Los autónomos que están detrás del artista

El productor musical es el pariente pobre del sector

El productor es aquella figura que no siempre se reconoce en una canción. A la vez es una de las partes más importantes, ya que es el encargado de componer la música sobre la que cantará el artista. El boom de la tecnología musical, con la llegada de las canciones hechas completamente con un ordenador, ha hecho más accesible su producción, sobre todo a los jóvenes del mundo de la música urbana. Sin embargo, estos productores musicales, que tanto peso soportan en la composición de una canción, no siempre ven reflejado su enorme trabajo en beneficios.

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El productor musical es el pariente pobre del sector

Cada vez son más las personas que se dedican a la producción instrumental debido al boom de la tecnología musical, un proceso de cambio que lleva creciendo desde los años 70. A este boom tecnológico hay que sumarle la llegada de internet y, por ende, la llegada de los portales de distribución de música en streaming.

Hoy en día, es habitual encontrar miles de productores musicales promocionando su música en redes sociales, sobre todo YouTube, y vendiéndola en portales especializados en distribución de instrumentales de productores que trabajan por cuenta propia.

La crisis de las discográficas ha supuesto un crecimiento de los pequeños autónomos que se dedican a esta actividad debido a que este sector ha sido de los pocos que han salido beneficiados de la crisis económica que azotó el planeta entero. “Una sucesión de inventos empezó por abaratar los costes de producción de los soportes musicales; después democratizó el acceso a los equipos de grabación y producción, acelerando la caída del precio de alquiler de tiempo en estudios profesionales hasta límites insostenibles”, así describe FutureMusic, distribuidora online de productos dedicados a los productores musicales, el proceso de cambio que ha sufrido la industria hasta llegar a esta situación.

La distribuidora señala que, en consecuencia, los gerentes de los estudios lo tuvieron aún más difícil para mantener la inversión, la calidad de los servicios y, más que todo, el buen estado de la maquinaria. Por último, se introdujeron las tecnologías de compresión y derivados, como el MP3 o el WAV que llevaron a la extinción sistemática de las compañías discográficas. "Hoy en día una compañía discográfica, salvo que sea independiente o pequeña, no es una compañía discográfica, es un ramal de una multinacional que lo mismo fabrica discos, que ordenadores, que armas, que coches... Las discográficas en ningún momento están velando por nuestros derechos de autor", decía Alaska en el 2002. La caída de las discográficas no solo es producto de un cambio tecnológico.

El productor autónomo de fonogramas

Resulta habitual confundir al autor de la instrumental de los artistas con el productor musical. El primero es el encargado de componer la base musical sobre la que cantarán otros artistas, profesionalmente denominado como productor de fonogramas, mientras que el segundo es el que dirige la producción completa del disco: ingeniero de sonido, desarrollo de las grabaciones o guía comercial del producto entre otras facetas.

En este caso, el foco de atención se centra en el primero, el productor de fonogramas. Un colectivo que ofrece su servicio tanto como asalariado como autónomo. Como ya se ha señalado, cada vez son más los productores de todas las edades que se lanzan a vender sus instrumentales a través de internet.

Desde Sympathy for the Lawyer, servicio de abogados musicales, explican que estos productores deben darse de alta como autónomos, aunque en muchos casos no ocurre ya que no alcanzan beneficios por valor del Salario Mínimo Interprofesional. Este alta en el RETA no será necesario solo en el caso de que se den las situaciones de ajeneidad y dependencia, ya que la actividad artística se realiza por cuenta ajena a cambio de una retribución. En caso contrario, se trataría de un falso autónomo.

Promusicae, Productores de Música de España, agrupa en estos momentos a 120 miembros que, en su conjunto, representan más del 90 por ciento de la actividad nacional e internacional del sector español de la música grabada. La organización señala que todos sus representados “se han establecido legalmente y hacen frente a sus obligaciones tributarias, seguramente eligiendo la mejor figura jurídica, como sociedad o autónomo, en base al tamaño de sus operaciones”.

