22.198 oficinas de farmacias y más de 78.000 profesionales

Los autónomos farmacéuticos: de ser negocios rentables a verse obligados a cerrar, dice la patronal

Muchas farmacias son rentables, pero otras luchan cada día por no tener que echar el cierre. Muchos farmacéuticos que empiezan se hipotecan de por vida y desarrollan su actividad en localidades pequeñas. Esta es la realidad de muchos de los autónomos que regentan boticas.

La realidad de los farmacéuticos: algunos consiguen negocios exitosos, pero otros se ven obligados a cerrar
Los autónomos farmacéuticos: de ser negocios rentables a verse obligados a cerrar, dice la patronal
Los autónomos farmacéuticos: de ser negocios rentables a verse obligados a cerrar, dice la patronal

Abrir una farmacia en propiedad supone un importante riesgo para muchos farmacéuticos, todos ellos trabajadores por cuenta propia. Siempre se piensa que abrir una farmacia asegura una gran rentabilidad económica. Pero lo cierto es que muchos autónomos farmacéuticos son mileuristas, y algunos incluso se ven obligados a echar el cierre. 

Las oficinas de farmacia en España se caracterizan por ser pequeños negocios, y no podrían existir si no hubiese farmacéuticos y farmacéuticas dispuestos a invertir tiempo y dinero. Sin embargo, al contrario de lo que se pueda pensar, regentar una botica no es tarea sencilla y requiere de una gran inversión económica que muchas veces no es posible recuperar. 

De hecho, el 83,9% de las oficinas de farmacia están ubicadas en poblaciones pequeñas, y un 20% en zonas completamente rurales. Estas farmacias resultan indispensables para los habitantes de los pequeños pueblos de España, ya que, en muchas ocasiones, no disponen de centros médicos cercanos y las boticas actúan como tal. Según el informe presentado por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, en 2021 apenas si se abrieron 87 nuevas farmacias en toda España -más del 85% en pequeñas localidades- y, sin embargo, se produjeron 25 cierres (14 temporales y 11 definitivos). Un dato importante es que el 65% de todas las farmacias españolas están poblaciones que no son capitales de provincia.  

“La licencia y la explotación de la oficina de farmacia tiene una valoración alta, pero eso es debido a la estabilidad económica que tiene. Ahora bien, ¿Las cosas con valoración alta son un chollo para el que las tiene? Depende, porque los rendimientos relativos a esas valoraciones siempre son muy bajos. Para los adquirientes implica estar hipotecado toda la vida. Al final somos pequeños empresarios que llevamos a cabo un negocio que, además, es muy vocacional”, explicó a este medio el farmacéutico y presidente de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), Luis de Palacio. Eso sí, recalcó que la logística de las farmacias es de una eficiencia monumental, por lo que podría decirse que son “la mejor última milla que existe”.  

Los farmacéuticos autónomos tienen que enfrentarse a importantes obstáculos para conseguir una rentabilidad 

Además de ser titulado en Farmacia, estar dispuesto a dedicarse únicamente a esta actividad y solicitar una licencia, abrir una botica requiere una importante inversión. Al contrario de lo que pueda parecer, trabajar por cuenta propia y emprender un proyecto farmacéutico es más complicado de lo que parece a simple vista, ya que es necesario cumplir con una serie de requisitos y requiere un gran esfuerzo. Un esfuerzo que podría verse truncado si, finalmente, la farmacia no consigue ser rentable. 

“Somos pequeños empresarios que llevamos a cabo un negocio que es muy vocacional. En general, se tiene una formación muy sanitaria y muy poco empresarial. Tenemos un perfil de sanitario y de técnico científico, pero no tanto de empresario. Eso hace que, a veces, tengamos carencias en planificación de gestión, algo que puede causar sobreendeudamientos, impagos y problemas importantes”, explicó de Palacio. 

En España hay el doble de farmacias que la media del resto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por lo que uno de los primeros retos a los que debe enfrentarse un farmacéutico que quiere emprender un negocio por cuenta propia es estudiar el mercado, la zona y las expectativas económicas que pueda llegar a alcanzar dicha farmacia. Aun así, los tiempos cambian y muchas farmacias que antiguamente cosechaban un gran éxito, actualmente no consiguen llegar a las cifras obtenidas anteriormente, ya sea por la creación de nuevas oficinas o por factores como la despoblación. Esto está provocando que muchas farmacias dejen de ser rentables e incluso corran el riesgo de desaparecer. 

“Las leyes que regulan los incrementos poblacionales y los ratios necesarios para abrir una farmacia son del año 1990 y 2000, que era cuando el mercado farmacéutico crecía. Teníamos una gran facturación y una farmacia en un pueblo de 2.000 habitantes no perdía dinero por ningún lado. Pero actualmente y debido a la normativa, el mercado se ha ajustado mucho. Desde la FEFE creemos que deberían actualizarse los ratios y que deberían dejar de concederse nuevas licencias porque las que se están dando, son negocios con muy pocas expectativas de viabilidad. Entonces lo que se hace es empobrecer al resto de farmacias colindantes”, explicó Luis de Palacio. 

