El sector no recibe ninguna ayuda estatal, apuntan desde las asociaciones

Los vendedores ambulantes mantienen su batalla de cotizaciones con la Seguridad Social

La venta ambulante es casi tan antigua como la humanidad. En la actualidad, estos autónomos se encuentran en una batalla con la Seguridad Social por sus cotizaciones.
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Exceso de burocracia y otras reivindicaciones de un sector que no recibe prácticamente ninguna ayuda.
Los vendedores ambulantes mantienen su batalla de cotizaciones con la Seguridad Social

La venta ambulante es tan antigua casi como la misma humanidad, aunque los mercadillos propiamente dichos, pudieran surgir cerca de aquellos santuarios que celebraban su festividad religiosa y cuando comenzaron a celebrarse las ferias de ganado y de grano, donde los vendedores ambulantes aprovechaban para presentar y vender sus artículos de diversas zonas de la geografía. El carácter religioso y comercial convivió durante la Edad Media, hasta el establecimiento de ciudades y transportes. Su personalidad comercial ha llegado hasta nuestros días.

Y se puede decir que, en la actualidad, sigue cumpliendo con esa vocación local de servicio de acercar el comercio cualquier lugar donde no llegan las grandes superficies. Vocación que ha extendido a barrios y distritos urbanos. Conserva su carácter itinerante y rural, con programados puestos ya concertados y asignados en recintos acotados para tal labor: los mercadillos, esos puntos de encuentro locales, comerciales y sociales que ofrecen productos cotidianos, de primera necesidad y a muy buen precio.

Los datos más recientes del sector muestran que hay unas 60.000 familias (con sus empleados) vinculadas al comercio ambulante en 3.500 mercadillos de toda España. Los últimos datos los aportó el Instituto Nacional de Estadística en 2019, y arrojaron que se habían superado los 1.250 millones de euros en ventas. Es un difícil de cara a realizar y mantener estadísticas actualizadas, dice Nicolás Rodríguez, presidente de la Federación Nacional del Comercio Ambulante (FENCA).

Los vendedores ambulantes están en guerra con la Seguridad Social

Los vendedores ambulantes tienen una base de cotización específica de 960 euros. Importe que desencadenó la batalla en la que se encuentran inmersos, pues lo que venían pagando era 869,40 euros al mes a la Seguridad Social. "De hecho, hubo cooperativas de comercio ambulante que estuvieron a punto de cerrar por cambiar esta base de cotización. Las cooperativas y aquellas personas que ejercen el trabajo a través de ella, acordaron en su día, en 2008, negociar con el Gobierno una bonificación en la cuota de autónomos para que salieran de la economía sumergida, y esto se contempla cada año a través de la Ley de Presupuestos Generales del Estado, y al cambiar la legislación y cotizar por ingresos reales, modificaron las bases de manera unilateral. Subieron dicha cantidad a 1.044 y hubo cuatro meses que no aplicaron la bonificación para dejarlo en esos 960 euros. Hubo momentos muy delicados para el sector", apuntó Nicolás Rodríguez.

"La bonificación se aplicó, pero durante cuatro meses se pagó de más. Ahora se está solicitando la devolución de los ingresos indebidos y la Seguridad Social lo está rechazando. Así que pondremos una demanda vía juzgados de lo Social", añadió.

El sector de la venta ambulante soporta mucha burocracia sin ningún tipo de ayuda estatal

Rodríguez ha explicado que "hay que partir de que, en España, a este sector no se le ayuda. Ahora mismo es muy difícil acceder a un puesto libre en los mercadillos autorizados, ni crecen en número de puestos ni se generan nuevos mercadillos. En la Comunidad de Madrid sí que hay una línea de ayudas anual que está bien estructurada. Pero también necesitamos ayudas a la compra de vehículos eléctricos para acceder a las zonas de bajas emisiones. En cuanto a las ayudas del Gobierno se hacen para el Comercio y no llegan a los ambulantes. El sector necesita ayudas específicas, porque, además el vehículo es la oficina y el almacén".

"Esto lo debe contemplar el Estado, porque es un sector muy familiar, pasa de generación a generación y necesita ser potenciado y ayudado, porque es un empleo muy seguro, estable y duradero. Necesita atención por parte de las diferentes administraciones. Están permitidas las transmisiones de padre a hijo e, incluso, fuera del ámbito familiar; si un vendedor se jubila y no tiene descendencia, puede gestionar la transmisión a su empleado", continuó.

"Dependemos excesivamente de la Administración: hay que hacer una solicitud a los ayuntamientos y darse de alta en el Registro de vendedores Ambulante (dependiendo de cada comunidad autónoma). Si hay vacantes, hay que presentar la oferta de un producto nuevo o novedoso en ese mercadillo para que lo concedan. Y luego, hay que presentar el justificante de estar dado de alta en la Seguridad Social y en Hacienda en el momento en el que se concede la licencia o el permiso", opina Nicolás Rodríguez.

A este respecto hay que decir que en el caso de los manipuladores de alimentos, sí necesitan tener este carnet. Y los que tienen vehículos de más de 3.500 kilos necesitan la Tarjeta de Transporte.

Todos los impuestos que pagan los vendedores ambulantes

Los vendedores ambulantes que van de mercadillo en mercadillo pagan tasa por ocupación de la vía pública; ésta incluye el vehículo y la instalación del puesto. "Y hay que pagar aunque haya días que no se pueda vender, bien por lluvia, por enfermedad, etc. Esta tasa puede ir desde los 400 euros hasta, por ejemplo, 1.500 euros anuales en San Sebastián de los Reyes. Y si cada día de la semana, o al menos seis días, se instala el puesto en un mercadillo diferente, pues hay que pagar seis cuotas anuales diferentes; se paga la tasa en cada municipio o en cada distrito de ciudad donde se instale el puesto de venta", detalla Nicolás Rodríguez.

