender de la estrategia empresarial hacia modelos coopetitivos (competir y cooperar a la vez), propiciando alianzas estratégicas, el papel colaborativo públicoprivado y emerge como un elemento rector de interlocución en el proceso de internacionalización e innovación colaborativa de micro empresas y pymes. Bienvenida pues la renovada e imparable apuesta por la clusterización de la actividad económica y su impagable capacidad transformadora, innovadora y generadora de riqueza, empleo y bienestar sostenibles.

Hoy, nuestra región cuenta con un elevado capital humano y de conocimiento al servicio de la competitividad que contribuya a la creación de un modelo de desarrollo ejemplar. Así lo hemos entendido desde el Colegio de Economistas prestando nuestra colaboración al Clúster de Industrias de la Defensa.