Una inversión muy elevada que, en ocasiones, no consigue ser rentable 

Otra de las dificultades a las que tienen que hacer frente los autónomos del sector es la inversión económica necesaria para abrir una farmacia. Y es que no solo es necesario pagar lo que corresponda por el local (ya sea comprando o alquilando), sino que tienen que adaptar el mismo para poder ofrecer el servicio de forma correcta. Además, tienen que adquirir un stock inicial de medicamentos que, como mínimo, implica un gasto de entre 50.000 y 60.000 euros. Esto quiere decir que, si el negocio no funciona o tiene que echar el cierre antes de haber recuperado la inversión, el autónomo perderá una importante suma de dinero. 

“Todo ello es inversión propia que hace el profesional farmacéutico y hay que tener en cuenta que somos autónomos, por lo que, si algo va mal, se responderá con todo el patrimonio. Nosotros no podemos montar sociedades, ya que nuestro modelo está determinado así. Por tanto, respondemos con nuestro patrimonio siempre, íntegramente y sin límites. Precisamente, la mayoría de nosotros tenemos todo o más de la mitad de nuestro patrimonio invertido en la farmacia”, explicó de Palacio. 

Muchos farmacéuticos consiguen recuperar el dinero invertido y conseguir una gran rentabilidad, pero otros muchos nunca alcanzan las cifras deseadas y consiguen a duras penas la supervivencia de su emprendimiento. Otros muchos, desgraciadamente, se ven obligados a cerrar sus negocios al no conseguir los ingresos necesarios para continuar con su proyecto empresarial. 

Las farmacias rurales están en riesgo de desaparecer debido a la despoblación 

En los últimos años, las farmacias que más están sufriendo y que más han experimentado el riesgo de desaparecer son las que están ubicadas en zonas rurales. De las más de 22.00 farmacias que hay en España, cerca de 4.500 están en áreas rurales. Es decir, un 20% de las oficinas son rurales. Tal y como explicaron desde la Sociedad Española de Farmacia Rural (SEFAR) su continuidad se ve amenazada por la despoblación. “Al no haber un relevo porque no son lugares económicamente interesantes, existe un constante goteo de cierres. Muchos farmacéuticos optan por garantizarse un futuro mejor en poblaciones mayores”, explicó la vocal de SEFAR, María Luisa Alarcón. 

Las farmacias rurales, que atienden a una población de cerca de ocho millones de habitantes, son un pilar clave en el modelo farmacéutico mediterráneo y se han establecido como centros de salud de referencia para los habitantes de muchas localidades. “El farmacéutico rural tiene un papel en estas poblaciones que va más allá de la mera dispensación de medicamentos, hasta el punto de convertirse en el auténtico referente sociosanitario de la zona”, señaló Alarcón. En otras palabras, son auténticos consultorios donde, además de recoger un fármaco, los vecinos pueden obtener consejos y resolver las dudas sanitarias que surgen en su día a día. 

Pese a su importancia en el medio rural, los farmacéuticos autónomos ofrecen un servicio básico de interés público que está en riesgo. De hecho, según las estimaciones de SEFAR, si nada cambia, en menos de una década se producirá el cierre de todas las farmacias situadas en municipios de menos de 1.000 habitantes. 

 

  En España ya hay 22.198 oficinas de farmacias y más de 78.000 farmacéuticos 

Según el informe presentado por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, en 2021 España sumó 1.307 nuevos farmacéuticos colegiados y 87 farmacias comunitarias a su sistema sanitario, completando así un total de 78.128 colegiados y 22.198 farmacias. “La profesión farmacéutica sigue creciendo en todos sus ámbitos de actuación y suma nuevos profesionales y estructuras sanitarias que vienen a reforzar la capacidad preventiva y asistencial del conjunto del Sistema Nacional de Salud. Profesionales sanitarios que han estado en los lugares más críticos de la pandemia: los hospitales, la industria y distribución farmacéutica, la salud pública, la investigación, los laboratorios clínicos y desde la red de farmacias comunitarias”, explicaron desde el Consejo. 

El Consejo General de Colegios Farmacéuticos explicó que actualmente existen 697 farmacias a las que se les aplica el índice corrector del margen al ser consideradas con la viabilidad económica comprometida (VEC), “fruto de las sucesivas medidas de recorte sobre el sector, las bajadas de precio o la despoblación en muchos núcleos”. Más de nueve de cada diez de estas farmacias están situadas fuera de las capitales de provincia. 

En cuanto al perfil del farmacéutico colegiado, un 71,9% son mujeres, y un 42% son menores de 44 años. Sin embargo, tal y como explicaron desde la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), la mayoría de los profesionales que obtienen una licencia para abrir una farmacia tienen unos 50 años. Esto se debe a que las licencias de nueva expedición son concedidas por las Administraciones autonómicas convocando concursos y son otorgadas por méritos, basándose por tanto en la experiencia, trayectos y publicaciones científicas que tenga la persona.