Algunos tienen más de tres siglos

Es posible pasar de modas y hacer que tu negocio dure 100 años

En Madrid hay 160 negocios centenarios. Algunos tienen más de 350 años de antigüedad, y muchos facturan más de cuatro millones de euros anuales. Estos negocios tradicionales se apoyan en la familiaridad y el equilibro entre el proyecto inicial y la adaptación a los tiempos. Se consideran patrimonio histórico y resisten en el centro de las ciudades al cambio de tiempos, el turismo y las modas pasajeras.

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Es posible pasar de modas y hacer que tu negocio dure 100 años

Los negocios centenarios forman parte de la historia de Madrid. Quedan tan solo 160 abiertos, regentados por familias que transmiten el oficio de generación en generación. Se trata de artesanos, comerciantes y hosteleros en su gran mayoría. Se alejan de la modernidad con oficios antiguos como el mármol, la cera o la reparación de relojes. El sector artesano y el hostelero abundan entre los centenarios;  Cerería Donados,  Marmolería Molinero, Cervecería Santa Barbara o La posada de la villa son tan solo un ejemplo de como unos pocos sectores concentran la mayoría de negocios antiguos, de hasta trescientos años de vida. En el casco histórico de la capital se abren y cierran cada año decenas de negocios. Hay otros que aguantan, se mantienen abiertos y rentables durante siglos. ¿Cuál es el secreto de su longevidad?

En realidad, no es uno sino muchos. Un negocio depende de todo para durar cientos de años en marcha. La familiaridad, la transmisión generacional de valores y un buen plan de futuro son claves para convertirse en centenario. “Se trata de un engranaje perfecto, una formula en la que todo debe funcionar en armonía. Además, el tiempo y el lugar tienen que estar de tu lado, la mayoría de negocios centenarios están en el centro histórico de las ciudades y son fruto de una larga tradición familiar” explicó Angel Manuel García, presidente de la asociación de establecimientos centenarios y tradicionales de Madrid.

Muchos negocios se abren por oportunidades momentáneas. El presidente de esta asociación explicó que la clave está en el equilibrio, en saber detectar necesidades duraderas e irlas adaptando a los tiempos. “No hay día en el que no se abra un negocio sin futuro. Los modelos que se basan tan solo en tendencias están avocados al fracaso. Hay que renovarse día tras día sin perder el norte. La informática, la tecnología, son apuestas seguras para hoy pero las técnicas cambiarán y habrá otras modas que las reemplacen” explicó García.

Los tiempos han cambiado, el emprendimiento también. Los negocios con siglos a sus espaldas nacieron del oficio, eran actividades fáciles de poner en marcha con pocos recursos y conocimientos. “Antes, el que sabía hacer zapatos emprendía en una zapatería, sin mayor complicación. Con la entrada de internet, las nuevas formas de publicidad y el consumo de masas, poner en marcha un negocio se ha convertido en una tarea ardua”. El presidente de la asociación de centenarios explicó además que cada día va a ser más difícil que un negocio dure más de un siglo. Ya no vale con mantener una buena clientela y saber gestionar el comercio, hoy en día hay muchos más factores externos, competencia y trabas legislativas que dificultan la longevidad.

¿El secreto de los centenarios? Saber adaptarse a los tiempos. La asociación ha pasado de ofrecer placas de condecoración a códigos QR. Cuando el cliente acerca su móvil, puede ver en su pantalla toda la historia del negocio. Es una muestra más de la unión entre tecnología y tradición, tan necesaria para sobrevivir aún cuando un negocio viene del siglo XIX.

Negocios antiguos y muy rentables

180 años y siete generaciones después, el restaurante Lhardy sigue abierto con una facturación de más de tres millones de euros anuales. Este restaurante del casco histórico madrileño forma parte de la historia de la capital, “las paredes del Lhardy son testigo mudo de la historia de España. Está situado a 500 metros del congreso, era el lugar dónde se hablaba de política hace casi dos siglos” comentó Daniel Marugán, bisnieto del fundador de Lhardy.

Este restaurante familiar tiene más de cuarenta empleados y su éxito se debe a su fama y a sus clientes. “Hemos sabido mantener la ilusión de mi bisabuelo, transmitírsela a nuestros empleados y, en especial a nuestra clientela”. Sin embargo, los gastos de mantenimiento son su principal problema. Para conservar su fachada del siglo XIX, este negocio tiene que desembolsar anualmente una media de 200.000 euros. “Un negocio centenario no es barato pero, bien gestionado, merece la pena” concluyó Marugán.

La antigua relojería, es otro caso de éxito. Se trata de un negocio rentable, un pequeño establecimiento madrileño cercano a la Plaza Mayor que continúa abierto tras 138 años especializado en la venta de relojes. La especialización, la cercanía y la familiaridad -unidas a la tradición- son, según su dueño-, el secreto para durar más de un siglo al frente de un negocio.

Patrimonio histórico

Los centenarios son algo más que negocios, son parte de la historia de Madrid. “Un negocio de más de un siglo de antigüedad es un museo vivo, un lugar donde encontrarse con la cultura de nuestros antepasados. Los ayuntamientos deberían apoyarnos, de lo contrario, pronto dejaremos de cumplir años” explicó Angel Manuel García, presidente de la asociación de centenarios y copropietario de la Antigua relojería.

En la misma línea, el dueño del restaurante Lhardy lamentó la desconsideración de las instituciones frente a estos negocios. “En cualquier otro lugar de Europa, nuestro restaurante estaría considerado como un museo “ añadió Daniel Marugán. Ambos reclamaron promoción por parte del ayuntamiento, solo así, estos negocios podrán ser parte de la imagen de España, un merecido reclamo turístico para nuestro país.