La economía colaborativa en la cocina: come en casa de un desconocido

Una app permite ver lo que tienen planeado comer tus vecinos y apuntarte a su mesa con el objetivo de no comer solo, pasar un buen rato y socializar. 

angel social food
Ángel Osuna, fundador de Social Food, durante el South Summit.
La economía colaborativa en la cocina: come en casa de un desconocido

Una fideua en el cuarto D, un cocido madrileño en el segundo A del edificio de enfrente o tacos en el primero izquierda de dos calles más abajo. Ahora solo toca elegir qué prefiere, pagar un ticket medio de cinco euros y sentarse en la mesa. Este es el funcionamiento de Social Food, una aplicación que tiene la misión de reunir a toda esa gente que come sola, alrededor de una mesa.

La primera red social que se conoció en el mundo fue una mesa. Comer es algo natural a nosotros y supone sociabilizar de una manera natural y tranquila” ha explicado Ángel Osuna, fundador de Social Food, a AyE. Por ello crearon una aplicación con la que personas de una misma ciudad que no quieren cocinar solo para ellos mismos o que comían solos, pudiesen estar en contacto.

Su funcionamiento es similar al de Blablacar. Una persona publica en la aplicación que, por ejemplo, el sábado hará paella para seis personas. A la vez, otro usuario verá su oferta, junto a las del resto, y podrá saber el precio, los huecos libres que hay, el perfil de los comensales apuntados y la valoración que tiene el anfitrión. “Si cocinas mal no pasa nada, porque la gente no solo valora la comida, si no la experiencia agradable. Puede haber usuarios cuya comida sea fantástica, pero el trato no sea agradable y al contrario”, ha detallado Osuna.

Si al usuario le interesa la comida que ofrece otro usuario, y hay un hueco libre en la mesa, solo tendrá que enviar una invitación y esperar la aprobación del anfitrión. Cuando la respuesta sea afirmativa deberá pagar el precio, que variará de una comida a otra. Asimismo, según ha destacado su fundador, el ticket medio de social food son cinco euros: “Pertenecemos a una rama de la economía colaborativa que llamamos justa es decir, sin lucro. Los usuarios no ganan dinero”.

La comida es importante, pero los datos lo son más

Social Food destaca por varias cuestiones dado que se trata de una startup novedosa, con un objetivo social y un modelo de negocio nunca aplicado al sector de la restauración. Porque esta app tiene dos modelos de negocio. El primero es el cobro del 15% a los usuarios por la transacción. Y el otro son los datos de los usuarios, a los que les dan valor y se los venden a las marcas.

“Nosotros tenemos un panel de hábitos de consumo sobre la comida. Sabemos quién cocina mejor: hombres o mujeres, en qué provincia se cocina mejor, quiénes cocinan mejor y qué comida… Todavía no tenemos la estadística repleta, pero la respuesta a esas preguntas la tiene la inteligencia colectiva” ha expuesto Ángel Osuna.

Se trata de un “panel de consumo” que Social Food pone a disposición de las marcas para que puedan promocionar sus productos directamente a la gente que los consume: “Ahora mismo estamos reuniéndonos con grandes distribuidores y grandes marcas que están muy interesadas en que la aplicación salga adelante”.

Es la creación de este business intelligence lo que está retrasando la puesta en marcha de esta app, pues se trata de un proceso de programación muy complejo ya que “estamos creando una red social como Facebook –con todo el sistema que tiene esta plataforma para promocionar un negocio-. Si lo utilizas como marca, permite segmentar entre sus usuarios por edad, sexo, país, intereses–, pero con toda la operativa de Blablacar” ha puntualizado el fundador.

Pero… ¿funciona o no funciona?

Esta aplicación necesita para su correcto funcionamiento tanto usuarios como analizar correctamente los datos. Y aunque los datos aún no se pueden convertir en estadísticas, desde Social Food ya han empezado a crear su red de contactos y de usuarios.

Tienen una gran comunidad en redes sociales (21.000 seguidores en twitter y 4.000 en Facebook), donde la gente está empezando a quedar: “La respuesta de pruebas piloto han sido por encima de las expectativas. Va mucha gente, se crean amistades e incluso hacen grupos de WhatsApp que se convierten en pandilla”.

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Este emprendedor ha resaltado la variedad de los comensales a estas primeras pruebas piloto, ya que se podían encontrar con gente joven- “a los erasmus esto les encanta porque supone una inmersión cultural completa”-, gente más adulta con estudios universitarios e incluso personas mayores.

La respuesta del sector

En el momento en el que esta app apareció en una conocida revista del sector, los hosteleros les miraban con recelo. Pero se calmaron cuando Osuna les explicó que en realidad Social Food no era de su competencia por el ‘momento de consumo’.

“Cuando tienes un evento familiar lo que te apetece hacer es una comida, cuando quieres agasajar a un cliente lo invitas a comer y cuando quieres enamorar a alguien lo invitas a cenar; para esto siempre vas a un restaurante. Cuando haces una ‘social food’, la haces porque tenías planeado comer solo, y la gente que come sola en un restaurante es muy poca” ha detallado Osuna. De esta forma y de la mano de Social Food, la economía colaborativa se mete en el sector de la restauración sin 'levantar ampollas' como ha ocurrido en otros sectores

La comida en el centro de todo

Centrarse en el sector de la restauración era algo que no tenían previsto, cuando en verano de 2015 Osuna decidió montar una tormenta de ideas en la piscina, en el oficina-chalet que tiene de su agencia de marketing en Málaga: “En esa tormenta de ideas lo que pretendíamos era analizar un cambio de tendencia que había, que era la economía colaborativa, analizar en qué sectores se había aplicado y en qué sectores se podía aplicar”.

Así nace Social Food y “empezamos a darle forma”, a crear la marca, la identidad corporativa, el dossier, a conceptualizar…" y decidieron apuntarse al programa y concurso de emprendimiento Red INNprende de la Fundación Cruzcampo. “Vimos muchas incubadoras, pero nosotros queríamos asesoramiento y una oportunidad de difusión y la Fundación Cruzcampo nos daba justo eso”.

Llegaron a ser semifinalistas de la última edición de este concurso y programa de formación de startups, están en el punto de mira de varios business angels pero ellos lo que buscan ahora son marcas que quieran participar, porque “queremos realizar la primera fase con inversión propia. Luego ya entraremos en capital riesgo para exportar el modelo de negocio”.

De momento habrá que esperar dos meses para poder descargar la app y unos meses más para su total funcionamiento y que no se produzca el síndrome del bar vacío –que haya más chefs que comensales o viceversa- para lo que necesitan invertir fuertemente en marketing y generar ese “matching para que oferta y demanda se encuentren. De momento, solo queda pensar en esa fideua o en esos nachos.