Según explica Promusicae, los procesos legales que realizan los productores para vender su música pasan por los trámites llevados a cabo con SGAE, la apertura de un depósito legal o la obtención de un código ISR (Impuesto Sobre la Renta). A partir de aquí, “es necesario elegir a un buen distribuidor en el caso de no disponer de una estructura propia de ventas”, como puede ser el acceso a las plataformas digitales para poner su música a disposición del máximo de usuarios.

Muchos problemas, apoyo ninguno

Promusicae reivindica más apoyo por parte de las instituciones: “Tenemos muchos problemas pero apoyo ninguno”, señalan. Uno de los problemas que más preocupa al colectivo es la elevada tasa impositiva del IVA, que tiene difícil arreglo al pertenecer a una normativa europea.

“La música es cultura pero desgraciadamente somos el pariente pobre”, lamenta la organización. Parte de la actividad diaria de Promusicae consiste en esto, reclamar a las administraciones que proporcionen un entorno adecuado para que “podamos realizar nuestra actividad en un libre mercado que respete la música y garantice la defensa de nuestros derechos”. “No nos olvidemos que, detrás del glamour y del éxito de los artistas, existen miles de trabajadores, empresas y autónomos que desarrollan su actividad en el sector de la música grabada para llevar su sueldo a casa”, señalan.

FutureMusic, por su parte, ve con buenos ojos las propuestas que llevo al Gobierno la Federación de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) el pasado 11 de junio. La distribuidora hace como suyas las reivindicaciones de la Federación, entre las que destacan la mejora de la protección social del colectivo, el registro obligatorio para combatir los falsos autónomos, la jubilación activa plena, la definición expresa de la habitualidad en el ofrecimiento de servicios o las propuestas en contra de la morosidad.

Los productores sí pueden vivir de su música

Como en todo, el éxito es importante, sostiene Promusicae. Además, reseñan que antes se vendían muchos discos, esto permitía que uno de ellos repercutiese en una cifra de negocio importante. Ahora, en el mundo digital todos los años hay éxitos de ese tipo que acumulan millones de escuchas o reproducciones, “pero todo queda más repartido”.

“Digamos que ‘muchos pocos’ pueden hacer una cifra anual importante, ya que la distribución digital permite una mayor oferta de producto, pero también repartos más pequeños”. La organización explica que sus representados viven un proceso constante de adaptación a la evolución de los gustos de la sociedad en cuanto al consumo de la música. Muchos de ellos combinan la venta en formato físico -tanto en comercios establecidos como a través de canales online- con la venta en formato digital a través de aplicaciones que permiten descargar la música o escucharla en streaming.

Sin embargo, todavía existen problemas de desprotección con la piratería, “que aún campa a sus anchas por internet a pesar de algunos pequeños avances en materia legal en años pasados”. “Afortunadamente, también hay espacio para el optimismo”, señalan haciendo referencia a la votación de la semana pasada en el Parlamento Europeo sobre la directiva del copyright para poner fin al ‘value gap’.

El ‘value gap’ (brecha de valor) es la diferencia entre dos realidades. Por un lado, el valor que perciben las plataformas gratuitas de música financiadas con publicidad, como Youtube, Vimeo o la versión gratuita de Spotify. Y por otro lado, los ingresos que reciben la industria y los artistas por dicha música. “O lo que es lo mismo, la desigualdad entre lo que recibe la comunidad musical por su música en comparación a lo que reciben las plataformas gratuitas. El valor que generan esas plataformas a partir del producto de la industria musical no tiene apenas retorno para esta última. Y ahí se encuentra el problema: ese desajuste del valor percibido resulta injusto para la industria”, explica Master Music Management, plataforma perteneciente a la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

“Es el primer paso para solucionar este problema que hemos venido reclamando de un tiempo a esta parte. Los gigantes de internet también tienen que pagar adecuadamente a los productores por el uso que hacen de la música en sus plataformas”, concluye Promusicae.