La idea de tres emprendedores que hoy se utiliza en más de 300 clínicas dentales
Tres emprendedores lanzaron en plena pandemia una herramienta que protege la salud de los profesionales del sector sanitario y hoy se sigue utilizando en 300 clínicas
La pandemia por Covid-19 tuvo un gran impacto entre los profesionales sanitarios. La escasez de materiales de protección provocó el contagio de médicos y enfermeras que no podían dejar de trabajar aún teniendo delante el virus. Fue el caso también de los dentistas y otros grupos de trabajadores de la salud.
En este contexto, con la intención de buscar una solución que ofreciera una mayor seguridad a todos estos profesionales, los jóvenes Alejandro Baquero, Johann Stiven Pérez y Antonio Cremades diseñaron Prime Protector, una herramienta de protección para los profesionales sanitarios. Crearon el prototipo y se lanzaron a la aventura. Un emprendimiento que ha llamado la atención de Lanzadera, la incubadora de startups de Juan Roig, el fundador de Mercadona.
Según explicó a este diario Alejandro Baquero, ingeniero en diseño industrial nacido en Castellón, Prime Protector es una herramienta de protección colectiva que tiene como objetivo principal “evitar la contaminación cruzada en las clínicas, reduciendo al mínimo el radio de expansión de los aerosoles que se generan durante las intervenciones. Evitando así contagios tanto de los pacientes como de los profesionales”.
Lo especial de este producto es su forma, destacó, ya que “ésta no sólo es más eficiente a la hora de evitar que estos aerosoles se propaguen, sino que también ayuda a que el dispositivo no estorbe al profesional a la hora de realizar su trabajo. Permite una buena movilidad, evita que se empañe y que las luces entorpezcan la visión”.
Es decir, se trata de una herramienta que se coloca entre el paciente y el profesional sanitario, de manera que exista una protección total, algo que puede evitar infinidad de contagios, no sólo de Covid-19, sino también de otro tipo de enfermedades que se transmitan por aire o por saliva.
Si bien es cierto que, por el momento, están enfocados en las clínicas dentales, el producto “cuenta con la patente europea para uso médico”, por lo que pronto podrían llegar a hospitales y clínicas médicas.
Lanzadera, de Juan Roig, está apoyando la creación de su nuevo prototipo
La inversión para hacer realidad el primer prototipo que diseñaron los tres jóvenes emprendedores no fue pequeña. En total, hasta ahora, el capital aportado para la puesta en marcha de Primer Protector ronda los 35.000 euros. Por el momento, según explicó Baquero, todo el dinero ha sido aportado por los socios en forma de préstamo a la empresa.
Sin embargo, lo bueno está por venir, ya que este proyecto ya ha llamado la atención de Lanzadera, la incubadora de startups de Juan Roig, el dueño y fundador de Mercadona.
“Llevamos en Lanzadera cerca de ocho meses, ya que fue en enero de este año cuando entramos. En junio de 2022 presentamos la solicitud y en octubre nos comunicaron que estábamos dentro del programa. Ahora mismo estamos en fase de validación del mercado”, destacó Alejandro Baquero.
Tras varias entrevistas y muestras a profesionales, el equipo de Prime Protector se encuentra actualmente trabajando en la creación de un nuevo prototipo que, en principio, será lanzado en septiembre.
“En lanzadera nos han apoyado mucho en esta fase de validación. Ahora, con el nuevo lanzamiento, nos están dando apoyo a través de mentorías y formaciones. También hay que destacar que, gracias al ecosistema emprendedor que hay en las oficinas de Lanzadera en Valencia, hemos conseguido contactos de mucho valor”, explicó.
Más de 300 clínicas ya utilizan esta herramienta de seguridad
Fue a mediados de 2020 -momento en que la pandemia se encontraba en su momento más álgido- cuando estos jóvenes lanzaron Prime Protector. Primero en Ecuador, país de origen de uno de los emprendedores, y después en España.
Actualmente, según explicó Alejandro Baquero, la empresa opera en todo el territorio nacional, “aunque la intención es expandirse a otros países de la Unión Europea”. No obstante, para ello, primero tienen intención de finalizar el nuevo prototipo en el que se encuentran trabajando, ya que, aunque no existe una herramienta igual, siempre hay competencia contra la que luchar y sobre la que conseguir destacar.