Además de la licencia, la cuota de la Seguridad Social y el pago de los correspondientes impuestos con Hacienda, que, por lo general, es a través del sistema de módulos los vendedores ambulantes se quejan de que sólo puede tener el puesto operativo entre las 9:00 y las 14:00 horas. Es decir, que deben estar dados de alta  en la Seguridad Social como si estuvieran trabajando todo el día. "Esta es otra reivindicación, pues el horario comercial se ha quedado obsoleto. No en todos los mercadillos se puede ampliar el horario de venta, pero sí en una gran parte de ellos, añade. "Si no acudimos más de cuatro o seis días al año al puesto correspondiente y no se justifican las faltas (por enfermedad, etc,), nos pueden retirar la licencia", aclara Rodríguez

Regulación y sanciones a las que se arriesgan los vendedores ambulantes

Los mercadillos están muy regulados. Hay productos que no se permiten vender.

"Ahora estamos intentando negociar la presencia de Food Trucks, camiones-bar, tanto para dar servicio a los propios vendedores como a los clientes, pero está costando mucho. Hay ayuntamientos o juntas de distrito que lo comprenden; pero otros, no", aclara Nicolás Rodríguez.

En esa regulación figura:

  • Debe mostrarse todo en escaparate.
  • No se permite tener los productos en el suelo; deben estar a 60 centímetros de altura sobre el mismo.
  • Debe figurar cartelería con precios.
  • Las básculas deben pasar la inspección
  • No se permite el uso de megafonía.
  • En cuanto a la alimentación se permite, fruta o fruto secos, dulces tipo bollería o caramelos y aceituna, y debe venderse todo envasado, a excepción de las aceitunas que se pueden vender al peso. (Fuera de la Comunidad de Madrid se permite vender más comida, como por ejemplo productos ahumados, charcutería, queso, huevos, etc.)

Si la báscula no pesa correctamente, puede ser retirada por la autoridad y el vendedor es sancionado. Se producen multas como esta. La que más se repite es olvidar exhibir la autorización municipal en el puesto, o pasarse del espacio concedido y abarcar más superficie, o llegar la Policía Municipal y en ese momento no encontrarse el titular del puesto por estar en los aseos de un bar o desayunando, y en vez de volver más tarde para comprobar si realmente había ido al aseo o a desayunar, pues imponen directamente la multa.

La existencia de inodoros es una reivindicación histórica para la venta ambulante

Según explicó Nicolás Rodríguez," hay municipios que cuentan con aseos, pero la mayoría no los tienen. Estamos solicitando baños químicos, pero lo ideal es que haya baños estables. Porque se puede entrar a los aseos portátiles, pero si no hay lavabo, ¿dónde nos desinfectamos las manos y limpiamos las manos, si luego hay que manipular alimentos? Deseamos cubrir esta necesidad sanitaria y unos aseos fijos, estables".

Los fruteros son los más madrugadores, a las cuatro de la mañana ya están en Mercamadrid y a las siete ya están montando el puesto. Una hora más tarde llega el resto de vendedores al mercadillo y montan el puesto, sacan el género, ponen precios y a las nueve deben estar vendiendo, para a las dos de la tarde volver a guardar todo el género en el camión y desmontar de nuevo el puesto. Con el problema diario de tener que acudir al lavabo de un bar, por ejemplo, en las horas de venta.

El armazón del puesto debe ser tubular con una lona. Esto se quiere modernizar y estandarizar los puestos, deseamos cambiar la imagen. "Queremos gestionar un tipo de carpa que se recoge de una sola vez, fácil de instalar; cada día se va a un sitio distinto y hay que montar y desmontar, debe ser manejable y dar una imagen homogénea", añadió.

La labor social de la venta ambulante en pueblos donde no hay comercio

Son muchas las localidades de la España rural que esperan con ansiedad cada semana la llegada del mercadillo, pues es la única oportunidad que tienen para comprar productos a los que no pueden acceder porque apenas si queda comercio. Es una labor social de cara a las personas mayores que no pueden desplazarse a las capitales de provincia y a aquellas que necesitan de precios más bajos.

Son los vendedores ambulantes los que saben que las personas de avanzada edad acuden a comprar allí calzado y ropa que, para adquirirlas, deberían hacer kilómetros de viaje.

Es, además un punto de encuentro social, para localidades rurales con sus pedanías, al igual que para esos distritos urbanos que pasaron de pueblo a ciudad casi sin darse cuenta, convirtiéndose en “dormitorios”.

El mercadillo además regulariza los precios de la zona. "Hace una gran labor social con todas aquellas personas que no pueden acudir a comprar a otros establecimientos", afirma Nicolás Rodríguez.

La formación y un sello de calidad son asignaturas pendientes

Aunque desde la Federación Nacional del Comercio Ambulante han ido desgranando reivindicaciones, proyectos y el mucho trabajo que tiene por delante, son dos sus últimas reivindicaciones.

"En la actualidad no existe ningún curso de Formación Profesional para el vendedor ambulante. No hay una línea específica desde la Administración para dar formación a este sector, y es muy necesaria", declara Nicolás Rodríguez. Y junto a ello, también demandan un sello de calidad para mejorar la atención al cliente. "La propia administración autonómica debe ser quien conceda ese sello de calidad y lo gestione", finaliza.