Cinco trucos y una fábula

Consejos para desconectar del trabajo, si no tienes vacaciones

Son muchos los trabajadores, en especial los autónomos, que no tendrán éste verano vacaciones. A pesar de ello, existen una serie de trucos y consejos que pueden poner en práctica para dejar atrás las preocupaciones, el estrés, las llamadas de última hora una vez que ha terminado la jornada.

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Consejos para desconectar del trabajo, si no tienes vacaciones

La desconexión es uno de los principales motivos por los que los trabajadores están deseando coger la maleta, irse de vacaciones y no volver a pensar en el trabajo durante al menos unos días. Los periodos de vacaciones están pensados desconectar, para olvidarse de las preocupaciones y relajarse, un periodo que en muchas ocasiones los trabajadores autónomos no disfrutan. Al estar ellos solos y no tener a nadie que les sustituya durante su ausencia impide a la gran mayoría disfrutar de la llegada del verano y del buen tiempo.

Pero carecer de vacaciones, no debe impedir disfrutar de momentos de relax y de tiempo libre, ya sea poco o mucho. Un tiempo que, aunque breve, puede ayudar a recargar las pilas y a enfrentarse al día siguiente con visión positiva y entusiasmo. El director del Instituto de Desarrollo, Ángel Luis Martín, ofrece una serie de consejos y trucos para que los trabajadores autónomos puedan desconectar del trabajo, aunque no tengan vacaciones.

1.- Estar presente en lo que se está haciendo

Un requisito fundamental para que la desconexión funcione es ser consciente de lo que se está haciendo. Para ello existe una técnica que está muy de moda y que utilizan en el Instituto de Desarrollo: el mindfulness. Se trata de una técnica que consiste en la atención plena y consciente de lo que está haciendo. “Mucha gente se piensa que el mindfulness es solo meditar con los ojos cerrados, pero no, consiste en la atención plena a cada momento, si estás comiendo estás presente en comer, si estás bailando estás presente en bailar, si estás corriendo estás presente en correr” explica Martín.

Asimismo, y tal y como reconoce el director del instituto, se trata de una técnica muy sencilla porque al final solo hay que entrenar la atención. “Entrenar la atención en el momento presente, en el cuerpo, en la respiración, en lo que ves y lo que oyes, y no en la mente”. Todo ello para conseguir ser plenamente consciente del presente, del instante y de lo que hay.

La utilización y práctica de esta técnica permitiría al trabajador por cuenta propia no llevarse los problemas del trabajo a casa, por ejemplo, porque estaría plenamente centrado en el trabajo en horario laboral y plenamente centrado en el descanso en el horario descanso. Además, según explica Ángel Luis Martín, “el mindfulness ayuda a reducir el estrés hasta un 40% tal y como demuestran algunos estudios científicos”.

2.- No dejar espacios

Agendar planes inamovibles obligará al autónomo a terminar su jornada a la hora que se había planteado. El ejemplo que pone Martín es: Si un autónomo quiere salir del trabajo a las 19 horas, y no pone nada en su agenda a la 19:30h, lo más seguro es que termine saliendo a las 20h o 21h… Entonces un truco es ponerse actividades que impidan trabajar en horas que no se habían planteado, pero advierte, que deben ser planes agendados y comprometidos, como el cine, una reunión, un compromiso…

3.- Pre-Ocupaciones

De la mente al papel, y del papel a la acción. Éste es el consejo que el director del Instituto de Desarrollo da a los trabajadores por cuenta propia que tengan preocupaciones sobre la entrada o pérdida de clientes, los pagos… o del tipo que sea. En palabra de Ángel Luis: “Las preocupaciones, aunque a veces son muy buenos porque son adaptativas y ayudan a estar pendiente ante los peligros, impide que una persona esté centrada en lo que está haciendo, en la película que se está viendo o en jugar con su hijo, porque está rumiando y dándole vueltas a esos pensamientos negativos y limitantes”.

Por lo tanto, y ante esos pensamientos negativos, hay que seguir las indicaciones de la propia palabra, dejar de <<preocuparse>> y empezar a <<ocuparse.>> , señala Martín. “A veces basta con apuntar en un papel lo que vamos a hacer con esa preocupación para librarnos de ella: de la mente al papel y del papel a la acción”.

 4.- Actividades incompatibles

Para eliminar un hábito lo mejor es empezar a realizar una actividad incompatible, uno impide que el otro ocurra. El ejemplo que pone Martín es “si se quiere de dejar de fumar, un hábito incompatible sería empezar a hacer deporte”.

En este sentido, éste truco llevado al mundo laboral de los autónomos. Si se tiene el hábito, por ejemplo, de coger el teléfono fuera del horario laboral, el hábito incompatible -más sencillo- sería apagar el teléfono, o acudir a sitios dónde el teléfono lo tengas apagado, o, incluso, limitar el horario en el que te puedan llamar tus clientes. “Para ello hay que lidiar con ese miedo de "si no estoy disponible, pierdo oportunidades, "una preocupación que se soluciona informando del nuevo horario a los clientes. Los clientes también hay que educarlos y no por ello se van, puede que se vaya alguno, pero la mayoría suele entender los horarios más restrictivos de verano”.

5.- Acciones diferentes = resultados diferentes

Uno de los aspectos que más destaca Ángel Luís Martín es que no hay “recetas mágicas” y lo único que hay que hacer es “echarle narices. Sólo se pueden conseguir resultados diferentes, si la gente se compromete a hacer cosas diferentes, a pensar diferente. De lo contrario, va a seguir pasando lo mismo: los agobios y los horarios infinitos”

De no producirse un cambio de actitud, los problemas del trabajo, según Martín, se trasladan al propio ánimo personal y a la familia. “Hay que ser consciente del precio de no poner límites, ser conscientes de cómo baja la energía, de cómo afecta a la familia y cómo baja la calidad de nuestro trabajo”.

Afilar el hacha

Todos estos consejos y cambios en la rutina de trabajador de un autónomo, quedan resumidos por el director del Instituto en un fábula: A la final de un concurso de leñadores llegaron dos participantes, cada uno venía de una parte del bosque. Cuando dio comienzo el concurso, uno se puso a talar árboles sin parar, mientras que el otro a veces talaba y a veces no. Al final del concurso, se comprobó que el leñador que a veces no talaba había logrado derribar más árboles y le dieron el premio. Entonces, el perdedor le preguntó cómo había sido posible que le hubiese ganado. A lo que el otro contestó: mientras tu talabas como loco, yo dedicaba algo de tiempo a afilar el hacha.

“Afilar el hacha es ese descanso, que nos permite ser más creativos, gestionar las cosas mejor, para prestar más atención y obtener mejores resultados. Si no afilamos el hacha corremos el riesgo de ser como ese leñador que parece que hace mucho, pero que en realidad no es efectivo” explica Martín.