“Actualmente, nuestra competencia más directa son los sistemas de apantallamiento convencionales, aunque es cierto que también existe competencia por parte de los Equipos de Protección Individual (EPIs), como pueden ser las mascarillas, las máscaras, los guantes, etcétera”, explicó a este diario Alejandro Baquero.
Tras cerca de tres años trabajando día y noche en este proyecto, poco a poco han ido consiguiendo generar confianza en los profesionales sanitarios. Según destacó el emprendedor, “ya son más de 300 clínicas dentales las que utilizan este dispositivo, y otras muchas están testeando el producto”.
“Emprender en este sector es muy complicado, es muy difícil entrar en él”
Toda idea nace de una experiencia, ya sea propia o de un conocido. En este caso, fue la familia de uno de los emprendedores, Johann Stiven Pérez, la que inspiró la creación de esta herramienta. “En la familia de Johann hay varios odontólogos, y le transmitieron la preocupación de que en su sector tienden a ponerse enfermos más que en otros sectores, principalmente por la exposición que llegan a tener a diario. Tras analizar el mercado, se dieron cuenta de que no había ninguna herramienta que solucionara este problema de forma eficaz, sin entorpecer el trabajo de los profesionales”, explicó Alejandro Baquero.
En ese momento, Pérez compartió su idea con Baquero y Cremades. “Nos mostró los primeros prototipos y entendimos desde el principio que se trataba de un producto muy interesante. Tuvimos claro que si trabajábamos en ello podía salir una herramienta de prevención y protección con mucho potencial”, explicó Baquero.
Según destacó el emprendedor, la idea de lanzarse a la aventura en compañía vino porque los tres jóvenes coincidieron estudiando y conocían sus puntos fuertes. “Teníamos claro de qué parte del proceso se podía encargar cada uno”.
Aunque este emprendimiento comenzó de la mano de los tres emprendedores, poco a poco el equipo ha ido aumentando hasta convertirse en lo que es actualmente. No obstante, según destacó Baquero, hacer realidad un proyecto como éste no ha sido una tarea sencilla, ya que emprender en un sector así es una decisión complicada.
“El sector medico en un sector muy cerrado y es muy difícil entrar en él. Se necesitan muchos contactos para conseguir abrir puertas y, por supuesto, estudios que demuestren de forma empírica que lo que les estas diciendo es cierto”, matizó el emprendedor.
“El hecho de que te vaya bien, no sólo depende de tu esfuerzo, sino de otros muchos factores”
Emprender no es una tarea sencilla. De hecho, es una aventura llena de complejidades y dificultades. En este caso, la legislación y la fabricación fueron algunas de las trabas contra las que tuvieron que luchar al principio.
“Las primeras dificultados con las que nos encontramos fueron las legislaciones, ya que en España son muy diferentes a las que encontramos en Ecuador, donde nuestro proyecto vio la luz. También nos ha sido muy difícil la fabricación de los dispositivos, puesto que nos vimos envueltos en medio de la inflación y la subidas que se produjeron en los precios de los materiales debido a las bajadas de los tipos de interés que hubo durante la pandemia y la posterior guerra de Ucrania”, explicó Baquero.
Durante el proceso, además, se dieron de bruces con el hermetismo del sector médico, ya que “es muy difícil entrar si no te conocen”.
No obstante, según el joven emprendedor, la parte más complicada de emprender y poner en marcha una empresa es la incertidumbre, “ya que el hecho de que te vaya bien o no ya no depende sólo de tus esfuerzos, sino que entran en juego muchos factores que pueden ir en tu contra, en primer lugar los factores financieros”.
Como consejo, tras tres años volcado en este emprendimiento, Alejandro Baquero recomendaría a todas aquellas personas que están pensando en poner en marcha una idea, que no salten al vacío sin paracaídas.
“Les diría que preparen un colchón con el que poder sobrevivir, por lo menos, seis meses mientras arranca el proyecto. Una vez esté diseñado el proyecto y tengan el colchón preparado, entonces que se lancen con todo. Quien no arriesga no gana, pero hay que tener una buena gestión del riesgo”, concluyó el emprendedor Alejandro Baquero.