10 síntomas a los que estar atento

¿Cuándo debería un autónomo acudir a un concurso de acreedores?

Cuando un autónomo no dispone de liquidez para hacer frente a sus deudas, tiene la opción de abrir un concurso de acreedores. Hacerlo a tiempo puede ser clave para evitar el cierre del negocio y poner en orden las cuentas. Estos son los síntomas que indican al autónomo que es hora de iniciar el concurso.

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¿Cuándo debería un autónomo acudir a un concurso de acreedores?

Los trabajadores autónomos pueden utilizar los procesos concursales para evitar el cierre de su negocio. Se trata de un procedimiento legal que permite al acreedor recuperar su dinero y al autónomo estar libre de deudas. Para ello, lo más importante es iniciar a tiempo la apertura del concurso. 

Los concursos de acreedores vienen regulados por la Ley Concursal, que entró en vigor en septiembre 2004 y que establece las pautas y requisitos de estos procedimientos. Éstos se inician porque el deudor (el autónomo) no dispone de liquidez para hacer frente a sus deudas, lo que se denomina ‘insolvencia actual’. También puede ser porque se ve ahogado y prevé que no va a poder hacer frente a sus obligaciones, conocido como ‘insolvencia inminente.  En ambos casos se trataría de un concurso voluntario. Pero  puede darse la situación de que un tercero (algún acreedor) pida su apertura, lo que sería un concurso necesario. 

El objetivo final de los concursos de acreedores es poner en orden las cuentas del deudor y conseguir llegar a un acuerdo con las personas o entidades que le prestaron el dinero, para que les sea devuelto. Estos procesos suelen durar entre 6 y 12 meses en función de la resolución final. Lo importante en los concursos de acreedores es "que se inicien cuanto antes. Sólo así se podrán aumentar las probabilidades de que el autónomo salga adelante” afirmó Diego Comendador, presidente de la Asociación Profesional de Administradores Concursales (ASPAC). Este experto cree que los trabajadores por cuenta propia tardan tanto en acudir al proceso concursal “por miedo y porque creen que van a ser capaces al final de sacarlo adelante”. Pero la realidad es que no pueden solos y muchos de sus negocios acaban en liquidación.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística sobre procedimientos concursales, en el segundo trimestre de este año, 1.588 personas físicas con actividad empresarial o personas jurídicas abrieron un concurso de acreedores. Dicha cifra es un 13,6% inferior a la obtenida en el mismo periodo del año anterior. Para Comendador esta disminución de los procesos concursales puede significar dos cosas: “o que a los autónomos les está yendo bien económicamente, por lo que no necesitan acudir a los concursos. O, que no están llevando a cabo bien el cierre de los negocios”.

11 síntomas para plantearte acudir a un concurso

Lo principal en un concurso de acreedores es iniciar el procedimiento a tiempo. Para ello, lo importante es estar atento a los síntomas que da tu negocio y que indicarán si está funcionando como debería.. El presidente de ASPAC y administrador concursal, Diego Comendador, explicó algunos de los síntomas que pueden indicar al trabajador por cuenta propia que debería empezar a plantearse la opción de un concurso de acreedores. No obstante, insistió en que “son sólo eso, indicadores. Ésto no quiere decir que si se dan hay que acudir sí o sí al proceso concursal. Lo que revelan, es que hay que buscar la ayuda de un profesional, que examine la empresa y aconseje sobre el procedimiento a seguir”.

Los 10 síntomas a los que debería estar atento un autónomo son:

  1. Disminución de los ingresos, sobre todo los recurrentes. Es decir, cuando los ingresos mensuales de un negocio empiezan a bajar asiduamente.
  2. Previsión de los cambios regulatorios en el sector. Los negocios no están aislados de lo que ocurre a su alrededor y, a veces, la actualización de normativas o la entrada en vigor de un nuevo marco regulatorio puede afectarles. “Los autónomos deben estar pendientes a esos cambios y adelantarse, para intentar que no les afecten” aconsejó Comendador. Puso el ejemplo de una fábrica que, por la entrada de una nueva orden ecológica, tiene que cerrar o disminuir su actividad. Los autónomos que dependían de ella se quedarían sin su principal cliente. "Estar informado sobre el avance de la normativa y buscar nuevos clientes será fundamental para no tener que cerrar el negocio" apuntó.
  3. Realización de ventas de activos no necesarios que disimulan una situación de falta de liquidez. “Un claro ejemplo de esto sería vender un piso, un inmueble o un vehículo para conseguir tener liquidez en el negocio” explicó el presidente de Aspac.
  4. Abandono del proyecto por parte de los socios o empleados. Esto no siempre es así, pero suele ser "un indicador" de que el negocio no está funcionando como debería, dado que trabajadores y socios se van porque no ven futuro en la empresa..
  5. Incumplimiento de las obligaciones, no sólo las de carácter económico. Cuando el negocio empieza a ir mal, es habitual que se dejen de cumplir con las obligaciones, pero no sólo las que se tienen con Seguridad Social o Hacienda, sino también con proveedores u otros agentes que participan en la actividad.
  6. Problemas de tesorería de nuestros principales clientes. Es decir, detectar cuando nuestros clientes pueden estar pasando por una mala racha económica.
  7. Vencimiento de contratos o concesiones administrativas. “Por ejemplo, cuando la concesión administrativa, por la cual el autónomo lleva a cabo la actividad, se va a agotar” explicó Comendador.
  8. Apalancamiento financiero elevado. Esto es tener una deuda financiera alta.
  9. Descenso de la rentabilidad económica.
  10. Acumulación de stocks no deseados. Que en el almacén se vayan acumulando demasiados productos que no se venden.

Otros aspectos a tener en cuenta son todas aquellas prácticas contables, con las que se intentan disimular o maquillar una situación de insolvencia.

  • Registro de trabajos en curso inexistentes.
  • Mala gestión del stock.
  • Operaciones vinculadas a un precio distinto al del mercado.
  • Operaciones sin regularizar con las cuentas de socios y administradores.