Qué es el ratio de solvencia de una empresa

El ratio de solvencia es un indicador financiero que muestra la capacidad de una empresa para hacer frente a sus deudas a largo plazo.
¿Qué es el ratio de solvencia de una empresa?
¿Qué es el ratio de solvencia de una empresa?
Qué es el ratio de solvencia de una empresa

A la hora de analizar las finanzas de un negocio, el ratio de solvencia es uno de los indicadores más importantes. De hecho, se trata de una magnitud que permite resumir, en una sola cifra, la capacidad de una empresa para pagar sus deudas. 

Es decir, estamos ante un indicador clave para la salud financiera de cualquier compañía. A continuación te mostramos qué es, cómo se calcula y por qué puede ser útil para tu negocio.

  1. ¿Qué es el ratio de solvencia?
  2. ¿Cómo calcular el ratio de solvencia?
  3. Los valores ideales para el ratio de solvencia
  4. Diferencia entre el ratio de solvencia y ratio de liquidez

¿Qué es el ratio de solvencia de una empresa?

El ratio de solvencia es la capacidad de una empresa para hacer frente a sus obligaciones de pago.  

Es decir, se trata de un indicador financiero que determina si una empresa dispone de los activos suficientes para pagar todas sus deudas u obligaciones de pago en un determinado momento.

Por ejemplo, si una compañía decidiera hacer frente a todas sus deudas, el ratio de solvencia sería el dato al que debería recurrir para saber si cuenta con los activos  necesarios para afrontarlas.

Cabe resaltar que cuando hablamos de activos, no solo lo hacemos de dinero líquido, sino que se incluyen el efectivo, las cuentas corrientes, derechos de cobro, bienes inmuebles, maquinaria, etc.

¿Cómo calcular el ratio de solvencia?

Los datos que necesitamos para calcular el ratio de solvencia, se encuentran en el balance de situación. El cálculo como tal, consiste en dividir el valor total de los activos entre el valor total de nuestros pasivos, sin incluir el Patrimonio Neto en la operación.

La fórmula del ratio de solvencia es así: 

  • Activo no corriente + Activo corriente / Pasivo no corriente + Pasivo corriente

Además, los bancos tienen en cuenta este indicador a la hora de conceder financiación a sus clientes.

El valor ideal para el ratio de solvencia

En cuanto a los valores ideales para el ratio de solvencia, lo recomendable es que el resultado sea en todo momento mayor a 1, ya que una cifra menor indicaría que la empresa está en quiebra.

En líneas generales, el resultado ideal para una empresa equilibrada sería de 1,5. Este valor significa que la compañía dispondría de 150 euros por cada 100 euros adeudados. Es decir, podría hacer frente a sus deudas disponiendo, además, de un cierto margen de liquidez. 

Por otro lado, si el ratio de solvencia es mayor a 1,5 significará que la empresa dispone de demasiados activos improductivos. En este caso, lo ideal sería reconvertir la estrategia, puesto que los activos no invertidos no producen ganancias y, además, pueden perder valor con el paso del tiempo.

En cualquier caso, estas referencias pueden tomarse como generales, ya que en función del sector económico y productivo de la empresa, los valores óptimos pueden reducirse ligeramente. 

Por este motivo es aconsejable comparar el valor resultante con el de otras empresas del mismo tamaño y sector. Puede ocurrir que ciertos sectores tiendan a disponer de ratios de solvencia más elevados. De ahí que existan estándares para cada industria en particular.

Diferencia entre el ratio de solvencia y ratio de liquidez

Los ratios de solvencia y los de liquidez persiguen un objetivo similar, sin embargo, cuentan con diferencias destacables.

Ambos indicadores financieros indican la salud de una empresa, sin embargo, el de solvencia ofrece una perspectiva a largo plazo de una empresa, mientras que el ratio de liquidez se centra en el corto plazo.

En este sentido hay que decir que los ratios de solvencia examinan todos los activos de una empresa, incluidas las deudas a largo plazo, como los bonos con vencimientos superiores a un año.

Mientras que los ratios de liquidez se centran en los activos más líquidos, como el efectivo y los valores negociables, y en cómo pueden utilizarse para cubrir las próximas obligaciones a corto plazo.