Los agricultores denuncian la competencia desleal de Marruecos que puede acabar con el cultivo del tomate
Según informó la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) las importaciones de tomate marroquí al mercado europeo se han incrementado un 52% desde 2013, con graves consecuencias para los autónomos del campo. De seguir así, España se convertiría en importador neto de tomates para 2035. Ante la preocupación, Andrés Góngora, responsable de Frutas y Hortalizas de COAG ha demandado medidas “ante la actual indefensión en frontera” frente a importaciones de países como Marruecos o Turquía.
Góngora participó en la reunión del Observatorio del Mercado de Tomate de la UE el pasado día 26 de octubre. Durante la reunión, la Comisión Europea presentó sus datos a medio plazo para el sector, en los que se estima una importante caída del 21,5% en la superficie cultivada y del 22% en la producción de tomate fresco en España hasta 2035, concretamente por la competencia de Marruecos, además de otros factores. Las producciones de Turquía también se han cuadruplicado aproximadamente desde 2013, con el perjuicio que conlleva para el campo español.
Según detalló Góngora, la competencia desleal que enfrentan los autónomos del campo se basa en que tienen que luchar contra "costes laborales mayores y menores requerimientos en las exigencias que regulan el uso de fitosanitarios", además de “contar una situación desventajosa frente al trato del producto marroquí en las fronteras, ante el que se exige que se renueve el acuerdo de los precios de entrada y se cumplan las tasas arancelarias".
El pequeño autónomo del campo, el principal afectado por el problema del tomate
Según aclaró el responsable de Frutas y Hortalizas de COAG, el tomate es un cultivo que pertenece principalmente al pequeño autónomo del campo. “Es un tipo de cultivo que está, sobre todo, en manos de pequeñas empresas y autónomos del campo, principalmente en Almería, la costa de Granada, Murcia y Canarias”. Esto se debe al tipo de cultivo, un sembrado que requiere mucha laboriosidad para salir adelante. “Necesita mucha dedicación, estar muy pendiente”, a diferencia de otro tipo de producciones agrarias. En España, hay muchas pequeñas explotaciones, “con lo que el perfil del autónomo está muy representado” para estas explotaciones.
Además, como explicó Góngora, el nivel de producción difiere de un país a otro. Mientras que en nuestro país la producción está en manos de pequeñas explotaciones, “en Marruecos se trata de grandes empresas, han decidido ir allí a producir”, por lo que “consiguen aprovecharse de las ventajas, tal es el caso de la mano de obra más económica u otras condiciones más permisivas para el uso de fitosanitarios”, con las desventajas que ello supone para el campo español, detalló Góngora.
Según Góngora, por pequeñas que sean las superficies de explotación, “el autónomo del tomate contrata de seis a siete trabajadores en la temporada más fuerte de la campaña”. Nuestros agricultores, que serán los que se verán más perjudicados por las importaciones de terceros, "no pueden hacer frente a los costes” ni "competir con el producto marroquí", que crece implacable en el mercado. La consecuencia directa es “cambiar de cultivo”, por lo que se están abandonando las superficies en favor de otro tipo de producción agrícola mientras se pierde la producción de tomate.
Concretamente, “hay autónomos del campo que se han visto con deudas de costes de producción muy altos y han tenido que vender explotaciones; no todos gozan del mismo margen”, mientras la perspectiva del mercado manifiesta un crecimiento potente de la producción marroquí. Además, la ventaja de que puedan emplear fitosanitarios que no están autorizados en nuestro país, “pueden combatir mejor las plagas y tener más garantías de que los cultivos van a salir adelante”, confirmó Góngora. El responsable alertó de que "si no se aplican medidas, los consumidores irán viendo la sustitución progresiva de un producto por otro".
La competencia desleal de Marruecos: menores costes laborales, menor regulación de fitosanitarios y posibles beneficios arancelarios
La competencia desleal que señalaron desde COAG abarca varias dimensiones, ya que refiere tanto al coste laboral de los trabajadores, como a las diferentes condiciones que se exigen a los productores de un país y de otro. Góngora confirmó, con ello, que “la situación de la producción de tomate se está alterando” en el campo español, provocando “que se enfoque en otros cultivos que requieran menos mano de obra”.
Entre los factores que afectan al agricultor español e influyen en la competencia desleal se encuentran las diferencias en los costes de producción. Principalmente, en lo que cuesta "la mano de obra". Desde COAG apuntaron que “el coste laboral en España es diez veces superior en el sector del tomate al coste de Marruecos, y unas siete veces superior al de Turquía, que también es competidor”.
Además, el representante de COAG afirmó que "deben renovarse los acuerdos de los precios de entrada del producto, por encontrarse a precios desfasados", y aclaró que "hasta donde conocen, ven presuntas irregularidades en el pago de las tasas arancelarias sobre los productos agrícolas marroquíes". Estos datos, que el representante de COAG compartió durante el Observatorio, requieren de atención para "solventar el daño a la rentabilidad de los agricultores españoles".
COAG reclama medidas urgentes contra la competencia desleal del país vecino
Según destacó la coordinadora agrícola y ganadera, la semana pasada el gobierno marroquí anunció subvenciones para la producción de tomate (junto a la de cebollas y patatas). En particular, Marruecos otorgará entre 3.600 y 6.300 euros por hectárea a las producciones tomateras. Aparte, las empresas productoras del país vecino se verán beneficiadas de otra subvención a los fertilizantes nitrogenados de 200 millones de euros, incentivando con estas medidas sus producciones hortofrutícolas dentro del Plan Marruecos Verde y del Plan Generación Green.
Para Góngora, mientras “los competidores refuerzan las ayudas a la agroexportación, con medidas que caerían en la ilegalidad”, los agricultores españoles tienen que enfrentarse a la competencia desleal y el “damping comercial”, que se produce cuando empresas extranjeras introducen productos a precios artificialmente bajos en el mercado europeo. Esas condiciones de producción desiguales, que permiten a Marruecos no tener que seguir la normativa europea para fitosanitarios, o permitir determinadas condiciones laborales y costes salariales muy inferiores, generan “una importante desigualdad dentro de la competencia del mercado”. Al respecto, el Representante de Frutas y Hortalizas, explicó que “el país vecino puede emplear fitosanitarios que aquí se erradicaron hace años; incluso, décadas”.
En ese sentido, según explicó Góngora, COAG reclama que la CE “tome medidas al respecto”, especialmente “el cumplimiento de las normas europeas de producción en los acuerdos comerciales con terceros países”, así como “la revisión del sistema de precios de entrada que existe entre Marruecos y la UE y del cumplimiento en el pago de las tasas arancelarias". Además, también demandan la aplicación de las llamadas “medidas de salvaguardia”, que sirven para socorrer a los mercados en momentos de perturbación grave a raíz de las importaciones de terceros.